Post para mayores de cuarenta

Bocairent es un bonito pueblo de la Vall d’Albaida cuyo barrio medieval, sobre todo visto desde la carretera, siempre me ha impresionado. El viernes pasado hice por allí una salida de campo con una clase de estudiantes de grado.

Con toda la ilusión que tengo en mi duodécimo curso de docente, dediqué un buen tiempo a preparar concienzudamente la salida de campo. Con una amiga del pueblo me fui a Bocairent unas semanas antes y concertamos entrevistas con el alcalde, con la concejala de turismo, con los responsables de los dos hoteles del pueblo, preparamos la visita al Tourist Info y el recorrido por el barrio medieval. Para terminar se me ocurrió organizar una especie de “caza del tesoro”. Los estudiantes debían responder a unas preguntas buscando las respuestas por el barrio medieval. Una forma de evaluar haciendo algo divertido. Recuerdo con mucha calidez el anochecer de verano que pasé resolviendo acertijos por el caso antiguo de Biar durante una colonia de vacaciones hace casi treinta años. Un juego de preguntas por el barrio medieval de Bocairent podía quedar bastante bien.

Pero, claro, esto era otra cosa. El cuestionario debía ser riguroso y equilibrado, y eso es complicado, sobre todo si es la primera vez que piensas las preguntas. Así que mi amiga y yo nos fuimos por el barrio medieval preparando lo que iba a decir en cada parada y pensando en las preguntas, muchas preguntas para que cada grupo pudiera tener las suyas. Sólo se nos ocurrieron preguntas puntillosas, un poco enciclopédicas: ¿En qué año tomó Jaume I el pueblo? ¿De qué partido es el alcalde? ¿Cómo se llama el poeta almorávide? ¿Cuántas paradas tiene el Vía Crucis que sube a la Ermita del Santo Cristo?… Para evitar que fueran demasiado irresolubles les puse facilidades, como por ejemplo, dejar las preguntas casi en el mismo orden de la visita.

El día de la salida campo hicimos las entrevistas, la visita del barrio medieval y al final, les distribuí por grupos los cuestionarios de la gincana. Los dejé sentados en las escaleras de la Parroquia y me fui, aunque con la impresión de que no se estaban moviendo demasiado. De alguna manera deberían hacerlo y lo harían, jeje… había preguntas que sólo se podían resolver yendo al sitio.

Veinticinco minutos más tarde estaba tomando algo en la Plaza del Ayuntamiento y apareció uno de los estudiantes y con una entrañable naiveté me dijo: “la única duda que tenemos es en la pregunta del Vía Crucis, hemos puesto trece paradas pero en internet ponía catorce”.

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