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Torquemada “el martillo de los herejes”

 

Tomás de Torquemada fue inquisidor general del reino de Castilla y posteriormente de Aragón. Ingresó cuando era joven en la orden de los Dominicos, al igual que su tío, y su carrera ascendió cuando en 1452 es nombrado prior del Monasterio de Santa Cruz de Segovia. Años después entra en el circulo de la corona siendo el confesor de la entonces Infanta Isabel, siéndolo después de Fernando II de Aragón. Convirtiéndose posteriormente en uno de sus más allegados consejeros, ocupando el cargo de Inquisidor General de la corona de Castilla y Aragón.

 La figura de Torquemada está envuelta en un continuo debate. Si bien es comúnmente aceptado que sus medidas fueron extremistas, el debate se divide entre: los partidarios de las medidas de Torquemada, que aseguran que España corría peligro por su diversidad religiosa y que querían abolir el cristianismo; y los contrarios a ellas que aseguraron la figura de Torquemada como una de las más sanguinarias de la historia de España.

 Fray Tomás de Torquemada no perdió el tiempo, no más de dos años después de haber entrado en el cargo de Inquisidor General por nombramiento de los Reyes Católicos, ya se produjo el primer auto de fe en Sevilla, donde se quemaron un gran numero de judíos conversos, por los que sentía especial animadversión.

Sin embargo la lista de víctimas de Torquemada aumenta conforme pasan los años. Según el primer historiador de la Inquisición, Llorente, afirma que bajo la regencia inquisitorial de Torquemada 10.000 personas fueron quemadas en la hoguera, y 27.000 sufrieron penas infames, torturas e interrogatorios, confiscaciones, delaciones y encarcelamientos, y por supuesto el decreto de expulsión de los judíos que se negaron a cambiar su religión.

 De todo esto hay que recalcar que la mayoría de “investigaciones” que realizó la inquisición, fueron a causa de acusaciones de la población hacia aquellos por los que habían llegado a sentir envidia, por su acuciante poder económico, como es el caso de los judíos, y que sólo aumentaron la ambición de la Iglesia, ya que toda posesión de los condenados pasaba a sus manos.

Como se puede observar estas acusaciones sólo aumentaban el ego y la obsesión de Torquemada, ya que se aprovecharon de una firme convicción religiosa aunque, todo hay que decirlo, radical.

 Torquemada sin quererlo se convirtió en el precursor de este tipo de actuaciones, ya que en épocas más actuales, donde el libre pensamiento, el derecho de igualdad y la libertad del individuo reinaban en Europa, muchas ideologías terminaron emulando la obsesión de Torquemada.

 Los restos del fraile dominico fueron expoliados y saqueados en la guerra de independencia.