Soy ‘millennial’ y me pregunto: ¿de verdad no podemos apagar el móvil en clase?

El artículo Soy ‘millennial’ y me pregunto: ¿de verdad no podemos apagar el móvil en el teatro? (El País, 31/5/2019) habla del teatro, pero bien se podría cambiar el teatro por una clase cualquiera de la universidad:

me gustaría comentar un dato que no solo me tiene preocupado e inquieto, sino que además me parece muy grave: desde el mismo primer día de clase hasta el último día no ha habido una sola función en la que no haya sonado al menos un teléfono móvil. Ni una. Luces que se encienden iluminando el patio de butacas, llamadas, mensajes o alarmas. O todas juntas.

La educación está viva porque se representa delante de los estudiantes sin trampa ni cartón. Cada uno de los movimientos, palabras o silencios de los profesores no están ahí por casualidad, todo tiene una intención dramática y narrativa. Y el silencio no solo es aliado de los profesores sino también del propio estudiante. Es necesario para que todo lo que se intenta transmitir desde la pizarra pueda envolver y atrapar a quien está sentado en el pupitre. Y créanme que las melodías de los teléfonos no solo es que no ayuden ni a unos ni a otros, sino que rompen la magia y la concentración en mil pedazos; y reconstruirla es ardua tarea. Para que nos entendamos todos, la llamada anónima que suena entre el oscuro de la multitud es tu madre abriendo la puerta de tu habitación a destiempo.

¿De verdad hemos llegado al punto en que no podemos estar una o dos horas sin comunicarnos con el mundo exterior? ¿Nos han robado el presente?

Las universidades públicas realizan más investigación que las privadas

En España, que las universidades públicas realicen más investigación que las privadas no es ninguna noticia, es un hecho que se confirma año tras año en las clasificaciones de universidades que se publican.

Ayer apareció el artículo La ciencia despega en la Universidad a pesar de las empresas en el periódico El País, y se vuelve a confirmar el dato:

Las universidades públicas son el 60% del total, pero hacen casi toda la ciencia.

[…]

Las universidades públicas copan los mejores puestos en investigación, porque son casi las únicas que invierten, y los peores las privadas y los campus a distancia, salvo la Universidad de Navarra que es la tercera.

Y todo esto, a pesar de que las universidades públicas cada vez tengan menos dinero:

Además, “los presupuestos de I+D no han crecido e incluso decrecieron de manera sustancial en los primeros años de la crisis, y las universidades se han visto obligadas a recurrir más que nunca a fondos europeos y eso se refleja en el indicador”, añade.

 

El código de honor en Utah State University

El código de honor en Utah State University, publicado el 11 de mayo de 2013:

Ya he escrito antes sobre los códigos de honor de algunas universidades de Estados Unidos:

La Utah State University, la universidad en la que me encuentro, tiene un código de honor muy extenso: The Code of Policies and Procedures for Students at Utah State University, aprobado en abril de 2009. Tiene varios artículos que cubren diferentes aspectos, como la libertad de expresión, la organización de los estudiantes, la conducta de los estudiantes y la integridad académica, que se trata en el artículo 6: ARTICLE VI. UNIVERSITY REGULATIONS REGARDING ACADEMIC INTEGRITY.

En ese artículo se define un juramento de honor:

I pledge, on my honor, to conduct myself with the foremost level of academic integrity.

Traducción:

Prometo por mi honor, que me comportaré con el nivel más elevado de integridad académica.

Y se incluyen algunas posibles violaciones:

  1. Hacer trampas: recibir ayuda durante la realización de un ejercicio o un examen, hacerse pasar por otro estudiante en un examen, obtener enunciados y ejercicios pertenecientes a profesores o estudiantes sin su permiso, presentar el mismo trabajo en diferentes asignaturas, etc.
  2. Falsificar: alterar o fabricar cualquier información o cita en un ejercicio o actividad académica.
  3. Plagiar: presentar el trabajo de otra persona como propio. También se incluye usar algún material preparado por empresas que venden trabajos académicos (Adventures in Cheating).

En el apartado “Discipline Regarding Academic Integrity Violations” se establecen los posibles castigos:

  1. Realización de servicios sociales.
  2. Suspensión temporal.
  3. Expulsión permanente.
  4. Denegación o revocación de una titulación.

Lo que más asusta a los estudiantes es que estos castigos aparecen en su expediente académico y pueden ser consultados cuando quieran a optar a un puesto de trabajo. Así que estas infracciones te pueden perseguir el resto de tu vida.

Es muy interesante el artículo USU considering honor code to combat cheating; other schools’ codes quite diverse del año 2002, en el que se hablaba de que USU estaba analizando la posibilidad de tener un código de honor.

