El pasado 31 de marzo fallecía Raúl Alfonsín, ex presidente de Argentina y considerado el padre de la democracia argentina. Terminó con 7 años de dictadura militar e intentó juzgar a los golpistas; sin embargo, con la Ley de Punto Final (Declarada nula en 2005) se paralizó este proceso y muchos militares inculpados quedaron impunes.
Alfonsín pasará a la historia en Argentina como lo hará (o ya lo ha hecho) Adolfo Suárez. Ambos son considerados los artífices de la democracia moderna en sus respectivos países, pero debajo de sus actos pervive un cierto regusto a hagiografía. Son dos mitos -el de Suárez todavía viviente- atrapados por el carisma transmitido e inventado, recordados por la responsabilidad que ejercieron en un momento clave y, en cierto modo, protegidos por la amnesia que se ha ido tejiendo en torno a ellos.
En el caso de Alfonsín, las dificultades económicas por las que atravesó su mandato, y por supuesto las Leyes de Impunidad, que han quedado en un segundo plano durante el luto nacional.
Suárez, me temo, tendrá la misma suerte cuando fallezca: todos los informativos y cabeceras de periódicos abrirán con una imagen o fotografía del padre de la Transición española, del culpable de que estemos disfrutando del periodo más estable de nuestra historia. Y sin embargo olvidarán, al menos en un primer momento, que a Suárez ni se le pasó por la cabeza -al contrario que Alfonsín en Argentina- cuestionar los cimientos de la dictadura (Entre otras cosas porque él provenía del franquismo)
Tal vez no sepa mucho de la historia argentina, y seguro que se me escapan cientos de matices. Pero al menos Suárez y Alfonsín comparten el título de Padres de la Democracia. Aquellos que les han otorgado tan gran honor han olvidado, como ocurre casi siempre, que en el paso de una dictadura a una democracia no actúan sólo los hombres públicos. El deseo de cambio por parte de la gente anónima también está presente, y realmente es uno de los motores del cambio.
Pero la historia positivista, la de los grandes hombres, sigue ejerciendo su tiranía cuando mueren mitos. Y los periodistas dirán que es más fácil atribuirle todo el mérito a un político que a todo un proceso mucho más complejo y poliédrico.
La viñeta es de Miguel Rep, y se publicó en Página 12 el 1 de abril de 2009 Creo que resume muy bien los años de gobierno de Alfonsín.
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