Gravado de Leonardo
Considerado el paradigma del homo universalis, del sabio renacentista versado en todos los ámbitos del conocimiento humano, Leonardo da Vinci (1452-1519) incursionó en campos tan variados como la aerodinámica, la hidráulica, la anatomía, la botánica, la pintura, la escultura y la arquitectura, entre otros. Sus investigaciones científicas fueron, en gran medida, olvidadas y minusvaloradas por sus contemporáneos; su producción pictórica, en cambio, fue de inmediato reconocida como la de un maestro capaz de materializar el ideal de belleza en obras de turbadora sugestión y delicada poesía.
Hombre de Vitruvio
Hablar de Leonardo da Vinci, evoca inmediatamente a la Gioconda, La última cena o El hombre de Vitruvio. Sin embargo, su labor artística no es solo más que la pequeña punta del iceberg de todos los conocimientos que consiguió reunir en torno a sí el genio italiano. Y las ciencias fueron, sin duda, una de las materias en las que más se explayó, ya fuera en anatomía, ingeniería, botánica, biología o geometría. Su método de aprendizaje era simple: observación de la naturaleza y experimentación. De hecho, sus orígenes estuvieron más bien alejados de los manuales y las bibliotecas. Lo prueba el hecho de que hasta una edad ya adulta no aprendió latín, idioma dominante en la ciencia del siglo XVI.
Su labor como inventor se basó en su afán científico. Y en la mayoría de las ocasiones
estuvo por delante de su tiempo. Ideó una especie de automóvil, un helicóptero –dotado de amortiguadores para asegurar un placentero aterrizaje-, un submarino, bicicletas y un tanque, aparatos que, simplemente, no se pudieron concretar porque no lo permitía la tecnología de su tiempo. Para explorar las profundidades acuáticas creó una escafandra. Y en su cuenta también se encuentran cuentakilómetros, paracaídas, rayadores de pan…
Tampoco se quedó atrás en ingeniería civil. En su mente proyecto una ciudad en cuyas calles se circulase a dos niveles. Una inferior para los vehículos y otra superior destinada a los peatones. También esbozó sistemas de alcantarillado y calefacción para facilitar la vida de los ciudadanos.
En astronomía, Da Vinci desveló el misterio de cómo se puede apreciar el resplandor de la Tierra. La solución es sencilla para una persona del siglo XXI: Cuando el Sol se pone en la Luna, esta se oscurece aunque no completamente. Hay todavía una fuente de luz en el cielo: la Tierra. Nuestro propio planeta ilumina la noche lunar con un brillo 50 veces mayor que una luna llena, produciendo el resplandor ceniciento.
Bocetos de la máquina voladora de Leonardo
Su creatividad fue contratada en varias ocasiones para la fabricación de artefactos bélicos, un campo en el que los señores, aquí sí, siempre estaban dispuestos a rascarse el bolsillo. Además del tanque, trabajó en cañones, ametralladoras, bombas de racimo, puentes desplegables para atravesar ríos y torres móviles para asaltar fortalezas. Incluso diseñó un robot: un caballero armado que podía sentarse, agitar sus brazos, y mover su cabeza mientras abría y cerraba su mandíbula. Llego a ofrecer sus servicios al dux de Milán como alguien capaz de hacer “carros acorazados totalmente imposibles de atacar y capaces de penetrar las filas del enemigo con su artillería, y no habrá com¬pañía de soldados tan grande que pueda resistirlos…”.