El código de honor de Stanford

El código de honor de Stanford, publicado el 4 de mayo de 2013:

Stanford University es la mejor universidad del mundo según muchas clasificaciones. Seguramente es la mejor universidad del mundo porque es de las que más dinero tiene, pero también porque se toma algunas cosas en serio.

Por ejemplo, Stanford dispone de un código de honor que fue redactado por los propios estudiantes en 1921. Este código define una serie de actuaciones que son consideradas faltas de honor: copiar o dejarse copiar en un examen, el plagio, recibir o proporcionar ayuda para la realización de un trabajo cuando no está permitido, o presentar como trabajo propio el trabajo de otro.

Ante cualquiera de estas acciones, el castigo normal es una suspensión completa durante un cuatrimestre (te expulsan de la universidad durante un cuatrimestre, para todas las asignaturas, no sólo para la asignatura en la que cometiste la falta) y 40 horas de servicios comunitarios. Cuando alguien es reincidente, el castigo aumenta.

¿Y qué ocurre en España? Bufff, mejor no hablar, mi experiencia personal cuando has “pillado” a algún alumno copiando en un examen, entregando un trabajo que ha copiado de Internet, o entregando la misma práctica que un compañero es bastante desagradable. Tan desagradable que ya poco me importa: yo no soy un policía, y mucho menos si la universidad no me apoya. Porque, curiosamente, no existe un régimen disciplinario en la Universidad de Alicante que regule todas estas acciones que podemos llamar “deshonestas”.

¿Y qué ocurre en otras universidades? La situación no es mucho mejor. Hace unos años se produjo un escándalo a raíz de un nuevo reglamento en la Universidad de Sevilla: La Hispalense explica la medida como ‘garantía’ ante una ‘simple sospecha’. Y en la comparativa con otras universidades, Cómo se trata en otros campus a los que copian, destacaba la Universidad Alfonso X El Sabio: si te pillan copiando, simplemente te ponen un “no presentado”, ni te suspenden ni te aplican ningún castigo. Con esas medidas, ¡tonto el que no copie!

¿Enseñar, investigar o rellenar papeles?

En Esto es a lo que dedican de verdad su tiempo los profesores, aunque no quieran (El Confidencial, 29/05/2015):

Cualquier profesor sabrá rápidamente de lo que hablamos si nos referimos a la burocratización del trabajo del docente. […] Se trata de una labor que empieza justificándose por la obligada rendición de cuentas del trabajador y que termina imposibilitando que este dedique su tiempo a asuntos más productivos como la investigación y la preparación de las clases.

“En España existe una tendencia a crear sistemas de control que han demostrado servir para poco y que han generado un incremento notorio del trabajo burocrático de los profesores”, se lamentaba en la revista ANPE Javier Carrascal, secretario estatal de organización de dicho sindicato de enseñanza. “El incremento de las tareas burocráticas y administrativas para los equipos directivos y los docentes no ha supuesto una mejora de la calidad de la enseñanza ni de los resultados de nuestro sistema educativo”, concluía.

[…]

La situación es aún peor si nos fijamos en el ámbito universitario, en el que, en pos de apuntalar una supuesta meritocracia, el control de los profesores se ha traducido en una desmedida cantidad de trabajo burocrático forzado por la supervisión de organizaciones como ANECA. “Existe una creciente desconfianza en el personal docente investigador, y de hecho también en el administrativo y de servicios, que conlleva un control permanente de todos ellos, la continua realización de informes y actas, y la obligatoriedad de seguir unos procedimientos largos, costosos y en la mayoría de casos inútiles”, explicaba en una columna publicada en El País Ricardo Chiva Gómez, catedrático de Organización de Empresas en la Universitat Jaume I. “No se trata solamente de dar clase, sino de investigar, solicitar fondos, ir a congresos, escribir, evaluar, publicar…”, señalaba Carlos Jesús Fernández Rodríguez, profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, a El Confidencial.

[…]

“Los académicos se pasan cada vez menos tiempo pensando, leyendo y escribiendo y más tiempo rellenando formularios”, explica la autora. Las instituciones educativas aspiran a la eficiencia y una mayor productividad, y para eso utilizan esta clase de estrategias que, paradójicamente, lo único que hacen es perjudicar la eficiencia y productividad de los profesores.

[…]

La principal pregunta que se hace el autor es “cómo en esta avanzada economía occidental, saturada de la retórica de la austeridad, y supuestamente habiendo recogido los frutos de la tecnología moderna, las labores administrativas han proliferado de esa manera”.

