EL CALVINISMO
El calvinismo (a veces llamado tradición Reformada, la fe Reformada o teología Reformada) es un sistema teológico cristiano y una actitud hacia la vida cristiana que pone el énfasis en la autoridad de Dios sobre todas las cosas. Esta vertiente del Cristianismo Protestante fue desarrollada por Juan Calvino (reformador religioso francés del siglo XVI).
La tradición Reformada fue posteriormente liderada por teólogos como Martin Bucer, Heinrich Bullinger, Pietro Martire Vermigli y Ulrico Zuinglio e influyó a reformadores británicos como Thomas Cranmer y John Jewel. Sin embargo, debido a la gran influencia y rol de Juan Calvino en los debates confesionales y eclesiásticos del siglo XVII, la tradición llegó a conocerse con el nombre de calvinismo. Hoy en día, el término designa también las doctrinas y prácticas de las iglesias Reformadas, de las cuales Calvino fue uno de sus primeros líderes.
Trasfondo histórico
Juan Calvino, influyó notablemente en el desarrollo de las doctrinas de la Reforma Protestante. A los 25 años, en 1534, empezó la primera edición de su obra Institución de la Religión Cristiana, que se publicó en 1536. Esta obra, que fue revisada en diversas ocasiones durante su vida, además de la numerosa colección de cartas pastorales y comentarios bíblicos, constituyen la fuente de la repercusión que ha tenido sobre todas las denominaciones del Protestantismo a lo largo de su historia.
El crecimiento de las Iglesias Reformadas y calvinistas pertenece a la segunda fase de la Reforma Protestante. Tras la excomunión de Martín Lutero por la Iglesia Católica Romana, Calvino se refugió en Suiza. Había firmado la confesión de Augsburgo en 1540, pero su repercusión fue más notable en la Reforma Suiza, la cual no era luterana, sino que se basaba en las enseñanzas de Ulrico Zuinglio. La enseñanza y la doctrina protestantes estaban evolucionando de manera independiente a Martín Lutero, bajo la influencia de muchos escritores y reformadores, entre los que destacaba Calvino.
Descripción general
Numerosos teólogos no necesariamente relacionados con las Iglesias Reformadas han contribuido a desarrollar la cosmovisión calvinista como se le conoce hoy en día. Entre ellos se cuentan el teólogo danés Francisco Gomarus; John Knox, el fundador de la iglesia presbiteriana; John Bunyan un predicador bautista, autor del bestseller cristiano “El Progreso del Peregrino”, y el teólogo norteamericano Jonathan Edwards, uno de los principales protagonistas durante el resurgimiento espiritual denominado Primer Gran Avivamiento en los Estados Unidos a mediados del siglo XVIII.
Doctrina calvinista
La gracia soberana
El calvinismo enfatiza la depravación de la naturaleza moral humana hacia la necesidad de la gracia soberana de Dios en la salvación. La Biblia (Romanos 3:10-12) enseña que las personas son completamente incapaces de seguir a Dios o escapar de la condenación delante de Él y que solamente por intervención divina drástica, en la cual Dios cambiando la naturaleza misma del creyente (nuevo nacimiento), quitando el corazón de piedra y poniendo uno de carne, pueden las personas ser convertidas de rebelión a obediencia voluntaria.
Desde este punto de vista, todas las personas dependen enteramente en la misericordia de Dios, a quien le sería justo el condenarlos a todos por sus pecados, mas ha escogido ser misericordioso con muchos para dar gloria a su propio nombre. Una persona es salvada mientras que otra es condenada, no por causa de la voluntad, fe o alguna otra virtud en la persona, sino por causa de la elección soberana de Dios para tener misericordia de él. Aunque la persona debe actuar para creer y ser salvo, esta obediencia de fe es el regalo de Dios según el calvinismo, y por esto Dios completa la salvación de pecadores.
