Homenajes y vuelta a casa (parte II)

He necesitado tres días para asimilar todo lo vivido este fin de semana en Castellón. Los actos en honor a Concha Alós tuvieron lugar toda la semana desde su inauguración el pasado 20 de febrero en La Casa de los Caracoles: visionado de documental sobre la escritora por Ximo Roses; representación teatral de la mano de Virginia Lloret que dirigió con mimo a Concha Pascual (en el papel de Concha Alós), José Manuel Román, Virginia Fuertes, Raúl Fuertes y la propia Lloret que interpretaron fragmentos de El caballo rojo; recital a cargo de Sandra Ferró i Juan Carlos Cornelles, incluso, hubo una actuación de la coral Juan Ramón Herrero dirigida por Manuel Torada. Muy emotivo y solemne. La semana fue realmente magistral.

Las Alosianas nos reunimos el jueves por la tarde. Emocionadas, cansadas y un poco nerviosas pensando en la presión de nuestro encuentro oficial en La Casa de los Caracoles al día siguiente. No sé si esta entrada será capaz de hacer justicia y transmitir todo el calor y el apoyo recibidos y la conexión entre las Alosianas porque fue algo mágico. Sin aspavientos ni exageraciones.

El viernes 24 de febrero fue largo, pero grato. El día comenzó con la inhumación de los restos mortales de Concha Alós. Acordaos de lo que os conté en la entrada anterior de la primera parte. La música en directo de un violinista y un chelista nos envolvió con sus notas interpretando soberbiamente La dansa de la primavera de María del Mar Bonet, Que tinguem sort de Lluís Llach y unas piezas de la banda sonora de La vida es bella. El encargado del Cementerio San José de Castellón, Antonio Porcar, dedicó unas palabras respetuosas a la autora, a su familia, que esta vez sí pudo acompañarla en su segunda despedida, y a los amigos y curiosos que tuvieron la voluntad de asistir. En la primera parte, no incluí en los créditos de agradecimiento a Antonio Porcar. Muy mal, porque su labor en este homenaje fue más allá de gestionar el espacio de dónde serían ubicados los restos mortales en el camposanto. Porcar ha demostrado mimo, cariño y respeto a la figura de Concha Alós y es digno de mencionar. Contactó con Juan Cabeza para que se encargase de la escultura mortuoria, buscó el espacio más idóneo para que pudiera descansar definitivamente nuestra escritora y, desde luego, sus palabras fueron el broche final para tal delicada gestión. He aquí los resultados de ese trabajo meticuloso:

Fotografías de Noémie François

La alcaldesa de Castellón, Amparo Marco, solícita y atenta ofició todo el acto. Duró aproximadamente tres cuartos de hora. La verdad es que no puedo decir el tiempo exacto porque las Alosianas estábamos tan emocionadas que no mirábamos el reloj y solo teníamos ojos para nuestra autora. Fue muy impactante ver la caja chiquita y ocre que se introducía por manos anónimas y cuidadosas dentro de su columbario. Allí estás querida Concha, en tu lugar de infancia, en el lugar que te esperaba, en tu lugar. La lápida se selló con un ramillete de rosas rojas, flores blancas guardaban los pies de la tumba: María del Mar Bonet no te olvida. Nosotras tampoco. Estás muy presente con tu literatura, querida Concha. La música del chelo y el violín continúa sonando mientras nos abrazamos, nos hacemos fotos, sonreímos con los labios un tanto crispados por la emoción. A mí me tiemblan las manos. Quiero hacer un vídeo y mi móvil no responde. Concha desea una vez más la discreción. Aquí os dejo una pequeña muestra fotográfica que ha salido en los periódicos locales de Castellón como El Periòdic. Pongo los enlaces de Castelló 24 y Las Provincias, también de la página del Ayuntamiento y del Archivo Histórico de la Universidad de las Islas Baleares por Joan Font Roig que facilitó a Amparo Ayora el expediente de Magisterio de Concha Alós.

Fotografía Ayuntamiento de Castellón realizada por Daniel Soldevila.

Después, para reponer fuerzas y pensando en coger energías para el Encuentro de la tarde, las Alosianas fuimos hasta el puerto para comer un buen arroz del senyoret. Con la tripa llena y el ánimo caldeado, llegamos a La Casa de los Caracoles para probar micro y encender ordenadores. Todo a punto. Poco a poco, la sala se iba llenando. La gente iba ocupando sus butacas, nosotras desde el estrado veíamos caritas impacientes y sonrisas ansiosas. A las seis en punto, nuestra Alosiana original, Amparo Ayora del Olmo abrió el acto. Nos habló de la infancia de Concha Alós en un Castellón devastado por los bombardeos de la Guerra Civil, nos habló de su colegio, de su Instituto Ribalta, de sus vivencias en Castellón y de los lugares que ya no están como la calle del Agua, la Heladería Capri o el monito vestido de militar que rondaba por allí pidiendo comida a los clientes hasta que un invierno lo dejó tieso. Amparo Ayora comenzó su comunicación con un vídeo del No-Do [ 2′ 11”] en el que Concha Alós era galardonada con su premio Planeta en 1964 por Las hogueras y concluyó con una fotografía de una joven Alós con trencitas y mirada inocente que dedicaba a sus amiguitas antes de marcharse a Lorca.

Fotografía cedida por Isabel Gimeno Beser.

El reverso dice: “Para mis queridísimas amiguitas para que no me olviden. Conchita Alós”.

