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Cuba 4

Nos vamos a Viñales, sitio ya conocido entre nosotros como montañeta.
Chequeamos todo como somos un desastre, dejamos la mayoría del equipaje en la
habana y nos marchamos con lo necesario a Viñales.
El autobús avanza dejando atrás la autopista de ocho carriles en la que apenas
ves un coche y pasamos entre cientos de palmeras que se alzan majestuosas, según
nos vamos acercando puedo observar mas verde, mal palmeras y unas extrañas
águilas negras que hacen vuelos rasantes, desde el lateral de la carretera las
vacas nos miran amenazantes, mientras yo voy escuchando música.
En un momento dado me fijo en Yolanda y veo que le esta cambiando la cara, me
quito los cascos y escucho que la guía esta contando cosas de Viñales que
parecen interesar a todos pero causan una extraña reacción en Yolanda, … en
efecto el caballo llamado alzehimer vuelve a cabalgar entre nosotros,… Yolanda
se acaba de dar cuenta que ya había estado en Viñales la vez anterior que estuvo
en Cuba, ella que iba con ilusión a un sitio nuevo del que se quedo con las
ganas de conocer.
Cuando llegamos a Viñales vamos a la casa en la que teníamos reservadas las
habitaciones y una vez que le entregamos los pasaportes el hombre esta
desesperado comentando algo de la visa.
Yo intento tranquilizar al buen hombre y explicarle que llevamos efectivo, y que
hemos pagado así en todos los sitios, pero el hombre sigue enfadado y me dice
que sin Visa no se puede viajar en Cuba, yo le vuelvo a insistir que tengo
efectivo, que no he utilizado la Visa en ningún sitio y que además que va a
hacer el con la visa si no tiene maquina en donde pasarla, la conversación es
cada vez mas absurda, tras unos minutos llega el equilibrio y empezamos a
entendernos, el hombre se refiere al visado, ese papelito que nos dieron al
entrar en Cuba sin el cual no se puede viajar y que lógicamente nos hemos dejado
en la habana.
Ahora somos unos indocumentados, unos sin papeles a los que nadie quiere,
conseguimos convencer a una señora, que asustada nos dice que la sigamos a
quince metros de distancia, la cosa empieza a tornarse cada vez mas extraña.
Seguimos a la mujer a quince metros aguantando la risa, la mujer mira hacia
atrás disimulando, todo el pueblo se da cuenta que la estamos siguiendo, encima
nos despistamos y la perdemos, la mujer vuelve atrás y con un movimiento de
cuello nos indica que la sigamos de nuevo.
Finalmente nos aloja en una casa y salimos a coger un bus turístico que te
recorre el pueblo y que vale la pena mucho para hacerte una idea de donde estas,
un bonito paseo y cometemos el error de entrar a las cuevas del indio, una
castaña de cuevas para quien haya visto cuevas bonitas de verdad como las del
Draqu en Mallorca por ejemplo.
Vemos un mural precioso realizado por un discípulo del pintor mexicano Diego
Rivera, y nos vamos a beber hasta perder el control en el mejor o único local
que vale la pena del pueblo en la plaza principal para olvidar que somos unos
indocumentados.
En el local se suceden las actuaciones porque es un centro cultural.
Dos horas después las chicas son las reinas de la pista, parecen autenticas
profesionales que se mueven al ritmo que les marcan los guías cubanos que las
arrojan de un lado al otro como auténticos profesionales, yo me dedico a vaciar
vasos de mojitos y a poner cara de situación, porque las chicas se han ligado a
todos los guías del pueblo y estos no terminan de entender mi papel y no saben
cual de las chicas con la que están bailando es la mía.
Cuando acaba la noche las chicas tienen una sonrisa en la cara que las ilumina,
solo hay alguien que parece que va a morder a alguien y es la mujer de uno de
los chicos el único que no es cubano, el que esta bailando con Indra, que hoy
duerme en la calle, …seguro.
El local cierra y nos echan de allí al día siguiente todos los guías se ofrecen
a hacernos un hueco para llevarnos, y yo me alejo con las chicas porque un
montón de Cubanos están desplegando sus alas junto a la pista.
Al día siguiente nos enteramos que todos los guías durmieron en la calle, uno de
ellos Roni, nos lleva a dar un maravilloso paseo por el valle cruzando por una gruta
de un valle a otro y explicándonos todo, una autentica maravilla, encima nos
hace precio de amigo, cuando nos vamos a despedir Lara le explica lo bien que lo
ha pasado en Montañeta y que si puede volverá, el guía finalmente no lo puede
resistir y le pregunta que narices es montañeta…

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