La población mudéjar formaba dos terceras partes de total de la población de Alicante, en cambio los judíos eran muy pocos, pero representaban un sector importante.
Podemos destacar a los musulmanes que eran productivos en los trabajos agrícolas y en la huerta, pero también en la actividad artesanal y comercial. Estos factores son necesarios para el desarrollo de la economía y prosperidad social de Alicante.
Alfonso el Sabio, empezó a perdonar impuestos urbanos para que este contingente de población no abandonase la ciudad de Alicante.
Emitió a los mudéjares un impuesto que gravaba con una medida de grano anual a los moros exaricos, cultivadores de tierras no propias, en condición de colonos.
También eliminó el censo comunitario de la contribución a las aljamas mudéjares. Pero mantuvo el impuesto del cabezaje, común a musulmanes y judíos, que eran destinados para el mantenimiento y conservación de los muros de la villa de Alicante. Los musulmanes pagaban un impuesto de compraventa realizados en el zoco.
La política fiscal y social que ha de seguir la corona con los mudéjares se puede resumir en la necesidad de proteger y amparar a los mudéjares que tienen que pagar el impuesto de cabezaje, simples aparceros de un terrateniente cristiano pagarán un censo anual de un maravedí alfonsí. Pero los mudéjares que viven de un salario eventual, como jornaleros de azada o faenas en la mar, pueden pagar la mitad del impuesto del cabezaje, medio de un maravedí alfonsí.
Vemos una preocupación de la Corona por la protección y seguridad de la población alicantina, pero a la vez reclama a sus oficiales la recaudación anual del cobro de los derechos que gravan el erario público.
AZUAR RUIZ, Rafael. Historia de la ciudad de Alicante, tomo II. Alicante, 1990, pp. 245-247.