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Prerrenacimiento

Los antecedentes más directos con respecto al Quattrocento italiano se dan entre finales del siglo XIII y mediados del siglo XIV, cuando se produce la crisis o ruptura del modo de vida típicamente medieval. Un nuevo espíritu irradia el arte y la literatura de este periodo en Italia.

Si la recuperación del pensamiento de Aristóteles influyó notablemente en el desarrollo de la ciencia, el descubrimiento de la filosofía platónica y neoplatónica influyó en el espíritu de la sociedad culta. Se pasa a ver en la naturaleza misma, y no solo fuera de ella, un eco de la bondad divina. En el campo de la literatura esto desemboca en el Dolce stil novo, cuya máxima representación será la Divina Comedia de Dante.

En el arte, concretamente en la pintura, se verá también una gran expresión de esta idea. El mayor precursor de las técnicas e ideas del Quattrocento es sin duda Giotto di Bondone, quien representa los temas religiosos con menos simbolismo que sus precursores, aproximándose más a la realidad. En sus pinturas se aprecia por primera vez la ilusión de la profundidad y de tridimensionalidad, mostrando de esa forma un gran naturalismo.

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Maestà di Ognissanti de Giotto

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Muerte de San Francisco, Giotto

Miguel Rico García

Renacimiento del siglo XII

Sin duda el siglo XII fue uno de los más fructíferos de toda la Edad Media. En este siglo se dio el desarrollo de las Cruzadas, lo cual fue determinante a la hora de abrir nuevas rutas comerciales y de fortalecer los contactos culturales con el mundo islámico y con el Imperio Bizantino.

Todo esto provocó el redescubrimiento de muchos autores de la filosofía clásica tales como Platón y Aristóteles, de ahí surgió la escolástica como nuevo método de aprendizaje que sintetizaba la doctrina católica con el empirismo y la razón. Estos viejos principios volvieron a ponerse en práctica en la Europa cristiana siglos después de su abandono, con lo que se pusieron las primeras piedras de lo que sería la ciencia moderna.

El desarrollo de las primeras universidades también se fue dando a lo largo de este siglo, lo cual jugó un papel muy importante a la hora de localizar y traducir los textos de los antiguos científicos y pensadores.

En definitiva, podemos afirmar que desde finales del siglo XI hasta prácticamente el inicio de la crisis bajomedieval que azotó Europa durante el siglo XIV se vivió en este continente una auténtica revolución intelectual que desembocó en el descubrimiento de inventos que cambiarían por completo la vida de muchas personas, tales como el papel, la pólvora, la brújula, la rueca o la lente entre muchos otros.

En el plano artístico se dio la plenitud del arte románico y el inicio del arte gótico, siendo este último fruto tanto de las innovaciones técnicas como del paso hacia una religiosidad más brillante y esperanzadora

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Nave central de la Catedral de Durham

En definitiva, podemos afirmar que desde finales del siglo XI hasta prácticamente el inicio de la crisis bajomedieval que azotó Europa durante el siglo XIV se vivió en este continente una auténtica revolución intelectual que desembocó en el descubrimiento de inventos que cambiarían por completo la vida de muchas personas, tales como el papel, la pólvora, la brújula, la rueca o la lente entre muchos otros

 

Miguel Rico García

Renacimiento Otoniano

El Renacimiento Otoniano es considerado como la última fase del Renacimiento Carolingio, la cual se da durante todo el siglo X y comienzos del siglo XI en el Reino de Germania principalmente, si bien éste no fue un episodio aislado sino que se expandió también hacia Francia, Italia, Inglaterra o España, aunque su relevancia fue menor debido a sus más altas limitaciones en comparación con el propiamente dicho Renacimiento Carolingio de los siglos VIII y IX.

