Había una vida más allá de la muerte, pero lo que sucedería en la otra vida dependía más de cómo hubiera muerto la persona que de cómo hubiera vivido. Se celebraban funerales especiales en honor de las personas afortunadas, como los mercaderes, los que perecían ahogados, las mujeres muertas de parto y sobre todo los guerreros y los que eran sacrificados. Los cuerpos de la gente corriente eran incinerados y se creía que iban a Mictlán (El mundo inferior al que iban casi todos después de la muerte. Los demás iban al paraíso, entre ellos las víctimas sacrificadas y las mujeres muertas durante el parto), el sombrío mundo inferior, al que se llegaba después de un largo viaje plagado de obstáculos.
– El dios Quetzalcóatl: Esta máscara hecha de turquesas y nácar con una serpiente azul y verde enroscada alrededor de los ojos es el dios Quetzalcóatl. Era el señor de la vida, el creador de los hombres, señor de los vientos y fuente de la fecundidad y la vida nueva. Su nombre significa a la vez emplumado y serpiente preciosa. Las leyendas aztecas cuentan que vivió como rey sobre la tierra, pero se sacrificó por su pueblo y de este modo se convirtió en la estrella matutina y la fuente de la vida.