Los calvinistas enseñan estas Doctrinas de la Gracia primeramente porque son bíblicas; luego estas doctrinas demuestran la magnitud del amor de Dios al salvar a aquellos que no querían ni podían seguirle, así como para quebrantar la arrogancia y la dependencia en sí mismo y caer en los tiernos brazos del verdadero y Soberano Señor. La santificación se persigue como el confiar continuo en Dios para limpiar el corazón depravado del cristiano del poder del pecado cancelado y extender el gozo.
“La Vida es Religión”
El sistema teológico y las teorías prácticas de la iglesia, familia y vida política, todas (ambiguamente) llamadas “calvinismo,” son el crecimiento de una conciencia religiosa fundamental que está centrada en la soberanía de Dios. En principio, la doctrina de Dios tiene un lugar preeminente en cada categoría teológica, incluyendo el entendimiento calvinista de cómo una persona debe vivir. El calvinismo presupone que la bondad y el poder de Dios tienen un libre e ilimitado alcance de actividad, y eso trabaja como una convicción de que Dios está obrando en todos los aspectos de existencia, incluyendo los aspectos espirituales, físicos e intelectuales, ya sea secular o sagrado, público o privado, en la tierra o en el cielo.
Según este punto de vista, el plan de Dios se trabaja en cada evento. Dios es visto como el creador, preservador y gobernador de todo. Esto produce una actitud de dependencia absoluta en Dios, la cual no se identifica solamente con actos temporales de piedad (por ejemplo, la oración); si no que es un amplio patrón de vida que, en principio, aplica tanto a cada obra trivial como a tomar la comunión. Para el cristiano calvinista, toda la vida es religión cristiana. Al calvinismo también se le atribuye una doctrina basada en la radicalización del luteranismo, impuesto en el siglo XVI.
Los Cinco Puntos del Calvinismo
La teología calvinista es identificada en la mente popular como los “cinco puntos del calvinismo,” que son un resumen de los juicios (o cánones) presentados por el Sínodo de Dort y que fueron publicadas como una respuesta detallada (punto por punto) a los cinco puntos de la Protesta Arminiana. Calvino mismo nunca usó tal modelo, y nunca combatió el Arminianismo directamente. Estos puntos, pues, funcionan como un resumen de las diferencias entre el Calvinismo y el Arminianismo, pero no como una suma completa de los escritos de Calvino o de la teología de las iglesias reformadas en general. La aserción central de estos cánones es que Dios es capaz de salvar a cada persona por quien Él tenga misericordia y que sus esfuerzos no son frustrados por la injusticia o la inhabilidad del hombre.
Los cinco puntos del calvinismo son:
1.1. Depravación Total:
Debemos empezar con algo que debe ser fundamental en el asunto de la salvación, y esto es, una evaluación correcta de la condición del individuo que se debe salvar. Si tenemos vistas deficientes y ligeras sobre el pecado; entonces estamos propensos a tener vistas defectuosas para la salvación del pecador. A la luz de las Escrituras el estado natural del hombre es un estado de depravación total y por consiguiente, había inhabilidad total de parte del hombre para ganar, o contribuir, a su salvación. El catecismo de Heidelberg en su pregunta 8 nos dice: ¿Estamos tan corrompidos que somos totalmente incapaces de hacer el bien e inclinados a todo mal? RESPUESTA: Ciertamente, si no hemos sido regenerados por el Espíritu de Dios Génesis 8:21, 6:5; Job 14:4, 15:14,16,35; Juan 3:6 Isaías 53:6 Juan 3:3,5; 1ª Corintios 12:3; 2ª Corintios 3:5 Cuando se habla de depravación total, sin embargo no se refieren a que cada hombre es tan malvado como pueda ser, ni que el hombre sea incapaz de reconocer la voluntad de Dios; ni tampoco de que sea incapaz de hacer algún bien hacia su prójimo o aun dar lealtad externa a la adoración de Dios. Lo que sí se quiere decir es que cuando el hombre cayó en el Huerto del Edén cayó en su ‘totalidad’. La personalidad completa del hombre ha sido afectada por la caída, y el pecado se extiende al completo de las facultades, la voluntad, el entendimiento, el afecto