Cada vez sabemos más de una parte, pero menos del todo. La causa aludida es por lo general la falta de tiempo. La cuestión es: si, como dicen los griegos, corremos y no llegamos (τρέχουμε και δεν φτάνουμε), tal vez deberíamos buscar otro modelo de sociedad en la que el tiempo nos sobrara un poquito más, para aprender y para viajar, o para aprender viajando. En la época de la globalización la especialización nos hace, creo, más vulnerables.
Pese a todo, bien es cierto que la ciencia y el bienestar -de los países desarrollados- nos permiten ir más allá de nuestras murallas y realizar viajes con una frecuencia impensable tiempo atrás. Sin embargo, la figura del viajero es poco frecuente. Predomina más bién la del turista.
L0s 40 kilómetros que separan Estambul de Cannakale se pueden hoy en día realizar en avión. Al llegar al sitio arqueológico identificado como Troya, uno topa de inmediato con los restaurantes de rigor, que alivian la sed y hambre del visitante, y una reproducción del caballo de madera en las cercanías a las ruinas de la(s) antigua(s) ciudad(es) donde hacerse el retrato para decir a los amigos aquello de “yo estuve allí”. Yo no he estado. Sigo la ruta de viaje que describe A. Jiménez Barca en su artículo del diario El País ¿Queda algo de Troya?
El artículo resume las cuestiones que al llegar muchos se plantean sobre la veracidad histórica de la famosa guerra de Troya, arqueólogos incluidos. Reconstruye el fondo mítico de la Ilíada, a la vez que nos cuenta una historia humana real presentándonos al último troyano, un arqueólogo nativo metido a guia turístico del lugar.
Troya es un ejemplo de cómo las diversas disciplinas científicas se deben complementar. El estudio de los diversos estratos y los objetos hallados en las excavaciones nos ayuda a entender la cultura micénica. La arqueología, sin embargo, necesita de la filología griega para poder acercarse a los documentos escritos de la época (las tablillas de los palacios escritas en Lineal B), así como a la recreación literaria del conflicto bélico cristalizada en la obra épica atribuïda a Homero.
Como introducción al mundo micénico podéis leer la entrada de la wikipedia. Para conocer la historia y el estado actual de las excavaciones os recomiento visitar la web Project Troia.
A los valientes estudiantes de Humanidades se les presupone afán por entender en mundo a través del acercamiento a las letras y las artes del pasado y de hoy. Para los que gusten de viajar por el cyberespacio pueden echar un vistazo a Troya con los ojos de otros visitantes “flickeros” que ya estuvieron.