Tomó la palabra la siguiente Alosiana, Verónica Bernardini, que hizo un recorrido por la narrativa de Concha Alós y su transición desde un realismo social muy apegado a los «padres» como Camilo José Cela hasta emanciparse con una voz más experimental rompiendo el texto, incorporando monólogos interiores, contrapuntos, superposición de planos narrativos… Todo un recorrido de crecimiento personal y profesional muy vinculado a lo femenino y la búsqueda de identidad desde la figura de lo materno, elemento esquivo dentro de la cultura patriarcal. Así, Verónica Bernardini nos hizo ver de manera muy perspicaz cómo la novela Los cien pájaros comienza con esa ruptura del realismo social para ir adentrándose, poco a poco, en los avernos de la madre hasta culminar en sus tres últimas novelas: Os habla Electra, Argeo ha muerto, supongo y El asesino de los sueños.

Noémie François cogió el testigo alosiano para hablarnos de una faceta menos conocida (o trabajada) de Concha Alós: su producción periodística y su labor de guionista. Nuestra Alosiana deslumbró al público con sus descubrimientos, contándonos el compromiso social de la autora en sus más de ochenta artículos de opinión repartidos entre La Vanguardia, La Estafeta Literaria, Diario Femenino, Destino y Blanco y Negro (este último me faltó citarlo en una entrada anterior, pero el dato me era desconocido; para mí, la charla de Noémie François fue muy iluminadora también como investigadora en la materia alosiana). Sobre los guiones que ella ha podido consultar de forma inédita, nos habló de las curiosidades a la hora de adaptar un formato textual a otro visual y como, por ejemplo, en el caso de La caída, adaptación parcial de la novela Los enanos, el director Sergi Schaaff tomó elementos de la novela misma incorporándolos al guion saltándose el propio guion. También nos habló de la adaptación de La segunda carta que toma un personaje secundario y muy poco presente de Las hogueras para darle mayor representación en el formato televisivo.

La gente estaba expectante. Mostraban entusiasmo con todo lo que les contaban mis compañeras de mesa. Entre las tres ponencias habíamos consumido más de una hora, pero el público continuaba atentamente fiel. Llegó mi turno. Ahora sí que temblaban mis manos, no sabía si la voz me saldría del cuerpo, ⸺además, literalmente hablando porque unos días antes había padecido una afonía severa; una manera más técnica para decir que el resfriado me había dejado muda⸺.

Contra todo pronóstico, flui. Hablé y conseguí la empatía del público. No quería ser pesada. Viernes casi las ocho de la tarde. Un reto. Les conté mis pesquisas investigadoras y mis intenciones de vincular la narrativa de Concha Alós con la Ecocrítica o el Ecofeminismo. Dos conceptos teóricos un tanto arriesgados dado el acople cronológico, ya que las publicaciones de Concha Alós durante su segunda etapa en la década de los setenta coinciden con el surgimiento de la Ecocrítica de la mano de Cheryll Glotfelty, del mismo modo que el Ecofeminismo comienza a teorizarse por esas décadas también. Prometo entrada explicativa sobre este maremágnum. Lo importante en este momento es que presenté fragmentos de tres de sus cuentos (dos de Rey de gatos. Narraciones antropófagas y otro publicado en La Estafeta Literaria en 1972) y de mi adorada Os habla Electra. Traté de ilustrar con ejemplos lo que pretendía explicar acerca de la dominación y la opresión en la cultura humana. Lo que en palabros se conoce como androcentrismo y antropocentrismo. Mi intención era mostrar cómo Concha Alós refleja estas cuestiones en sus textos. Coincidiendo con mi Alosianas, concluí subrayando la capacidad de análisis de Concha Alós para observar su mundo circundante, su alto compromiso social, su pensamiento tan abierto y tolerante, su agudeza a la hora de plasmarlo en el papel, su osadía para expresarlo de forma rabiosa y contundente.

En definitiva, las cuatro Alosianas, cada una desde su ámbito, mostramos la concienciación de una gran mujer y, sin haberlo hecho adrede, conseguimos unidad en nuestra diferencia de exposición. Tal y como nos hizo llegar un espectador: «ha sido una ponencia dividida en cuatro partes».

Nos dieron más de las ocho. El público aplaudió hasta dejarse las palmas rojas y se generó un debate hermoso y muy animado en el que, ahíto de curiosidad, preguntó muchas cosas sobre Concha Alós o el trayecto de nuestras investigaciones. Casi tienen que echarnos de allí. Se acercaban las nueve, el toque de queda de La Casa de los Caracoles. Con mucha pena, dimos por cerrada la sesión y ese público tan maravilloso que nos acompañó hasta el final, vino en tropel hasta el estrado para abrazarnos, besarnos y darnos las gracias con todo el cariño del mundo. Habían aprendido mucho de una autora que había pasado desapercibida en su propia ciudad. Estaban orgullosos de contar entre sus convecinos con una escritora tan ilustre. Se despidieron de nosotras prometiendo leer de nuevo las novelas de Concha Alós a partir de nuestra mirada con detalles que desconocían, otros que no la habían leído se comprometieron a hacerlo. Y así, de forma natural, se formó una sinergia preciosa en la que las Alosianas contagiamos nuestro entusiasmo por una gran autora al público y el público nos regaló de vuelta su frenesí. Algo absolutamente perfecto, redondo, inolvidable.

Volví a casa con el corazón lleno del trabajo bien hecho y de lo compartido con mis Alosianas y con Castellón. Volví a casa con los pies flotando dos palmos sobre el suelo, volví pensando en que Concha, ahora, estará un poquito más a gusto allá donde esté. La vuelta a su casa de la infancia parece haber culminado, pero su homenaje sigue latiendo en nuestros corazones y los actos continuarán…

 

 

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