Expolio y saqueo

  El pillaje y saqueo en la ciudad se ejerció de un modo desproporcionado y sin ningún control, ya que el mando y el orden habían caído en el mismo momento que cayó el condestable de Borbón. Las crónicas hablan de profanaciones de cadáveres, violaciones de monjas, tiro al blanco sobre crucifijos, quema indiscriminada de iglesias. Y también quema de obras de arte para hacer un fuego con el que calentarse por las noches.

 

  Por su parte, los lansquenetes alemanes fueron los que más destrozos crearon al patrimonio de la ciudad, dada su confesión protestante y su aversión al Papa. Además se debe tener en cuenta su fervor iconoclasta que propició la destrucción de numerosas imágenes, otro factor que no se debe olvidar es el de los daños colaterales, aunque como ya hemos dicho, muchas iglesias eran quemadas sistemáticamente. También añadir que la tropa llevaba meses sin cobrar y sus ansias de botín se cebaron con creces a costa del patrimonio vaticano.

  Los lansquenetes también aprovecharon para mofarse y degradar la fe católica, nos remitimos de nuevo a las críticas donde dice que se maltrató a curas y prelados, que se les paseaba por la ciudad con las manos atadas a la espalda, o se vestía a asnos y caballos con atuendos cardenalicios o papales que habían sido expoliados. Por su parte la poblaíón tampoco se libró de los soldados, estos los sometieron a extorsiones, para arrebatarles sus bienes, vejaciones, eran muy frecuentes las violaciones de mujeres y los asesinatos indiscriminados de hombres.

 

  El patrimonio sustraído durante estas jornadas fatídicas en Roma fue de un valor incalculable, con el tiempo algunos de estos preciados objetos fueron volviendo al vaticano, labor a la que se dedico Clemente VII con gran esfuerzo durante los años que quedaban de su pontificado.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *