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Batallas Diplomacia

La toma de Granada

Rendición de Granada a los Reyes Católicos

Entre 1482 y 1492 tiene lugar la guerra de Granada y la participación de Gonzalo Fernández en ella. A punto de cumplir treinta años, Gonzalo entra en la vida pública de servidor de la corona en la guerra de Granada. Ante los acontecimientos bélicos y las medidas del rey, pronto comprendería la distancia que media entre los tratados caballerescos y la realidad. Pero todo sucede puntual y vertiginosamente, como en hitos inexcusables. Entre 1481 y 1485, y con la idea clara de que se ocuparían ciudades, plazas fuertes y castillos, junto al azuzamiento de los conflictos internos de la familia real granadina, se da un importante y decisivo empuje al conflicto.

Otro trienio más, de mayo de 1486 a febrero de 1489, y la guerra se acerca casi a su clímax. En este segundo trienio caerán para los cristianos Loja e Illora; en la primera Gonzalo acabará sus días, en la segunda ejercerá como alcalde.

Asimismo, tuvo lugar en este trienio el episodio de la escaramuza en el campo de Almorava, a las afueras de Granada, la primera hazaña importante de Gonzalo y el campo donde, ya convento jerónimo, muchos años más tarde reposaran sus restos mortales.

La guerra de Granada continúa, pero de una forma sórdida y poco clara. Gonzalo en Illora prosigue sus acciones bélicas, pero también frecuenta la amistad con Boadil; defendiendo el diálogo entre cristinos y musulmanes será el héroe de las calles de Granada.

En esta línea de actividad militar y política, entre 1487 y 1489 Gonzalo se muestra como negociador y cree que la mejor solución para Granada es el pacto con beneficiosas consecuencias económicas, y  no la guerra frente a Boadil, justo lo contrario de lo que opina la línea de la casa real.

Este segundo trienio de la guerra de Granada termina con una noticia que afecta a la vida personal de Gonzalo: La celebración de su segundo matrimonio con Dª. María Manrique, con el que Gonzalo volvía a ser el sutil cortesano de diez años antes, sobre todo por la dignidad social que su nueva esposa le entregaba.

En la primavera de 1489 la corte anunció la nueva campaña militar, iniciándose en abril el asedio. A fines de este año se rinde Baza, y poco después Almería y Guadix. En 1490 comienzan las difíciles negociaciones de uno y otro lado para la paz, con Gonzalo como uno de los interlocutores, y en el verano de 1491 empieza el asedio a Granada desde el construido campamento adhoc de Santa Fe. Las negociaciones terminan con la toma de Granada el uno de enero de 1492.

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Anécdotas

Las “Cuentas” del Gran Capitán

Las Cuentas del Gran Capitán son un tópico cultural español que se basa en una anécdota atribuida a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, que ridiculizó a Fernando el Católico cuando éste le pidió cuentas de los gastos en que había incurrido durante la campaña de Nápoles, a finales del año 1506. La respuesta de aquél fue desafiar al rey con una enumeración de gastos exorbitantes en conceptos absurdos pero que aludían directamente al heroísmo de sus soldados y a las victorias conseguidas, que habían supuesto la derrota francesa y proporcionado en la práctica acceso al resto de Italia desde la base del reino de Nápoles. Como frase hecha, se utiliza para calificar de exagerada a una relación de gastos, o incluso a un listado de cualquier tipo, para ridiculizar una relación poco pormenorizada o para negar una explicación pedida por algo a la que no se tiene derecho.

De todas las partidas que el Gran Capitán presentó a sus Reyes, las más conocidas y repetidas de todos son las 5 siguientes:

– Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados y nueve reales en frailes, monjas y pobres, para que rogasen a Dios por la prosperidad de las armas españolas.

– Cien millones en palas, picos y azadones, para enterrar a los muertos del adversario.

– Cien mil ducados en guantes perfumados para preservar a las tropas del mal olor de los cadáveres de sus enemigos tendidos en el campo de batalla.

