Alfonso el Sabio, seguía una política en las ciudades conquistadas al Islam, y se basaba en la conversión de estas ciudades en poderosos concejos, mediante amplio ámbito territorial –alfoz-.
Alicante no fue una excepción, al castillo de Alicante empezaron a llegar hombres de armas, caballeros y peones con el amplio beneficio territorial concedido. A este grupo allegado primario, que se destinaba a la defensa armada de la villa y el orden público, se sumó un grupo de artesanos, menestrales y mercaderes con ellos se pretendía asegurar el comercio y la prosperidad creciente en la villa de Alicante.
Desde el principio, a la villa de Alicante se asignó un alfoz amplio y rico que abarcaba doce municipios: Agost, Nompot, Aspe, Elda, Novelda, Petrer, Busot, Aguas, Campello, Muchamiel, San Juan y San Vicente del Raspeig integrados todos al concejo alicantino como aldeas.
El carácter militar de la villa portuaria y estratégico castillo de Alicante, significó la instalación de los caballeros de linaje, destacando los fijosdalgo y otros títulos superiores nobiliarios. En segundo lugar, estaban los caballeros de cuantía, compuesto por los ballesteros de caballos y burgueses que se podían permitir adquirir un caballo y un arma para luchar. También los mercaderes hacendados, con posibilidad de armar y mantener un caballo y jineta. Este grupo de segundones, pertenecían al patriciado urbano.
A este núcleo social, se sumó la pequeña artesanía, integrada por obradores de oficios bajos, tenderos pobres, los menestrales, campesinos de pequeños heredamientos, los pecheros, constituían el grueso de la población.
A todos estos grupos sociales, los hizo beneficiarios Alfonso X de diversos heredamientos, con miras hacia el desarrollo de la ciudad y el incremento poblacional.
Los concejos disfrutaban de personalidad jurídica propia (universitas) y también de un derecho y jurisdicción singular. El fuero local era la normativa legal al que se agregaban privilegios, exenciones…
En agosto del 1252 Alfonso X creó el concejo alicantino y nombró los cuatro más altos funcionarios municipales: juez y alcalde, se dedicaban en administración de justicia y gestión de gobierno. El administrador local de las finanzas, se dedicaba al control de los pesos y medidas del mercado. El escribano, tomaba nota en el acta oficial de las asambleas periódicas.
Cuatro años después delegaba ya en los propios municipales la facultad de elegir los anteriores cargos. Y tal solo les condicionaba en la elección a la previa obtención del visto bueno del Merino Mayor de Murcia.
AZUAR RUIZ, Rafael. Historia de la ciudad de Alicante, tomo II. Alicante, 1990, pp. 239-243.