«A las Juventudes Libertarias me afilié en 1934. Tenía 14
años cuando en realidad tenía solamente doce. Fue el mismo
procedimiento que luego usaría para actuar como miliciano
en Alcoy o para ir al frente de Córdoba con la columna alcoyana (…). Entonces las Juventudes Libertarias se encubrían
en el Centro de Estudios Sociales, pues las organizaciones
anarquistas como tales estaban en la clandestinidad a pesar
de la República y buscaban sucedáneos para camuflarse. En
Alcoy el Centro de Estudios Sociales estaba al final de la calle
de San Nicolás y encima mismo estaba el Socorro Rojo
Internacional. Recuerdo las lecturas comentadas que se celebraban semanalmente, los sábados por la tarde. Había siempre un conferenciante de turno pero a falta del mismo siempre había un libro o un panfleto de última hora del que hablar.
El conferenciante que más recuerdo y más era celebrado
naturalmente era Enrique Vañó, un intelectual extremista dentro del anarquismo y el militante más formado que tenía Alcoy
a distancia de todos los demás (…). Los domingos, una de las
costumbres que existía era irse a ‘Los Canalones’ de Alcoy.
Era el puesto de concentración de los naturistas que, si bien
apreciaban la presencia ajena, se molestaban seriamente si
por el suelo la gente al comer se dejaba basuras y sobre todo
restos de animales, ‘cadáveres’, decían ellos. Por lo menos en Alcoy estaba mezclado en un confundible maremágnum todo aquello de esperantistas, filósofos, nietschanos, teósofos, socialistas y anarquistas, o sea que formaban una mezcla de agítelo antes de usarlo (…)»
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