El Líder Supremo

El Líder Supremo también mira de reojo.

Hace tiempo que quería escribir un post sobre Corea del Norte. Después de haber declarado la guerra al resto del mundo y que el resto del mundo, más o menos, pasara de él, ya no se oye hablar del Líder Supremo. Debe estar preguntándose, bueno… y ahora ¿qué hago?

Las disciplinas de las ciencias sociales podrían permitir interpretar lo que, en líneas muy generales (y suficientes para este post), piensa el Líder Supremo Kim Jong-Un. Juega con la amenaza exterior y general para contener la amenaza interior y personal: sus generales, que deben ser los únicos que le pueden apartar del poder. Tanto él como su papá encienden fuegos en realidad calculados: dotarse del arma nuclear, declarar la guerra al rest of the world; atacar algún barco surcoreano; bombardear pueblos pesqueros; mandar misiles sobre Japón… Pero todo permanece milimétricamente por debajo del umbral de lo soportable para las potencias que le rodean, aunque con ese halo de locura que le caracteriza. Sabe que el equilibrio sobre el que se asienta su poder es inestable y que si supera la línea roja él y su dinastía (lo único que le importa a cualquier monarca) no resistirá. En realidad el arma nuclear, en caso de que le funcione y de que tenga poder para lanzarla, sólo le sirve como cualquier arma nuclear, de amenaza y de cierta garantía para que no se metan demasiado con él.

Los países de alrededor, y sobre todo Corea del Sur, deben estar pensando en dos cosas: primero cómo ignorarlo mientras esperan a que el grano madure y se lo puedan quitar de encima sin que les reviente en la cara; segundo como se van a repartir el territorio y la influencia sobre Corea del Norte cuando caiga, si es que cae.

Estados Unidos, que cuenta como potencia local, querrá materias primas y colocar otro peón en la frontera china en vista a la guerra fría que se avecina en este siglo XXI. Me imagino que Japón y Rusia, en decadencia demográfica, jugarán a la defensiva y querrán materias primas así como asegurarse el mínimo de riesgo posible. Quizás apoyen de una u otra manera la carta estadounidense, el actor más alejado de la zona. China, el principal aliado de Corea del Norte, es la potencia más interesada por el status quo aunque no se fía ni un pelo de Líder Supremo. Además de sus materias primas le gustaría que fuera un poco más previsible para no tener hacer de bombero constantemente.

Los que por naturaleza tienen más cartas en el asunto son los surcoreanos. Deben de haber estudiado al dedillo la historia y los errores de la reunificación alemana. Saben que con los recursos del norte (bomba incluida) y con la población pobre, joven y disciplinada pueden espolear su creciente industria high tech, transformarse en una gran potencia de ochenta millones de habitantes e incluso superar a Japón económicamente y demográficamente, la inconfesable fantasía de cualquier coreano, tanto del norte como del sur.

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