La sociedad valenciana del siglo XV

La sociedad Valenciana del cuatrocientos experimenta un gran auge con una preponderancia del capitalismo artesanal-financiero,  donde las organizaciones gremiales participan de manera activa en la gestión pública de la ciudad. La ciudad en este siglo se convierte en un polo de atracción de para artesanos, comerciantes, labriegos y masas de población, tanto del reino como de otros estados de la corona de Aragón y del extranjero.

En cuanto al aspecto religioso, la diócesis de Valencia se desliga de la dependencia eclesiástica de Tarragona, y proporciona un santo, evangelizador y político, San Vicente Ferrer, y dos Papas a la Cristiandad: Calixto III y Alejandro VI.

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Culturalmente, florece el siglo de oro de las letras Valencianas, y se obtiene la concesión de la Bula Pontificea en 1500 para instituir la Universidad de Valentina.

El desarrollo de la sociedad Valenciana se manifestó a todos los niveles, con altos rendimientos en la agricultura, se potencia la artesanía, la menestralía impulsará el comercio, el mercantilismo crecerá notablemente, la economía atravesará un momento de apogeo y la banca privada crecerá e invertirá en numerosos negocios. Crecerá el gusto por la cultura y nuevas formas de vida presidirán muchas actividades sociales.

Gran parte del peso de la sociedad caía en manos de la burguesía, que después de haberse enriquecido a lo largo de los siglos precedentes, aspiraban a alcanzar privilegios y equipararse a la nobleza. Estas dos clases sociales ostentaban el poder político y se habían establecido como clase dominante.

En el cuatrocientos se acentúan los rasgos de las distintas clases sociales. Las diferentes crisis vividas en la ciudad en los siglos XIII y XIV influyeron en el desequilibrio de los diferentes estratos sociales.

El patriciado urbano que se posicionaba como la oligarquía local, estaba constituido por una minoría dentro  de la población de la urbe, se trata de una porción social de heterogénea procedencia y condición económico-social. Ostentan gran poder económico, social y político y participan en el gobierno  de la ciudad.

Los grandes comerciantes y grupos mercantiles y artesanales ocupan un espacio destacado y ostentan un gran poder convirtiéndose en una verdadera aristocracia.

La “ma mitjana”  de las capas urbanas se identifica con el estamento de los mercaderes , diferenciando a los grandes mercaderes , de alta posición económica, de los pequeños comerciantes, especie de tenderos menestrales.

Los  mercaderes procedentes de las capas inferiores,  marchantes, tenderos y marineros,  cuando ascendían económicamente no tardaban en tratar de ingresar en el patriciado urbano y adquirían consideración social.

Las clases urbanas inferiores estaban compuestas por artesanos y menestrales. Así como el patriciado y las clases medias representaban una pequeña porción de la población, los artesanos y menestrales representaban el 80% de la población urbana. Esta clase inferior  no era uniforme, sus integrantes poseían diferente condición social y posición económica.

Dentro de estas capas inferiores existieron diversos estratos;  fadrins, braceros, maçips, obreros, etc. Y en la parte más baja de estos estratos inferiores se encontraban los vagabundos, esclavos y mendigos.

En la sociedad Valenciana hay una interdependencia entre todos los sectores de población, estableciendo  una subordinación entre los diferentes estratos; servidores subordinados a los señores; artesanos a mercaderes, y estos a los patrones de embarcaciones; los soldados a sus oficiales o monarca; y por último artesanos, mercaderes y patrones dependían, en parte, de financieros o banqueros, cristianos y judíos.

La nobleza, caballeros y eclesiásticos se sirven de sus servidores para explotar sus bienes, al igual que lo hacia la enriquecida burguesía.

La clase artesanal se integraba dentro los gremios que regulaban la actividad trabajadora de la ciudad.

En el cuatrocientos la sociedad Valenciana era un  verdadero mosaico sociodemográfico formado por las distintas clases sociales y etnias. Pese a esto, la fusión de las diferentes etnias no dio homogeneidad a la sociedad, existían una marcada diferenciación sociopolítica y  racial. El estrato cristiano dominaba a sarracenos y judíos, discriminados por su religión, bases socioeconómicas y pautas de comportamiento, a lo que hay que añadir la propia voluntad de segregación de las minorías religiosas. Esta estratificación étnica y social impedía el mestizaje y la aculturación plena. La diferenciación entre sectores era clara,  pero convivían de manera pacífica en la ciudad de Valencia esclavos, siervos, labriegos, menestrales, artesanos, comerciantes, burgueses , religiosos, estamento de caballeros y la nobleza, con las comunidades sarracena y judía.

Se observa como a lo largo del siglo XIV y plenamente en el XV la base social valenciana pasa de ser militar a ser económica, con numerosa acumulación de capitales, hecho que no agrado a estamento eclesiástico, condenando el lucro excesivo provocado por las actividades mercantiles (San Vicente Ferrer condena este lucro producido por la actividad mercantil). Estos ataques a la clase mercantil era bien vista por el “poble menut” e incluso a la aristocracia terrateniente, viendo como su posición cambiaba dentro de la nueva coyuntura económica.

Los “ciudatans honrats” o burgueses “de ma major” constituían una oligarquía reducida (patriciado urbano) compuesta por industriales, ricos mercaderes, juristas, médicos, artistas y altos funcionarios. Se trata de un estamento culto y que amaba el lujo y la ostentación de riqueza.

En los albores de la economía industrial-capitalista, la pequeña nobleza y caballeros no se marginaron de las diferentes actividades mercantiles y comerciales, participaron como armadores de embarcaciones, patronos de naves, inversores, socios de comandas marítimas y miembros de sociedades comerciales de ámbito internacional.


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