Ausiàs March, tradicionalmente vinculado a Gandia y Beniarjó, parece, sin embargo, que nació en Valencia el año 1397. Hijo de Pere March y sobrino de Jaume March, ambos poetas y caballeros del XIV, pertenece a la baja nobleza. Como caballero participó en la campaña militar de Alfonso el Magnánimo en Italia (1420 – 1425) y fue recompensado con territorios y honores. El año 1425 es nombrado halconero mayor del rey, justo cuando acaba su vida militar y se inicia la época de creación poética de Ausiàs March. Poco tiempo después residió en Gandía y Valencia, desde donde se dedica a administrar sus bienes.
Se casó con Isabel Martorell, hermana de Joanot Martorell, autor del Tirant lo Blanch. Dos años después, enviudó, y a partir de ese momento, lo encontramos involucrado diversos conflictos y pleitos. Contrajo matrimonio nuevamente, con Joana Escona, que murió también sin descendencia; asimismo, tuvo hijos naturales. Ausiàs March murió en Valencia el año 1459.
La poesía de Ausiàs March supuso la ruptura con la poesía trovadoresca. Escribió en valenciano porque quería abandonar expresamente la lengua occitana como lengua poética, y, además, su poesía amorosa es personal y sincera, con profundas reflexiones sobre la muerte. Ausiàs March se aleja de la tradición trovadoresca, sobre todo por el tono intimista y por la reflexión personal que aportan las vivencias y los sentimientos de un yo concreto, con virtudes y defectos, con dudas y certezas.
Pero por encima de reminiscencias, de influencias o, si se prefiere, de plagios, hay en Ausiàs March, a lo largo de su obra, una cosa que lo separa fundamentalmente de trovadores provenzales y de poetas italianos, y es su actitud frente a la mujer. La dama de los trovadores es cantada prestando atención a su jerarquía social, es la domna, la señora, entendido feudalmente el término, a la cual el poeta rinde un vasallaje amoroso que es una adaptación del vasallaje feudal. Este concepto, propio de las condiciones sociales de las cortes del Mediodía de las Galias y que debido a condiciones similares se mantuvo vigente en Cataluña hasta finales del siglo XV, como demuestran Gilabert de Próixita, Andreu Febrer, Jordi de Sant Jordi y otros, no encajó con las condiciones sociales italianas; y en Italia, los stilnovisti, opusieron a la señora de los trovadores, la alta categoría que se basaba en el linaje, la mujer angelicata: aquélla que merece ser amada no por la nobleza de la sangre, sino por la nobleza del corazón, o sea el corazón gentil (no olvidemos que gentil significaba noble).
La sublimación de la dama es cada vez más grande entre los poetas italianos: para Dante Beatrice será la Teología que la conducirá hasta Dios, y para Petrarca Laura encarnará la más elevada espiritualidad. En este camino ascendente era imposible llegar más alto. Y Ausiàs March, lógicamente, no lo pretendió. Lo que hizo nuestro autor, y no lo hicieron ni los trovadores ni los italianos, es considerar a la dama simplemente como una mujer: con virtudes y vicios, con firmeza y debilidad, un ser capaz de pecar y de hacer pecar al poeta. La sitúa a ras de tierra, donde realmente está, y desde la tierra la ama o la odia, la reza o la canta cuando muere, y descabeza toda una teoría moral sobre los diversos amores y los contradictorios estados del enamorado.
Esta nueva visión de la mujer muestra un distanciamiento respecto a la sensibilidad medieval. Ahora bien, nuestro poeta, lejos de ser un precursor del Renacimiento, continúa siendo un poeta típicamente medieval sin tenemos en cuenta los temas, los procedimientos estilísticos, la métrica y la actitud moralista.
* Dejamos aquí el enlace de un vídeo que nos ha dejado nuestra compañera Jéssica, del blog Un viatge per la Xàtiva del segle XVIII. Esperamos que os guste: http://www.youtube.com/watch?v=xh11JDaql6w