Arquitectura

La arquitectura del Quattrocento italiano fue una de las artes más influenciadas por la recuperación de la ciencia clásica. El renacer de las matemáticas euclidianas y la búsqueda de la proporción, la perspectiva y la belleza de las formas y de los espacios son las piedras angulares sobre las que se cimentaron las grandes obras arquitectónicas de este periodo.

Aunque la arquitectura del Quattrocento es muy heterogénea y con marcadas diferencias regionales dependiendo de la ciudad (Roma, Mantua, Florencia, Venecia, Bolonia, Ferrara, Urbino etc), guarda ciertas características comunes que permiten englobarla en una misma tendencia. Impulsada sobretodo por las obras de Brunelleschi, la nueva arquitectura pretendía recuperar los elementos formales de la arquitectura clásica, proponiendo soluciones simples a los problemas arquitectónicos. Se generaliza el uso del arco de medio punto de proporciones romanas, vuelven a erguirse bóvedas de medio cañón y cubiertas adinteladas y se recupera la construcción de grandes cúpulas.

Mientras el resto de Europa se anclaba al gótico Italia ponía los cimientos al estilo clásico en la arquitectura religiosa. Se recuperan los elementos grecorromanos y se inicia una tendencia hacia la monumentalidad, con una simplificación  de las formas y un uso predominante de las líneas rectas. Existen gran cantidad de variantes tanto en la forma como en los modelos, distinto uso de plantas (basilical en la Iglesia de San Loranzo, centralizada en la Capilla Pazzi, de cruz latina en la iglesia del Santo Espiritu de Florencia), de cubiertas (sistemas de doble cúpula, bóvedas vaídas, de medio cañon) y de pórticos (San Sebastían de Mantua, templo de Malatestiano, Santa María Novella de Florencia) pero todas las variantes buscaban el mismo fin, la perspectiva, la proporción, la simetría y la belleza  en la simplicidad de las formas.

Los palacios fueron otras construcciones que reflejan la nueva arquitectura del Quattrocento en sus dos tipologías básicas; el palacio florentino de corte cuadrangular, de pequeño tamaño y de aspecto compacto (Palacio de Rucellai,  Palacio Medici Riccardi); y el palacio veneciano donde se entremezcla el estilo tradicional de la ciudad, cimentación sobre pilares y carácter escenográfico de su fachada (Ca´Darrio de Pietro Lombardo, C´a Loredan Vendramin Calergi de Mauro Codus)

En cuanto a la ciencia urbanística, esta fue desarrollada  desde un punto de vista racionalista en el que se perseguía dotar a la ciudad de un sentido geométrico regular y pragmático. El urbanismo social de Francesco Sforza y Ercole d´Este se vio reflejado en la restauración de Roma o en la ciudad ideal de Pienza, donde se articulaba el espacio urbano alrededor de las plazas y la simetría centralizada. También se desarrollaron modelos imaginarios  como la ciudad circular de Alberti o Sforzinda, la ciudad imaginaria de Antonio Pietro Averlino “Il Filarete”

En síntesis, la arquitectura del Quattrocento supuso un gran paso adelante para este arte, rompiendo con la tradición medieval e iniciando toda una serie de movimientos regionales que supusieron uno de los periodos más fructuosos para el arte arquitectónico y sentando un precedente vital para su desarrollo en los siglos posteriores.

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