HISTORIA DEL PENSAMIENTO HUMANISTA EN ESPAÑA

Desde finales del s. XIV hasta finales del XVI el pensamiento humanista y renacentista se propagó por España. Fue una corriente común de pensadores que en todos los campos de la especulación intelectual asumieron posiciones acordes con la mutación del hombre en el paso del medievo al mundo moderno.

En el siglo XV conviven en España pensadores esencialmente humanistas con autores prevalentemente medievales. Tradición y progreso conviven dialécticamente aceptándose y rechazándose recíprocamente. Conocer el mundo antiguo suponía para los humanistas subrayar el denominador común del humanidad existente a lo largo de las distintas generaciones. Los estudios liberales eran los únicos capaces de desarrollar con eficacia la humanidad del hombre, considerando que el mirar hacia atrás no suponía un retroceso sino un avance.

Nos encontramos con un antroponcentrismo radical del que se derivan: el individualismo, el intimismo, el subjetivismo, el personalismo y el cripticismo. Interesa en esta etapa más el hombre concreto que el hombre abstracto, el hombre en su dimensión individual y personal, el hombre en su modo de ser, pensar y vivir. Se estudia al hombre por primera vez con métodos inductivos, fijándose en su anatomía, en su psicología, en su temperamento y en las relaciones entre el cuerpo y el espíritu. Esta nueva concepción del hombre en su conjunto corpo e anima, fue in creccento durante los siglos que sucedieron, el estudio de las humanidades se convirtió en una pieza indispensable para el conocimiento en las universidades, las artes, la escritura, la cultura y la educación fueron un foco de este cambio. El nuevo modo de pensar se enfocaba en el conocimiento del hombre y su contexto, la libertad de conocimiento como premisa, tanto cultural como científica.

Este conocimiento no menguó en su evolución hacia una España más moderna, aunque sí es cierto que fue restrictivo en algunas áreas. La religión católica impuesta por el estado era muy rígida en cuanto a este pensamiento libre proclamado por los humanistas, pero no evitó que muchos de ellos se convirtieran en maestros y lograran un puesto de enseñanza en las universidades más importantes de España.

La circunstancia histórica de la España imperial condicionó la singularidad de este renacer cultural, de su desarrollo y evolución, de modo que, aun participando de rasgos comunes a otros renacimientos europeos, como el italiano, el francés, o el inglés, el Renacimiento español se revistió de unos caracteres propios:

– Tendencia a la síntesis armónica de lo clásico y lo medieval, logrando una adhesión más razonable y menos cordial con la tradición (continuismo)

– Interés socio−político y preocupación por el desarrollo económico, con referencia al todo nacional

– La cultura, factor y elemento de moderación en las relaciones del pueblo con la jerarquía política y religiosa;

– La formación integral, a partir de los estudios de humanidad (studia humanitatis)

– La verdad moral, objeto de la filosofía moral, referida cada vez más insistencia a la responsabilidad personal.