El filósofo francés Michel Onfray en su último libro llamado Los ultras de las Luces (Anagrama, 2010), perteneciente a la serie Contrahistoria de la filosofía, hace una revisión desde una óptica heterodoxa y, por lo tanto libre de convencionalismos, al denominado Siglo de las Luces. En esta obra se rescatan pensadores apartados de la historia “oficial” de la filosofía, como son los filósofos materialistas Meslier o La Mettrie, o los utilitaristas, entre quienes nos encontramos a Maupertius, Helvecio y D’Holbach. Además muestra el lado más reaccionario de filósofos elevados a los altares por la academia como pueden ser Voltaire, Kant o Rousseau.
Puesto que estoy tratando la figura de Rousseau, me centraré en lo que Michel Onfray nos dice sobre el lado menos conocido del filósofo ginebrino. Para empezar, Onfray critica posturas adoptadas por Rousseau en su Discurso sobre la ciencia y las artes, donde expresa ideas tan poco ilustradas como el desprestigio de la invención de la imprenta, ya que, según Rousseau, era culpable de haber hecho posible la edición de tantos libros peligrosos; el odio al teatro, que reblandece la conciencia y el cuerpo; el elogio de la ignorancia; el interés por mantener al pueblo en la obediencia; la alerta contra todo deseo revolucionario; la defensa de la pena de muerte; la celebración de la rusticidad, el trabajo manual, la fe, la religión y la disciplina militar; “y todo eso acompañado de una crítica a los trabajos intelectuales, la filosofía y la metafísica. Un auténtico breviario de oscurantismo…” (pp. 23-24). Otro momento donde Rousseau, según el autor de Los ultras de las Luces, se retrata como un filósofo intolerante es cuando tilda de peligrosa la obra Del espíritu de Helvecio, en la que éste condena el fanatismo, la superstición y el despotismo. Rousseau en sus escritos siempre se mostró escéptico con las ideas materialistas o ateas, pero el caso de Helvecio es excepcional, pues no critica la religión en sí, ya que es deísta como el propio Rousseau.
En resumen vemos como el autor de El Contrato Social no era tan condescendiente con todo lo que representara el progreso de la sociedad. Aun así y respondiendo a la pregunta del título de esta entrada, pienso que aunque desarrolle ideas que no están muy en consonancia con “las Luces”, sino, como dice Onfray, con “las Luces pálidas”, no se puede tachar a Rousseau en su conjunto como un reaccionario, pues sería demasiado simplificador y no se estaría valorando realmente el resto de ideas que expresa en su obra.
Para finalizar, recomiendo encarecidamente la lectura de Los ultras de las Luces. En ella encontraréis a pensadores muy interesantes, los cuales fueron arrojados al vertedero de la historia por no adaptarse a los “cánones oficiales”.