Castillo de Santa Bárbara hacia 1880.
Ubicado a 166 metros de altitud en el monte Benacantil, se trata de una fortaleza con enorme valor estratégico.
En la Antigüedad, fueron los griegos quienes primero descubrieron la importancia que una altura semejante, junto al mar, podía tener como punto de vigilancia militar. Desde entonces fue una “plaza de guerra” por ser un límite territorial de una de las vías de invasión por excelencia (el mar). En síntesis, Alicante fue durante siglos una plaza fortificada con su correspondiente muralla y su inexpugnable castillo en lo alto del Monte Benacantil. En 1490 le fue concedido el título de “ciudad” y en 1821 fue declarada capital de la provincia.
Esta fortaleza recibió la denominación de castillo tras la conquista de esta plaza a los árabes el día 4 de diciembre de 1248, festividad de Santa Bárbara, por parte del infante Alfonso de Castilla, quien posteriormente se convertiría en el Rey Alfonso X El Sabio.
En 1296, Jaime II toma posesión de todo el recinto para la corona de Aragón y ordena su remodelación.
Un siglo después, Pedro IV el Ceremonioso manda rectificarlo y será el rey Carlos I quien ordenará posteriormente su fortificación a comienzos del siglo XVI.
Durante el reinado de Felipe II (1562-1580) se produce la gran reforma del castillo, nombrándose como alcalde a Juan Coloma y Cardona, que promueve la construcción de las dependencias que, en gran parte, hoy podemos contemplar.
En 1691 la ciudad de Alicante sufre bombardeos que, sumados a los destrozos provocados por la Guerra de Sucesión, afectan de forma determinante a la estructura del castillo. El deterioro continúa hasta el siglo XVIII en que se comienza a restaurar.
El 28 de enero de 1844, durante la revuelta del coronel Pantaleón Boné, el Castillo de Santa Bárbara fue ocupado por las fuerzas liberales contrarias a la política del general Espartero. Juan Martín “El Empecinado”, militar amigo de Boné, traicionó su confianza entregando el castillo a las fuerzas de Espartero, que aplastaron la revuelta fusilando a Boné y a todos sus partidarios en el malecón del puerto, levantándose más adelante en aquel preciso lugar el Monumento a los Mártires de la Libertad.
Durante la guerra civil española sirvió para encarcelar primero a partidarios del bando rebelde, y posteriormente a prisioneros afines a la Segunda República. En nuestra visita, podemos fijarnos y apreciar algunas marcas y dibujos hechos por los presos de guerra allí recluidos.
Tras el final de la guerra quedó en abandono durante más de dos décadas, y fue en 1963 cuando se abrió al público.
Hacia 1575
Por Miguel Castelló – Alicante 1986
Hacia 1709
Por Miguel Castelló – Alicante 1986
Miguel y Nata.