Una de las explicaciones aducidas por el autor es que esta cantidad de papeleo puede servir como una herramienta de control social, tal y como funcionó en la vieja Unión Soviética: “Es una manera de asegurarse de que estamos demasiado monitorizados, cansados y ocupados como para hacer preguntas o sublevarnos”. No sólo eso, sino que daña paulatinamente la motivación del trabador, que pasa gran parte de su jornada dedicado a tareas “que secretamente cree que no tienen sentido”.

[…]

La realidad es que, de entre todos los trabajos del mundo, e incluso entre aquellos relacionados con el conocimiento, el del profesor de uno de los más difícilmente cuantificables. Entre otras cosas, porque en una investigación el esfuerzo y su recompensa no son constantes, sino que dependen de muchos factores. Algo semejante ocurre con la docencia, que sólo puede mejorarse a través de la experiencia, el esfuerzo y la formación, no a través de la cumplimentación de toneladas de formularios.

¿Usted tiene problemas de financiación?

En “Dios no nos ha creado a nosotros: los humanos hemos creado a Dios” (El País, 25/04/2019):

P. Antes mencionaba que su línea de investigación sobre la regeneración de órganos depende de la financiación. ¿Usted tiene problemas de financiación?

R. Bueno, yo estoy esperando a que me digan qué pasa con mi proyecto de investigación para el que solicité unos fondos. De hecho, me informan de que [las ayudas estatales destinadas a la I+D+i] van a salir a final de abril, antes de lo que se pensaba. Por lo visto, el Ministerio [de Ciencia] se ha puesto las pilas.

P. Las ayudas estatales destinadas a la I+D+i salen con meses de retraso desde hace años.

R. Sí, siempre ha habido retrasos, pero parece que este año van a salir antes. Me alegro. Pero habrá que ver cuál es el nivel real de financiación. La financiación de la ciencia española en los últimos 10 o 12 años ha sido un desastre. Todos estamos en precario. Unos más que otros, evidentemente, pero hay una precariedad tremenda, porque han rebajado los fondos de investigación y esto lo hemos pagado todos. Ha sido una época realmente desastrosa.

P. Y, con el retraso acumulado en la concesión de las ayudas públicas, usted tiene cero euros.

R. Claro. Si tienes algún otro tipo de financiación la tienes que poner ahí. O el centro te adelanta el dinero y cuando te llega [la ayuda estatal] se lo devuelves. Hay muchísimas cuestiones de este tipo que hacen que la vida sea muy complicada. Tienes que andar resolviendo cuestiones que no tendrías que estar resolviendo. Yo, de hecho, ahora mismo me imagino que me financiarán, pero no sé con cuánto. Y, desde enero, mi centro me ha estado adelantando el dinero con la idea de que me financiarán. Cuando llegue ese dinero, una parte ya estará gastada. No debería ser así.

Las nueve mejores universidades de España son públicas y las cuatro peores, privadas

En Las nueve mejores universidades de España son públicas y las cuatro peores, privadas (El País, 24/04/2019):

Las conclusiones son claras. La Universidad Pompeu Fabra, con una puntuación de 1,7, ocupa el número uno, seguida por la Carlos III de Madrid, con 1,5 puntos. El bronce lo tienen las Politécnicas de Cataluña y Valencia al compartir una nota de 1,4 y la cuarta posición, con un 1,3, la conforman la Autónoma de Madrid, la Universidad de Cantabria, la Autónoma de Barcelona, la Universidad de Barcelona y la Rovira i Virgili. Todas ellas públicas.

Hay que esperar a la quinta posición de la tabla para encontrarse al primer campus privado, la Universidad de Navarra, que comparte una puntuación de 1,2 con la de Alcalá, la Miguel Hernández, la Politécnica de Madrid, la Universidad de Santiago, la de Lleida y la de Valencia. La última parte del ranking, en el puesto 11 y con 0,6 puntos, la componen la Universidad a Distancia de Madrid, la Cardenal Herrera-CEU, la Católica de Valencia y la Francisco de Vitoria, todas ellas de titularidad privada.

Más información en U-Ranking 2019 de las universidades españolas.

El Estado gasta al año 680 millones en universitarios que abandonan la carrera

En El Estado gasta al año 680 millones en universitarios que abandonan la carrera (El País, 25/04/2019):

Que uno de cada tres estudiantes abandonen un grado en una universidad pública sin concluirlo supone al Estado 680 millones de euros al año. El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y la Gundación BBVA han incluido por primera vez esta estimación en el estudio U Ranking. Los autores —Francisco Pérez y Joaquín Aldás—, que han presentado el informe hoy jueves, han calculado que esta renuncia ocasionó concretamente en 2017 un coste de 974 millones anuales, si además se suma lo que desembolsan las familias (170 millones las de la enseñanza pública y 124 en la privada).

