Entre los pintores del Barroco Español que abordaron la temática costumbrista destaca la obra del sevillano Bartolomé Esteban Murillo. En especial la representación de escenas protagonizadas por niños de la calle, pequeños pícaros o mendigos.
Es el tratamiento amable con el que el pintor recrea las difíciles circunstancias de la vida de estos jóvenes marginados, el que imprime un carácter especial a esta serie de obras.
Murillo y su pintura de género alcanzaron gran popularidad en el extranjero, sobre todo en los Países Bajos, donde el gusto por los cuadros de escenas costumbristas quedaba patente en el trabajo de artistas locales. La demanda fue tan considerable que gran parte de estas obras salieron de España en vida del autor.
Podemos encontrar en estas obras el reflejo de la decadencia económica y social en la Sevilla que Murillo conoció. Pasado el tiempo de prosperidad, que disfrutó la ciudad con los beneficios del comercio americano hasta aproximadamente el primer cuarto del siglo XVI, la difícil situación se agravaría con la terrible epidemia de peste de 1649.