– Ciento sesenta mil ducados en poner y renovar campanas destruidas por el uso continuo de repicar todos los días por nuevas victorias conseguidas sobre el enemigo.

– Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el Rey pedía cuentas al que le había regalado un reino.

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Milicia Vida personal

Su formación en la corte

En septiembre de 1476 llega a la corte de Isabel y Fernando en Segovia, donde, en manos de un educador, se revelará extraordinario en el manejo de las armas, en poco tiempo se convirtió en serio aspirante a formar parte de la orden de la caballería, aunque también debía mostrar la virtud de la prudencia caballeresca si quería hacer carrera en la corte. El trienio 1476-1479 se centró en educarle en los saberes e ideales caballerescos de Diez, Chacón y Valera, especie de proclama a favor del Estado de los Reyes Católicos; en hacerle comprender el alcance político de aquéllos, palabras como “dificultad, perfección, virtud” aderezan su planteamiento, la educación es una respuesta para todo, y el principal objetivo de los jóvenes era parecerse cada vez más a los modelos sociales procedentes de Francia, Borgoña o Flandes; en enseñarle a escribir cartas; y en política práctica, siendo testigo del concierto de matrimonio organizado por Fernando  el Católico entre su hermana, Juana de Aragón, y su primo, Ferrante el Viejo, rey de Nápoles. Serán años donde, sobre todo, aprende del Rey Fernando, a cuyo lado se embriaga de cultura literaria y de teoría política, lecciones vitales para Gonzalo, donde, por otra parte, el joven andaluz derrocha inteligencia y carácter, dos cualidades difícilmente juntas; e invierte también sus días y sus horas en el aprendizaje de la formación y dirección de un ejército moderno, profesional, permanente, y al mando de auténticos capitanes.

Su estreno, exitoso por cierto, como “príncipe de su militiae” fue en la batalla de Albuela, en febrero de 1479, frente a los portugueses, donde, junto a otros jóvenes caballeros y donceles, Gonzalo, recién llegado al mando de la caballería, pudo demostrar todo lo que había aprendido al respecto. Sólo unas semanas antes de la muerte de Juan II había hecho rey de Aragón a Fernando, a cuyo alrededor, sus hombres de confianza, los caballeros de su casa, sus amigos, sus primos Enriquez, entre ellos Gonzalo, fijaban ya los objetivos políticos de una Monarquía unitaria en Castilla y Aragón.

Tres años más tarde, entre 1479 y 1482, proseguirá ese aprendizaje en la política hecha en equipo y siguiendo a un líder, para él, el rey Fernando. En este sentido será testigo excepcional del crucial año 1480 en la construcción del Estado de la Monarquía, y no sólo por sus cortes de Toledo, sino porque en 1480 existe ya la idea de que las tropas deben estar al mando de especialistas, reconociéndose así implícitamente la nueva clase de funcionarios dedicados a las armas. Tres años más, en suma, pasados en la corte, fundamentales para la construcción de los nuevos tiempos. Se organizaba así una clase de hidalgos que gracias a su formación militar, fue clave en el nuevo Estado de los Reyes Católicos en la guerra de Granada, norte de África y Mediterráneo oriental, combatiendo al Islam en definitiva, en la guerra, sobre todo la guerra en y de la frontera. Por eso, cuando en 1482 se produce el ataque de un grupo de musulmanes a una fortaleza de la frontera sur del reino de Castilla, Gonzalo está preparado y listo para ir a Granada como capitán de una compañía de ciento veinte hombres a caballo. Diez años pasarán antes de alcanzar las metas que ahora se abrían ante sus ojos, pero allí acompañara a Fernando, y no sólo físicamente, sino también en su destino final, será la ciudad de ambos para la eternidad. También el círculo de caballeros y capitanes que rodean a los reyes no pueden haber hallado nada mejor para sus objetivos.

