Hay momentos en la vida universitaria en los que el cansancio no es solo físico. Es emocional. Es mental. Es ese peso silencioso que se acumula después de meses —a veces años— de esfuerzo constante, compatibilizando estudios con trabajo, responsabilidades personales y, en muchos casos, un historial de dificultades emocionales que no desaparecen solo porque haya exámenes.
Hoy queremos hablarte a ti, que tal vez estás leyendo esto con la mirada fija en unos apuntes que ya no entran más en tu cabeza. A ti, que esperabas aprobar y, sin embargo, te has encontrado con un suspenso inesperado. A ti, que trabajas por las mañanas y estudias por las tardes, noches, o cuando el tiempo lo permite. A ti, que ya no sabes si puedes más… pero sigues.
En los últimos días hemos acompañado, desde el Centro de Apoyo al Estudiante y desde este blog, a estudiantes que están terminando sus grados entre obstáculos, con el corazón herido por la frustración o la fatiga. Personas como tú, con vidas reales más allá del aula, que lidian con procesos de salud mental, que han llegado desde otros países para construir un futuro aquí, que cargan con la ansiedad de la última convocatoria o la incertidumbre de una sexta (esa que se pide cuando ya no queda otra opción).
Queremos decirte algo muy claro: no estás sola.
Suspender no define tu capacidad, tu esfuerzo ni tu valor como persona o como estudiante. Es solo un resultado, dentro de un camino mucho más amplio. Sentirse desanimada tras un suspenso es completamente natural. Lo importante es no dejar que ese desánimo tome el control total de lo que aún puedes hacer.
Sabemos que es difícil. Que quizás sientes que ya no tienes energía para seguir. Pero si has llegado hasta aquí —a unas pocas asignaturas de terminar ADE, Derecho, Informática, Química o lo que sea, después de años compaginando estudios con trabajo y luchando con una depresión que conoces desde la adolescencia—, ya has demostrado una fortaleza enorme !!!!!
¿Qué puedes hacer ahora?
Cuida lo que te dices. El diálogo interno en momentos de bajón puede ser muy cruel. Intenta tratarte como lo harías con una amiga que está pasando por lo mismo. Con compasión, no con juicio.
Organiza sin exigencias imposibles. En época de exámenes, la planificación es clave, pero no sirve de nada una agenda irreal. Si hoy no puedes con todo, prioriza lo esencial.
Haz pausas para respirar, de verdad. Estudiar no significa estar sentada horas sin descanso. Cada pequeña pausa puede ayudarte a regular emociones y recargar energía.
Habla con tu profesorado si es necesario. A veces no se trata solo de aprobar, sino de explicar tu situación con honestidad y pedir orientaciones claras.
Infórmate sobre recursos de apoyo. Aunque estés siendo atendida por una psicóloga privada, recuerda que en la Universidad de Alicante también hay servicios gratuitos de orientación y apoyo emocional. Puedes consultarlos aquí: Centro de Apoyo al Estudiante – CAE
No te avergüences de pedir el aprobado por compensación si llega el momento. Es un recurso legítimo para situaciones extraordinarias, y tú sabes mejor que nadie lo extraordinario que ha sido tu camino.
Un mensaje para cerrar (pero no para rendirse)
Si hoy estás agotada, triste o sin fuerzas, date permiso para sentirlo. Pero también date permiso para seguir, a tu ritmo, con tus recursos, buscando ayuda cuando lo necesites. A veces, terminar un grado no solo significa aprobar asignaturas, sino aprender a cuidarte mientras lo haces.
Tu historia merece ser contada no por los suspensos, sino por la valentía con la que te has levantado después de cada uno.
Desde este espacio, te enviamos un abrazo lleno de respeto, fuerza y reconocimiento. No estás sola. Y estás más cerca de lo que crees.

