Alberti es el principal representante del humanismo del Quattrocento, no era arquitecto de profesión, sino que desempeñó un papel de consejero, que se limitaba a trazar líneas generales y a dar instrucciones sobre ciertos detalles, impregnando a cada obra con su sello.
Alberti fue un hombre de amplísima y polifacética cultura que supo dotar a las artes plásticas de dignidad y categoría mediante las teorías que elaboró. En su obra reúne una doctrina de principios estéticos y reglas prácticas para la creación artística que forman el compendio teórico más importante del Quattrocento.
Proyectó nuevas fachadas a modo de templos clásicos proporcionando una nueva imagen de la ciudad, contribuyó al desarrollo de la perspectiva, de la proporción matemática, de las policromías en las fachadas y de la recurrencia a los órdenes clásicos.
Leon Battista Alberti nació en Genova el 18 de febrero de 1404, descendiente de una antigua familia patricia florentina que había sido desterrada se benefició de una excelente educación tanto en las artes como en las ciencias. A lo largo de su vida viajó por toda Italia y supervisó grandes proyectos como la restauración de Roma (1447-1455) , la reconstrucción de San Pedro y otros más pequeños en los distintos estados italianos.
Alberti concibe la arquitectura como una armonía entre las partes y el todo, un equilibrio manifestado en la simetría. Al no existir ningún modelo perfecto en la naturaleza, la proyección arquitectónica debe partir de premisas antropogénicas, es decir, la medida del hombre debe generar la de los edificios (proporción áurea). Todas estas ideas cristalizan en su obra De re aedificatoria (1450) y en sus proyectos arquitectónicos.
Sus obras más representativas son el Palacio Rucellai de Florencia, concebido como un palacio urbano y organizado a base de pilastras adosadas con superposición de ordenes inspirado en el Coliseo; La Iglesia de San Andrés de Mantua, donde proyecta una iglesia de cruz latina en la que destaca la bóveda de cañón casetonada y el gran arco del triunfo de su fachada; y sobretodo la fachada de Santa María de Novella en Florencia, cuyas formas geométricas se entremezclan con elementos clásicos como pilastras, entablamientos y frontón, evocando un templo tetrástilo en su parte superior unido a la inferior mediante sus característicos aletones, toda ella cubierta de mármoles de colores al estilo palacete romano.
Su extensa obra y su influencia convierten a Alberti en uno de los autores más importantes del Quattrocento
Josep Giner López