Fuente: http://www.fernandezdecordoba.nom.es

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Vida personal

La descendencia del Gran Capitán

Los éxitos militares del Gran Capitán han difuminado la importancia y prestigio que en la España de los siglos XV y XVI tuvo el linaje de los Fernández de Córdoba, familia de la nobleza andaluza que llegó a poseer más de cien mayorazgos y otros tantos títulos nobiliarios y grandezas del Reino. Matrimonio y descendencia son los aspectos menos conocidos en la vida del militar más prestigioso del reinado de los Reyes Católicos. Tal es así, que incluso determinadas biografías lo presentan como “viudo y sin descendencia, dedicándose al oficio militar desde ese momento”.

No obstante, Gonzalo Fernández de Córdoba, se casó en dos ocasiones. Del primer matrimonio con su prima Isabel de Montemayor se sabe muy poco, ya que esta falleció al poco tiempo de desposarse. Unos años más tarde celebró sus segundas nupcias con doña María Manrique de Figueroa y Mendoza, hija tercera de don Fadrique Manrique de Castilla.

De este matrimonio nacieron dos hijas; doña Beatriz de Córdoba, que murió doncella en Génova, y doña Elvira, que quedó por única heredera. Como es de suponer, el casamiento de doña Elvira de Córdoba fue muy pretendido. Su padre, antes de ser única heredera, trató de casarla en Nápoles con Federico Colonna, hijo mayor y heredero de Fabricio Colonna, Duque de Tagliacozzo y de Alba. Hechas ya las escrituras, a 11 de Octubre de 1511, el matrimonio no llegó a celebrarse. Al volver a España intentó darla en matrimonio a su gran amigo el Condestable de Castilla, don Bernardino de Velasco, dos veces viudo y sin hijos varones, pero tampoco llegó a efectuarse la unión. La pretendió también el rey don Fernando el Católico para mujer del Duque de Segorbe, su sobrino, y luego de su nieto don Hernando, hijo del Arzobispo de Zaragoza, don Alonso de Aragón. Después de muerto el Gran Capitán trataron de casarla con su primo hermano don Pedro Fernández de Córdoba, primer Marqués de Priego, que había enviudado del primer matrimonio, aunque esta unión tampoco se concretó por la corta vida del Marqués, que no sobrevivió a su tío más de un año.

Así pues, finalmente la heredera del Gran Capitán contrajo matrimonio con don Luis Fernández de Córdoba, primogénito de la Casa de Cabra. En este matrimonio se unían los títulos de la única hija de Gonzalo Fernández de Córdoba y los del cuarto Conde de Cabra. Las capitulaciones con el primogénito de la Casa de Cabra se hicieron por la Duquesa, madre de doña Elvira, en Granada el 18 de Marzo de 1518 ante Femando de Herrera, escribano de la reina. Asimismo, convinieron que la duquesa viuda ganaría la dispensa del parentesco que existía entre los novios y que daría a su hija de los bienes de su padre, del mismo modo que el Conde de Cabra otorgaba una dote de de 10.000 ducados de arras a favor de la duquesa Doña Elvira, por la excelencia de su persona y honra de su limpieza.

Fuente: http://www.fernandezdecordoba.nom.es

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Batallas

La batalla de Ceriñola

La Batalla de Ceriñola (28 de abril de 1503) fue un enfrentamiento bélico entre las tropas francesas del comandante Louis d’Armagnac y las españolas, dirigidas por el Gran Capitán. Lo más característico de esta batalla es la rapidez con que se desarrolló, pues entre la primera carga francesa y la rendición de dicho bando apenas transcurrió una hora, con 4000 bajas del ejército francés y solamente 100 en el español.

Esta batalla marca el inicio de la era de la infantería, al derrotar por primera vez en la historia una unidad de este tipo, armada con arcabuces, a una caballería en campo abierto. Debido a esto, las unidades de infantería se mantuvieron en Europa como elemento base de un ejército durante más de 4 siglos, hasta la Primera Guerra Mundial.

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Fuente: http://www.youtube.com