Sevilla, puerta y puerto del Nuevo Mundo

Sevilla tuvo un progresivo acaparamiento de las funciones de contacto con el Nuevo Mundo, y a la consecución por parte de los Reyes Católicos del derecho de su puerto al monopolio.

De modo que no se sabe a ciencia cierta cuál es la causa y cuál es la consecuencia. No obstante  solo la capital hispalense, de larga tradición marítima y administrativa y la más poblada del Reino de Castilla, reunía todas las condiciones requeridas por la Corona para monopolizar desde sus riberas un proyecto tan ambicioso como fue la conquista y colonización del Nuevo Mundo.  Por medio están la habilidad organizadora de Juan Rodríguez de Fonseca, y la asunción de funciones mercantiles por uno de los hombres más dinámicos de la alta burguesía de negocios sevillana, Francisco de Pinelo. La decisión fue de los Reyes Católicos, no cabe duda, pero esta decisión fue también hasta cierto punto el asentimiento a un hecho consumado.

 

La concesión a Sevilla de la Casa de Contratación y Cabecera de Indias supuso un impulso a la vida y los recursos de la ciudad; pero al mismo tiempo la universalizo, la pobló de gentes foráneas, la dejo como instrumento de intereses planetarios. El papel geopolítico de Sevilla fue ya bien visto por Fray Tomas de Mercado en la segunda mitad del siglo XVI.

El monopolio se erigió en Sevilla, pero no para Sevilla, aunque fuera ella la principal beneficiaria. Fue durante doscientos años una pieza clave en la vertebración del mundo.

Grabado del puerto de Sevilla 1740.

 

La Casa de Contratación

Francisco de Pinelo sugirió a los Reyes Católicos la creación en Sevilla de una casa similar a la que estaba funcionando en Lisboa.

En principio la Corona pensó en erigirse en cabeza y usufructuaria del trafico transatlántico, dirigido y realizado en su totalidad por oficiales reales capaces de comprar y vender cuanto saliese y llegase de las indias; pero en la Cédula fundacional se deja entender un carácter intermediario, que fue el que realmente tuvo: la Casa de Contratación no estaba destinada a contratar, sino a vigilar y ordenar las contrataciones.

La Casa fue creciendo progresivamente en funciones y en funcionarios y a finales del siglo XVI llego a contar con más de 100 personas contratadas entre los que se encontraban con un presidente, el factor, el tesorero, el contador, el Juez asesor, el fiscal, el relator, dos secretarios principales y ocho escribanos, además de otros cargos como el  piloto mayor, los cosmógrafos, los catedráticos de náutica, etc.

 

El organismo no fue una casa de negocios porque para la Corona no contrataba, sino para sacar provecho directo del Estado.

No obstante tuvo un cierto papel de control para que a la Administración pública no se le escapasen sus derechos, y para que los particulares no pudieran obrar arbitrariamente. Pero en definitiva, fue más bien una gran oficina de negocios de las indias para que pudieran marchar de forma ordenada y conforme a leyes y reglamentos. En definitiva, fue, una especie de Ministerio de Comercio,  una Escuela de Navegación,  una Aduana.

A través de la misma habían de pasar todas las mercancías, ser visitados todos los navíos a su salida y llegada, organizado el tráfico y también la defensa del mismo ante posibles agresiones.

Conforme se fue comprendiendo la necesidad de una navegación en conserva, esto es, en convoy, la labor organizadora de la Casa de Contratación para montar el complejo de flotas y galeones creció todo lo que se podía imaginar.

Todo esto significo en más burocracia, El registro o lista de cargamento embarcados había se der entregado en Indias por los maestres de las distintas naos, a los que se daba el correspondiente recibo que a su vez debían entregar a su regreso. Lo  mismo ocurría para el registro de los artículos que circulaban en sentido inverso.

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