Tomás de Torquemada

Torquemada

(1420-1498) Fray Tomás de Torquemada es una de las figuras más emblemáticas de la Inquisición española. Tuvo un papel importante en la puesta en marcha de la Santa Inquisición a finales del siglo XV. En 1483 los Reyes Católicos le nombraron Inquisidor General de la Corona de Castilla y la de Aragón, exceptuando los territorios italianos.
Se ha podido detallar el ascenso de este ambicioso aunque austero personaje. Su tío era Juan de Torquemada, que era confesor del Rey, lo que le permitió los contactos Reales necesarios para cumplir con sus ambiciones.
La carrera eclesiástica de Tomás de Torquemada también fue decisiva. Sus primeros pasos le llevaron al Convento de San Pablo de Valladolid. Para más tarde seguir en el monasterio dominico de la Santa Cruz de Segovia, donde llegó a ser Prior.
Los cronistas de la época que hablan de su carácter mencionan su austeridad, ambición y severidad. Torquemada fue un gran impulsor de la Inquisición. La Bula Papal de 1478 era clara, y ordenaba que las prácticas criptojudías debían ser perseguidas y juzgadas. Esto llevó a que 5 años después se estableciera el Consejo de la Suprema y General Inquisición con Torquemada al mando. Sus instrucciones son indicativas del carácter itinerante, los procedimientos penales o los cargos de tribunal. En 1492 se llevó a cabo la expulsión de la comunidad judía. Más tarde Torquemada se retiró al Convento de Santo Tomás de Ávila, del cual era su fundador,con la paranoica idea de que querían envenenarle. Finalmente murió en el año 1498 de causas naturales.

Orígenes

Hay que mencionar que en la Corona de Aragón en el año 1232, se estableció la Inquisición Medieval o Pontificia. A través de comisiones papales creadas dentro del contexto de la lucha contra el catarismo. Extendido por el Languedoc, una parte del cual estaba bajo dominio del rey de Aragón, también marqués de Provenza.
Había tribunales establecidos en Valencia y Baleares, que actuaron con cierta lenidad, pasando muchas veces desapercibida.
Cabe destacar la figura de Nicolás Eymeric, autor de la célebre obra, el Directorio de los Inquisidores, recopilando textos de derecho romano y canónico, ofreciendo sobre todo una guía práctica para los inquisidores a la hora de proceder y la pena que en cada caso debían ser impuestas.
Pasado el auge de la herejía cátara, la Inquisición papal de Aragón cayó en una inactividad casi completa. En Castilla nunca se llegó a introducir esta Inquisición Medieval o Pontificia. Los procesos de Herejía en Castilla eran tratados por los Obispados a través de la denominada Inquisición Episcopal. Aunque los Obispados no concedían mayor importancia a los delitos de fe.