Ninguno de los tres aprendió nada o quizá todos aprendimos demasiado, lo importante no fue aprender sino compartir, nosotros compartimos nuestros sueños, las desconfianzas, nuestras historias y el cuarto de baño, nos cerramos al exterior, nuestro entorno quedo limitado al entornar la puerta, fuera de este todo dejo de tener importancia, no quedaba ya nada interesante, no había mas que ver el telediario para comprender que en el exterior algo no funcionaba. Fue el único extraño momento de nuestras vidas en que la soledad no entro a formar parte de nuestra existencia.
La soledad deambulaba por parques, bares, y por las casas de nuestros vecinos, ella esperaba impaciente, extendiendo sus redes, nosotros sabíamos que tarde o temprano conseguiría entrar, así que en un determinado momento nos largamos y le dejamos el piso para ella sola, no creo que limpie la mesa del salón, ni que se acabe las cervezas de la nevera, pero la deseamos suerte… Siempre desde la distancia.
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