y todo lo demás. Creemos que esto es irrefutablemente enseñado por la Palabra de Dios a la cual ahora nos referimos. La Biblia enseña con absoluta claridad que el hombre, por naturaleza, esta MUERTO! “Así que como por un hombre el pecado entro en el mundo, y la muerte por el pecado; y así la muerte paso a todos los hombres, porque todos han pecado”. [Rom. 5:12] Nos enseña que los hombres están ESCLAVIZADOS: “Que con mansedumbre corrija a los que se oponen: si quizás Dios les dé que se arrepientan para conocer la verdad; y se zafen del lazo del diablo en que están cautivos a voluntad de él” [2º Tim. 2:25]. Nos enseña que el hombre esta CIEGO, y SORDO: ‘ … mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo oigan y no entiendan” [Marcos 4:11]. Nos enseña que NO ESTAMOS INSTRUIDOS, “mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios porque le son locura; y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” [1º Cor. 2:14]. La Biblia habla de nosotros que somos PECAMINOSOS POR NATURALEZA: (i) Por Nacimiento: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” [Salmos 51:5]. (ii) Por Practica: “Y vio Jehová que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” [Gen. 6:5]. Esto es el estado natural del hombre. Entonces debemos preguntar; ¿pueden los muertos darse vida a sí mismos? ¿Pueden los ciegos darse vista a sí mismos, o los sordos darse el oír? ¿Puede el no instruido enseñarse a leer a sí mismo? ¿Puede el naturalmente pecaminoso cambiarse a sí mismo? Seguro que no “¿Quién puede sacar algo limpio de lo impuro?” pregunta Job; y el contesta, “Nadie” [Job 14:4]. “¿Mudará el negro su pellejo, y el leopardo sus manchas?” [Jeremías 13:23] La depravación llega a tal punto que siendo ofrecida la salvación a todos, todas las personas la rechazan, prefiriendo estar en sus pecados “Y esta es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas.” [Juan 3:19]
1.2. Elección Incondicional
Nuestra actitud hacia la depravación total como una declaración Bíblica de la condición natural del hombre determinará nuestra actitud hacia el siguiente punto. La doctrina de elección incondicional sigue naturalmente a la doctrina de depravación completa. Si el hombre en verdad está muerto, prisionero, y ciego etc., entonces el remedio para todas estas condiciones debe descansar fuera del hombre mismo (Esto es, con Dios) ¿puede el muerto levantarse así mismo?, la respuesta inevitablemente debe ser: “por supuesto que no”. Sin embargo hombres y mujeres son levantados de su muerte espiritual “nacidos de nuevo” como lo pone el evangelio según San Juan; y como son incapaces de llevar a cabo esta obra por ellos mismos, entonces tenemos que concluir que es Dios quien los levanto. Por el otro lado como muchos hombres y mujeres no han sido vivificados, tenemos que igualmente concluir que eso es porque Dios no los ha levantado. Si el hombre es incapaz de salvarse a sí mismo, siendo la caída de Adán una caída total, y si solo Dios puede salvar, y si no todos son salvos, entonces la conclusión debe ser que Dios no ha escogido salvar a todos. El tema es tan vasto como el océano mismo; pero no podemos hacer más que citar solo unos pocos versículos claves que actúan como mapas y compás a través de estos poderosos mares. La historia de la Biblia es la historia de elección incondicional. Es extraño que los que se oponen a esta doctrina fallan en reconocer esto. Algunos creyentes tienen dificultad en creer que Dios pueda pasar a algunos y escoger a otros, y sin embargo no parecen tener dificultad en creer que Dios llamo a Abraham del pagano Ur de los Caldeos y dejo a los otros en su paganismo. ¿Porque debería Dios escoger a la nación de Israel como Su “gente peculiar”? No hay necesidad de especular, porque Deuteronomio 7:7 nos da la prepuesta: “No por ser vosotros mas que todos los pueblos os ha querido Jehová, y os ha escogido; porque vosotros erais los más pocos de todos los pueblos: Sino porque Jehová os amo,…’ porque debería Dios, completamente desatendiendo las leyes familiares de Israel, escoger al hijo menor Jacob, en lugar de Esaú el mayor? Romanos 9:11-13 “…para que