“El hombre ha nacido libre y, sin embargo, vive en todas partes encadenado. Incluso el que se considera amo no deja de ser menos esclavo por ello que los demás”.
Con esta frase lapidaria comienza Rousseau el capítulo I de El Contrato Social. Estas palabras plantean de lleno el tema de la alienación. En efecto, si el hombre es por naturaleza libre, y no vive en libertad, es que la ha enajenado, reconociendo el propio Rousseau su ignorancia sobre la manera en que ha podido operarse esta transformación.
Se pregunta Rousseau qué puede imprimir a lo anterior el sello de legitimidad, diciendo que si no consideramos más que la fuerza, un pueblo que por aquella recobra su libertad, con el mismo derecho con que le fue arrebatada, prueba que fue creado para disfrutar de ella. No obstante, parece que hay algo contradictorio: el orden social que debe existir, derecho sagrado que sirve de base a todos los demás, si bien su fundamento no es natural, sino convencional, es decir, está basado en convenciones.
Cabe preguntarse si tal “derecho sagrado” —el orden social— es o no compatible con el derecho innato al hombre: la libertad. He aquí planteada la cuestión fundamental que Rousseau trata de contestar en las páginas El Contrato social.
En el vídeo que aquí os presento se trata el concepto de alienación y libertad en Rousseau.
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