Fue impulsado por Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y por sus sucesores. Las supuestas razones que motivaron a estos emperadores a emprender una cierta vuelta a la cultura y forma de organización propia del Imperio Carolingio fueron la restauración del ancestral programa político denominado “renovatio imperii”, según el cual el Sacro Imperio Romano Germánico era la legítima continuación del Imperio Romano y del Imperio Carolingio cuyo deber no era otro que el de proteger a la Iglesia y al Cristianismo. Además, según cuentan los cronistas, en una visita de Otón I a Roma, éste quedó escandalizado por el estado de la liturgia romana, por lo que decidió renovar la liturgia ordenando la compilación del “Pontifical Romano-Germánico”, lo cual sería el detonante de dicho renacimiento. Además también se llevó a cabo una reforma de las bibliotecas, intensificando el trabajo en las mismas, así como se produce una importante difusión cultural gracias al periodo de paz general que se vivía.

En el terreno artístico, el denominado “arte otoniano” se encuentra situado dentro de lo que se conoce como arte prerrománico. Destaca sobre todo por la intención de volver a exaltar la figura de los nuevos emperadores de la misma forma con la que se engrandecía a los emperadores romanos. Un elemento que sobresale entre el resto es la edificación de columnas decoradas al estilo de la famosa Columna de Trajano.

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Columna de cristo de la Catedral de Hildesheim.

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Evangeliario de Otón III, Bibl. de Múnich.

Una idea importante que hay que resalter es que si durante el Renacimiento Carolingio los centros de la vida cultural eran los monasterios, durante el Renacimiento Otoniano el centro lo será la corte real.

Miguel Rico García

 

 

Renacimiento Carolingio

Se conoce como Renacimiento Carolingio a un proceso cultural datado entre finales del siglo VIII y comienzos del siglo IX que se dio en los territorios ocupados por el Reino Franco, que más tarde se convertiría en el Imperio Carolingio. Normalmente se suele decir que este “renacimiento” comenzó a ser impulsado durante el reinado del propio Carlomagno con ayuda de figuras intelectuales tan destacables como la del famoso Alcuino de York, quién no ocultaba su intención de transformar al nuevo imperio en un digno sucesor de la Atenas Clásica y de la propia Roma Imperial. Sin embargo, algunos autores creen que este proceso de revitalización intelectual comenzó antes de que Carlomagno accediese al trono, concretamente durante el reinado de su padre, Pipino III El Breve, quién necesitaba dotar a su reino de una cultura más o menos sofisticada que le permitiese dominar, no solo militarmente sino también ideológicamente, a sus enemigos, los lombardos, quienes todavía practicaban el paganismo y desconocían la doctrina cristiana.

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Alcuíno de York, destacado

pedagogo durante la época de Carlomagno.

Si el término de “renacimiento” es adecuado o no para denominar a este proceso es algo que está sometido a constante debate historiográfico. Los que lo niegan argumentan que realmente los fines que tenían los francos eran exactamente iguales que los que había tenido la Iglesia desde su nacimiento, la mera conversión de los infieles a través de la predicación. Otros, sin embargo, destacan la búsqueda, transcripción y conservación de las obras de los autores romanos clásicos tales como Cicerón, Julio César, Ovidio, Virgilio, Horacio, Séneca… sin mencionar la enorme importancia que tuvo la creación de un nuevo tipo de letra, la minúscula carolina.

Es muy posible que ambas posturas tengan razón, ya que si bien la reforma educacional promovida por Carlomagno únicamente afectó al clero, pues buena parte de la nobleza, incluido el propio Carlomagno, siguió sin saber leer ni escribir, sí que hay que reconocer el fundamental papel que jugaron los monasterios a la hora de preservar los saberes antiguos, siendo muy posible que sin la labor de estos intelectuales el Renacimiento de los siglos XV y XVI no se hubiera podido producir.

Entre dichos intelectuales, junto a Alcuino de York, podemos mencionar a Teodulfo, Paulo Diácono, Juan Scoto Erígena o a Eginardo entre muchos otros.

Miguel Rico García