INTRODUCCIÓN DEL HUMANISMO

Mientras las universidades francesas seguían preocupadas por la escolástica, los eruditos de las mismas y ávidos del floreciente humanismo italiano trataban de introducir, tras sus continuos viajes transalpinos, la nueva corriente. De manera infructuosa, no había apoyo institucional debido a unas arcas vacías tras la Guerra de los 100 años y la hostilidad intelectual por parte de algunos duchos en lo canónico y dogmático por recelo a resaltar lo clásico, al fin y al cabo ensalzaba a Italia y no a Francia.

El punto de inflexión a la hora de la recepción del humanismo en las universidades vino de la mano de Carlos VII y su “Promenade” o invasión relámpago de Italia que pese a su fracaso, los efectos intelectuales se dejaron notar en Francia.

Ya no sólo los viajeros eran los sabedores del empaque humanista italiano, sino la nobleza tuvo constancia de ello. Es el caso más notable, y humanista francés más resaltado de Guillermo de Budé, que fue en numerosas ocasiones a Italia en calidad expresa del monarca Luis XII y promotor de esta corriente bajo sanción de Francisco I. La intromisión del poder regio en las universidades a mano de los humanistas sólo consiguió la introducción de los métodos más que del contenido, que justifican la variante individualista que presentaran los franceses, principalmente Rabelais y Michel de Montaigne, alejados de la política a diferencia de Erasmo, Vives o Maquiavelo.