[…]

Es decir, uno de cada tres (125.000 estudiantes) desistió antes de titular. Más allá del fracaso académico y emocional del inscrito, esta renuncia tiene un gran coste para las arcas públicas, porque los alumnos costean unos 1.100 euros de la matrícula —con grandes diferencias autonómicas en los precios de las tasas— y el Estado invierte en él otros 4.000 euros.

La falsa ilusión del aprendizaje por observación

En El efecto Roger Bannister: ¿si ese experto puede, tú también? (El País, 22/03/2019):

Otra de las lecciones que se extrae de la hazaña de Bannister está relacionada con la falsa ilusión del aprendizaje por observación. Ver a alguien conseguirlo no es suficiente para que tú puedas hacerlo. A día de hoy, puedes encontrar casi cualquier habilidad que quieras aprender en internet. Los tutoriales de YouTube han servido a toda una generación para adquirir conocimiento de forma autodidacta. Sin embargo, no son tan útiles como parece. Ver a alguien hacer algo puede hacerte sentir que tú puedes realizar actividades similares, pero un nuevo estudio sugiere que el aprendizaje por observación puede ser ilusorio.

En seis experimentos, publicados recientemente en Psychological Science, los investigadores, de la Universidad de Chicago, llegaron a la conclusión de que las personas sobreestiman cuánto mejoran sus habilidades después de observar el desempeño de otros. Después de ver un vídeo de un bailarín explicando cómo se hace el moonwalk, te crees más capaz de hacerlo. Pero a la hora de la verdad, se te da igual de mal que si no lo hubieras visto. Los observadores mejoran su confianza, pero no su capacidad.

¿Qué es lo que hace que las personas estén tan confiadas? “Una cosa es memorizar qué pasos tienes que seguir y otra, experimentar cómo es llevarlos a cabo”, explica Michael Kardas, responsable del estudio. Todo el mundo sabe que para aprender hace falta practicar. Lo curioso de este estudio es el aumento de la confianza de los espectadores en sus propias capacidades después de ver un simple vídeo. “A menudo, se pierden las sutilezas mientras observan. Después de ver a los expertos, son propensos a subestimar la complejidad de la habilidad y sobreestimar sus propias habilidades”, asegura Kardas.

El estudio citado en este artículo es Easier Seen Than Done: Merely Watching Others Perform Can Foster an Illusion of Skill Acquisition.

Los políticos prometen lo imposible en ciencia

En Los políticos prometen lo imposible en ciencia (El País, 17/04/2019):

En la actualidad, nuestro país dedica apenas el 1,2% del PIB a estas políticas. Mirando atrás, a España le costó 10 años subir apenas cuatro décimas en este campo hasta el máximo histórico que se consiguió en 2010.

Desde el comienzo de la crisis, los sucesivos gobernantes han maltratado y ninguneado a la ciencia y la innovación, justo lo contrario que hicieron las principales economías de la UE. El sistema de investigación público perdió unos 20.000 millones de euros entre 2009 y 2017, según las sociedades científicas. El país ha perdido también más de 10.000 científicos, aunque no hay datos oficiales sobre cuántos son en total, ni cuántos se han ido al extranjero. Además, las leyes aprobadas por el Gobierno de Mariano Rajoy para limitar el gasto público acabaron encadenando a los científicos hasta no poder renovar contratos laborales o comprar sillas debido a la compleja burocracia necesaria.

[…]

Prueba de ello es que el actual Gobierno lleva meses de retraso en la concesión de 350 millones de euros para proyectos científicos que esperan unos 6.000 grupos de investigación, un tercio de todos los que hay en el país.

[…]

“La ciencia no entiende de atajos, necesita tiempo para asimilar la inversión, dotar a los nuevos investigadores con recursos y laboratorios, no necesitamos una eclosión brutal, sino un crecimiento pausado y sin descanso”, resume Nazario Martín, presidente de la Confederación de Sociedades Científicas. Lo mismo señalan desde Cotec, una fundación para la innovación apoyada por las grandes empresas españolas, que considera “imposible” que España pueda alcanzar el nivel del 2% —la actual media de la UE— en una legislatura.

[…]

“Una sola empresa, Amazon, invierte más de 15.000 millones de euros al año en I+D, el triple que el Gobierno español”, clama Luis Serrano, presidente Somma, la alianza que agrupa a los centros de investigación más competitivos del país. Según Serrano, “el montante que el Gobierno español dedica al Plan Estatal, del que se nutren todos los grupos de investigación de España, es de unos 580 millones de euros, una cifra ridícula comparada con otros países. Con una subida del 50% en este capítulo se podría solucionar el gravísimo problema de los grupos de investigación, de las universidades y centros de investigación que son la columna vertebral del país”, resalta.