Hablemos de población

El siglo XVIII, es el siglo de las Luces, la era de la Ilustración. El advenimiento de la nueva centuria traerá consigo un nuevo movimiento cultural e intelectual en Europa que se preocupará por alcanzar un conocimiento crítico de la realidad y estará cargado de un inmenso afán renovador en diversos ámbitos como en la economía y la política.

Con los ilustrados el asunto de la población empieza a ser tomado en consideración y a ser motivo de estudio. En épocas anteriores los recuentos poblacionales tenían objetivos muy claros, especialmente estaban enfocados a la recaudación de impuestos y para realizar levas y nutrir las filas de los ejércitos con soldados.

Los estudios demográficos realizados en esta centuria son tomados con cierta crítica y sus resultados manejados por los eruditos quienes dejaron constancia de los mismos y realizaron algunas objeciones u observaciones a estos estudios.

Hemos de hacer alusión a una serie de recuentos poblaciones que suponen un antes y un después en los estudios demográficos por las novedades y mejoras que introdujeron con respecto a las épocas pasadas.

En primer lugar, el famoso Censo de Aranda fue pionero en realizar un recuento poblacional por habitantes en lugar de realizarlo por vecinos, y esta nueva forma introducida por el ministro se continuara practicando en adelante.

Por su parte, el no menos célebre Censo de Floridablanca insistirá en el determinante “factor de ocultación” que obliga a considerar las cifras como mínimas. Este factor consiste en tener en cuenta que muchos habitantes de ciudades y villas trataron, por motivos esencialmente pecuniarios, de ocultarse y así sortear las imposiciones estatales tales como las cargas impositivas o los reclutamientos forzosos.

El factor de ocultación es un concepto a tener en cuenta a la hora de reproducir las cifras de los recuentos, ya que los estudiosos de la demografía tratan de tener en cuenta toda esta serie de factores a la hora de fijar cifras aproximadas sobre el grueso poblacional real de un lugar determinado.

El mercantilista Ustáriz se encargo de dar a conocer, durante el primer cuarto del siglo XVIII, los resúmenes de los vecindarios de los distintos reinos y provincias de España. Para el Reino e Valencia se contabilizó en el año 1714, un total de 63. 770 vecinos, cifra que fue multiplicada por cuatro por Cavanilles con el fin de hallar el número de habitantes lo que le dio un total de 255.080 personas.

No obstante el propio Ustáriz notificó que en algunas poblaciones españolas las cifras que otorgaban los vecindarios eran bastante menores de lo que en realidad suponían y lo explico por el hecho de que los corregidores y justicias formaron el censo con el “recelo de que s eles repartiessen soldados quintados y contribuciones extraordinarias a proporción del número de sus moradores… temerosos de que se les repitiessen, como sucedió hasta la última Paz., y así, era muy natural que procurasen disminuir su población en estas relaciones…” Las comprobaciones de Ustáriz arrojaron un déficit, que basculaba entre una quinta y una tercera parte, según las localidades.

AntoniJoseCavanilles

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