el propósito de Dios conforme a la elección, .. A Jacob ame mas a Esaú aborrecí.” ¿Cuál era la doctrina que Jesús predico en la sinagoga en Nazaret sino la doctrina de elección incondicional? “Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los tiempos de Elías, … Pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a Sarepta de Sidon a una mujer viuda.” [Lucas 4:25-27]. Sabemos los resultados de la predicación de nuestro Señor de ese mensaje. “Y le llevaron hasta la cumbre del monte para despeñarle.” Falta de espacio prohíbe un relato completo de la elección soberana de Dios de Su pueblo; pero la verdad es clara: “No me elegisteis vosotros a mí mas yo os elegí a vosotros; [Juan 15:6]; Todo lo que el Padre me da, vendrá á mí; y al que á mí viene, no le hecho fuera. [Juan 6:37]; He manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra… Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son [Juan 17:6,9]; O no tiene potestad el alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra, y otro par vergüenza?” [Rom. 9:21] “Tendré misericordia del que tendré misericordia, [Rom 9:15]. “Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos [Efesios 1:4-5]; y así sucesivamente.
1.3. Expiación Limitada
Este tercer punto no solamente nos trae al punto central de los cinco, sino también a la verdad central del evangelio, esto es, al propósito de la muerte de Cristo en la cruz. Esto no es accidental. Tenemos la enseñanza de la Biblia que ha puesto al hombre debajo del título general de depravación total, o inhabilidad total. Segundo como algunos hombres y mujeres son indudablemente salvos, entonces tiene que haber sido Dios mismo quien los salvo en distinción del resto de la humanidad. Esto es elección: “Para que él propósito de Dios conforme a la elección, permaneciese…” [Rom 9:11]. Sin embargo, esta elección solo “marco la casa, a la cual la salvación debe viajar”, y una expiación completa, perfecta y satisfactoria todavía era requerida para los pecados de los elegidos, para que Dios fuera, no solamente un Salvador, sino un Dios justo, y un Salvador”. Esta expiación, como todos confesamos, fue realizada por la sumisión voluntaria de Cristo a la muerte en la cruz donde sufrió bajo la justicia de este Dios justo, y procuro la salvación que el cómo Salvador había ordenado. En la cruz, entonces, y sin duda todos aceptamos esto, Cristo soporto el castigo, y procuro la salvación. La pregunta ahora se levanta: ¿por quien soporto el castigo?, y ¿por quien procuro la salvación? Hay tres avenidas por las cuales podemos viajar respecto a esto:
1. Cristo murió para salvar a todo hombre, sin distinción. 2. Cristo murió para salvar a nadie en particular. 3. Cristo murió para salvar a cierto número
El primer punto de vista es el sostenido por “Universalistas” a saber, Cristo murió para salvar a todos los hombres, y así, muy lógicamente asumen, todos los hombres serán salvos. Si Cristo ha pagado la deuda del pecado, ha salvado, rescatado, dado Su vida por todos los hombres, entonces todos los hombres serán salvos. El segundo punto de vista implica que Cristo procuro una salvación potencial para todos los hombres. Cristo murió en la cruz, pero aunque pago la deuda de nuestros pecados, su obra en la cruz no es eficaz hasta que el hombre se “decida por” Cristo y así de ese modo ser salvo. La tercera vista dice que Cristo murió positiva y efectivamente para salvar a cierto número de pecadores que merecían él infierno en quienes El Padre había puesto su libre elegible amor. El Hijo paga la deuda por estos elegidos, hace satisfacción por ellos a la justicia del Padre, e imputa Su propia justicia a ellos para que sean completos en Él. ¿Cual de esas alternativas es la que está más de acuerdo a la Biblia?, la respuesta es la tercera, Cristo murió para salvar a un número particular de pecadores; esto es, aquellos “según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo” [Efe. 1:4] aquellos a quien el Padre “Le ha dado del mundo [Juan 17:9]; aquellos por quien El mismo dijo derramaba su sangré: “Porque, esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los pecados.” [Mat. 26:28] Esta última vista hace justicia al propósito de Cristo de venir a esta tierra a morir en la cruz. “Llamarás su nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados.” [Mateo 1:21]. Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida da por las ovejas. [Juan 10:11]; Nadie tiene mayor amor que este, que ponga alguno su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hiciereis las cosas que yo os mando. [Juan 15:13,14]; Jesús “amo a la Iglesia y se entrego a sí mismo por ella”. [Efe 5:25]. “El cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación. [Rom. 4:25]. “Con su conocimiento justificara mi siervo justo a muchos, y él llevara las iniquidad de ellos [Is. 53:11]. Y ¿cuándo efectúa esto?, mientras cuelga en la cruz, dice el profeta Isaías en ese grandioso capitulo 53 de su profecía, “del trabajo de su alma vera y será saciado”. El trabajo de su alma mientras derrama su alma en ofrenda por nuestros pecados produce hijos espirituales a la gloria de su Nombre, y será satisfecho cuando vea esta obra completada.
1.4. Gracia Irresistible
Si los hombres son incapaces de salvarse a sí mismos a causa de su naturaleza caída, y si Dios ha propuesto salvarlos, y Cristo ha realizado su Salvación, entonces lógicamente sigue que Dios también debe proveer los medios para llamarlos a los beneficios de esa salvación que Él ha procurado para ellos Romanos 8:30: “y los que predestinó a estos también llamó”, Dios no solamente, eligió hombres y mujeres para salvación; Él también llamó a esos a quien le plació elegir. ¿Que quiere decir gracia irresistible? Sabemos que cuando el evangelio sale afuera en una Iglesia, o al aire libre, o por medio de leer la Palabra de Dios, no todos atienden a ese llamado. No todos son convencidos del pecado y de su necesidad de Cristo. Esto explica el hecho de que hay dos llamamientos. Hay un llamamiento externo; y un llamamiento interno. El llamamiento externo puede ser descrito como “palabras del predicador”; y este llamamiento, cuando sale, puede obrar un resultado de diferentes formas en un número de diferentes corazones produciendo diferentes resultados, No obstante una cosa no hará; no obrará la salvación en el alma de un pecador. Porque una obra de salvación para ser labrada debe ser acompañado por el llamamiento interior del Espíritu Santo de Dios. Porque Él es quien, “redarguye de pecado, justicia y juicio”. Y cuando el Espíritu Santo llama a un hombre, o mujer, o una persona joven por su gracia, ese llamamiento es irresistible: no puede ser frustrado; es la manifestación de la gracia irresistible de Dios. Esto es probado una y otra vez, en la Palabra de Dios, como por ejemplo en los siguientes versículos. 1. “Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene no le echo fuera” [Juan 6:37]. Nótese que son aquellos a quien El Padre a “dado a Cristo”- los elegidos- que “vendrán” a él; y cuando vienen a El no serán “rechazados”. 2. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere. [Juan 6:44] Aquí nuestro Señor simplemente está diciendo que es imposible que el hombre venga a Él por ellos mismos; el Padre los debe traer. 3. Todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a mí [Juan 6:45]. El hombre puede oír el llamamiento externo; pero son esos los que han “aprendido del Padre” que responderán y vendrán a Cristo: Así que, con Simón Pedro: “Bienaventurado eres Simón hijo de Jonás, porque no te lo revelo sangre ni carne sino mi Padre que esta en el Cielo?” 4. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.” [Rom. 8:14] 5. “Mas cuando plugo a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia” [Gal. 1:15] 6. “Mas vosotros sois linaje escogido… para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.” [1 Ped. 2:9] 7. “Mas el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su Gloria eterna por Jesús Cristo…” [1. Ped. 5:9] Una sobresaliente ilustración de esta enseñanza de gracia irresistible, o llamamiento eficaz, es ciertamente el incidente que leemos en Hechos 16, El apóstol Pablo predica el evangelio a un grupo de mujeres a las orillas del rió en Filipo; y “una