El Museu Nacional d’Art de Catalunya posee interesantes obras del siglo XVI, de las cuales destacaremos cuatro.
La primera de ellas es una pintura de Paolo de San Leocadio, del que ya hemos hablado en alguna ocasión. Se trata del “Llanto sobre el cuerpo de Cristo muerto“. El pintor italiano muestra a Cristo fallecido en una sobrecogedora representación, en la que su torso y cabeza constituyen una auténtica prueba de su notabilísima capacidad artística. El resto de figuras se reparten alrededor de Jesús, aunque se trata de personajes de un menor vigor artístico y con grandes reminiscencias flamencas y medievales.
La siguiente es un relieve realizado en alabastro y policromado, del escultor Damián Forment, nacido en Valencia en 1475. Esta obra, fechada en torno a 1520, presenta el nacimiento de la Virgen, de modo que aparece Santa Ana tumbada sobre un lecho justo después del parto, y a la derecha, San Joaquín, que contempla cómo las asistentes al parto envuelven a la recién nacida Virgen María en sábanas. Se trata de una composición de tintes goticistas por la disposición de las figuras, y Forment localiza la escena en una sala de ricos muebles, aunque los perfiles de algunos personajes sean realmente clásicos.
Por otro lado, encontramos una interesante pintura de Luis de Morales, un Ecce Homo fechado en 1570. Se trata de una pintura que reúne las características principales de este autor, donde el tenebrismo ya hace aparición, mostrando a un Cristo agotado y con un gran patetismo, próximo y distante a la vez de la pintura del mismo tema de Juan de Juanes.
Por último, destacaremos una de las dos obras que el MNAC custodia de El Greco, una representación de San Pedro y San Pablo en la que se aprecia su desacuerdo a través de una original disposición de las manos de ambos. La calidad de los retratos y del fondo de nubes, y la riqueza cromática y argumental de la obra la hacen una de las obras maestras de la colección del museo.
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