Se debe tener en cuenta cuando se quiere evaluar el nivel cultural de las diversas comunidades religiosas de la España medieval. El nivel de los judíos, de manera general, siempre fue superior al de los cristianos, lo que permitió a los conversos, en los siglos XV y XVI, ocupar puestos destacados en la administración real, en la jerarquía eclesiástica y en las universidades.
No es que los judíos fueran más listos que los cristianos, sino que las exigencias eran distintas para los unos y para los otros. Los fieles cristianos podían contentarse con repetir las oraciones que les habían enseñado, en latín o en lengua romance, sin necesidad de entender lo que decían ni de leer en misales o libros religiosos. En cambio, de un niño judío se exigía que pudiera por lo menos deletrear la Torá; desde luego, los más aprovechados iban más lejos en el conocimiento de la ley; eran éstas unas exigencias que debieron a la larga de repercutir positivamente en la cultura media de los judíos.