cierta mujer llamada Lidia estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.” Pablo, el predicador, hablo al oído de Lidia, el llamamiento externo; pero el Señor habló al corazón de Lidia, el llamamiento interno de gracia irresistible. Los hombres y mujeres se resisten al evangelio de Dios por su misma naturaleza. Por eso debe de haber una gracia irresistible. Ya que “El hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios”. Pero el llamamiento eficaz es santo “Que nos salvó y llamó con vocación santa”… [2Ti 1:9]; todopoderoso “Porque no me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para salud á todo aquel que cree… [Rom 1:16]; vivificante “…Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán” [Juan 5:25]; efectivo “Por cuanto nuestro evangelio no fue á vosotros en palabra solamente, mas también en potencia, y en Espíritu Santo, y en gran plenitud; como sabéis cuáles fuimos entre vosotros por amor de vosotros” [1Tesal. 1:5]; irresistible “Mas el que escudriña los corazones, sabe cuál es el intento del Espíritu, porque conforme á la voluntad de Dios, demanda por los santos” [Rom 8:27]
1.5. Perseverancia De Los Santos
Permítanme decir que esto es exactamente lo que la Escritura nos enseña. “Porque a los que antes conoció, también predestino, para que fuesen hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos”; y aún más, “y a los que predestino a estos también llamo; y a los que llamo a estos también justifico, y a los qué justifico, a estos también glorificó. ¿Pues que diremos a esto? ¿Sí Dios por nosotros quien contra nosotros?…Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida… ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” [Rom. 8:27]. Si el hombre no se puede salvar a sí mismo, entonces, Dios tiene que salvarlo. Si todos no son salvos, entonces Dios no ha salvado a todos. Si Cristo ha hecho satisfacción por los pecados, entonces es por los pecados de aquellos que son salvos. Si Dios intenta revelar esta salvación en Cristo a los corazones de esos a quien él escogió salvar, entonces, Dios proveerá el medio de hacerlo efectivamente. Si, por consiguiente, habiendo ordenado para salvar, murió para salvar, y llamó a la salvación a esos quienes nunca podrían salvarse a sí mismos, El también preservara a los salvos para la vida eterna para la Gloria de Su Nombre. Así siguiendo la depravación total, y elección incondicional, y expiación limitada, y un llamamiento eficaz, tenemos la perseverancia de los santos. “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” [Fil. 1:6]. La palabra de Dios está repleta con referencias a esta bendita verdad. “Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me diere, no pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero”. [Juan 6:39] “Y yo les doy vida eterna, y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano” [Juan 10:28]. “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más estando reconciliados, seremos salvos por su vida. [Rom. 5:10]. “Ahora pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.” [Rom. 8:1] Este es el distintivo del creyente, que el pertenece a Cristo; que esta perseverando en las cosas de Cristo; “qué está dando toda diligencia para hacer su llamado y elección segura”. El creyente en Cristo puede caer en tentación, pero el Señor no lo dejara ser tentado más de lo que pueda resistir, sino con la tentación dará también la salida; para que el creyente venga adelante, y siga adelante otra vez en las cosas pertenecientes a su salvación para la gloria de Cristo. Esos versos incomparables de Romanos 8:28-39 enseñan la lógica Divina en la salvación eterna de Dios. Al igual que el hijo pródigo, por mucho que avergonzó a su padre pidiéndole su parte de la herencia (no estando muerto el padre), por mucho que haya gastado su dinero en el pecado y no importando lo bajo que llegó a estar, con todo, nunca dejo de ser hijo de su padre. La lógica es que la salvación que empieza en la mente y propósito de Dios debe terminar en el cumplimiento de Su infrustrable propósito que esos “a quien antes conoció” están eternamente unidos con su Salvador.