La enemistad capital entre las poblaciones de Orihuela y Murcia dentro del marco del Pleito del Obispado en los albores del siglo XVI
El memorial confeccionado por el primero de los doctores reseñados, que datamos a finales de la década de los ’20 del siglo XVI, comenzaba muy significativamente afirmando, por encima de todo, la existencia de una discordia perpetua entre las ciudades de Orihuela y de Murcia, y los lugares de su distrito o territorio, siendo como habían sido “de reynos estranyos y en frontera y limittes de los reynos y tan notorios enemigos“. Proseguía destacando la necesidad de segregar las tierras de la gobernación oriolana del dominio eclesiástico murciano, pues no cabía “dubda sino que las voluntades estan tan danyadas entre ellos que toda comunion ha de ser danyosa y aparejada a discordia e iniquidad asi para las almas como para los cuerpos“.
Y dividía esta historia de enfrentamientos y tensiones en tres tiempos. El primero y más antiguo hacía referencia a “quando estos Reynos de Castilla y de Aragon eran de diversos reyes y tenian guerras abiertas entre si y estas ciudades como fronteras y differentes en lengua en fueros y en leyes y costumbres emplearon las armas cada una en servicio de su rey y en deffenssion de su reyno contra la otra“, produciéndose muchas “batallas estrages muertes y robos y otros grandes males“, (…) “porque ay memoria de batallas muy crueles que oy en dia los campos y lugares donde fueron retienen el nombre de la matança y crueldad que alli passo“. Y los otros dos tiempos los hacía coincidir con los reinados de Fernando el Católico y de Carlos I, cuando ambas ciudades ya no tenían reyes diferentes y enfrentados, sino un mismo monarca y señor y, pese a ello, ese odio y enemistad perpetua subsistían “oy mas que nunca“.