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Obras públicas del XVIII

Como en cualquier localidad, se van desarrollando toda una serie de infraestructuras que si bien no generan un gran impacto visual como puede ser la iglesia de San Pedro, también tienen su importancia en el desarrollo del núcleo urbano. Es por ello que creo necesario dedicar una pequeña mención a algunas de las construcciones de importancia en nuestra localidad, o aquellas simplemente curiosas, más allá de lo religioso o artístico.

Hacia 1704 nos consta que se rectificaron los lindes del antiguo camino del Señor San Roque, que unía la villa con la ermita del santo (que actualmente atraviesa la ciudad). Este camino tenía su inicio en lo que era el Portal del Senyor San Roc, a escasos metros del Ayuntamiento que se había construido recientemente (actual Plaça del País Valenciá) y ascendía hasta la ermita. El problema era que los propietarios de las tierras colindantes, que aún no habían sido edificadas, habían ocupado y estrechado parte del camino, por lo que era necesario reestablecer sus lindes y amojonarlo. Además, se aconseja a los propietarios respetar las nuevas delimitaciones, bajo pena de multa por valor de 60 sueldos.

En 1775 se hace necesario cambiar la ubicación del hospital local, pues el Hospital de San Diego se encontraba en el centro del núcleo urbano y ello incrementaba las posibilidades de contagio de enfermedades a los vecinos. Por ello, se decide construir uno nuevo extramuros en la actual replaceta de San Roque, reciento que en la actualidad es utilizado como asilo, al lado de la ermita. Las obras no empiezan hasta 1773 por motivos legales, y se acabarán en 1777. Las antiguas instalaciones serán reutilizadas con la construcción de la Casa de Enseñanza para Niñas en 1783.

Ermita de San Roque y asilo de desamparados
Ermita de San Roque y asilo de desamparados

Por otro lado, parece ser que los problemas de aparcamiento de nuestra ciudad vienen de largo. Por fechas del 1800, las calles de la villa más transitadas por carruajes eran las de San Roque, calle Mayor y la del Carril. Pero lo que transita ha de pararse en algún momento, y se llegó a un punto en que los carros y carruajes estacionados en la vía pública suponían un problema para la circulación fuera a pie o de otros carruajes, especialmente en días de lluvia. Y es que la pavimentación de las calles no es habitual hasta finales de siglo en algunas calles de importancia o ya en el siglo XX, con lo que nos encontramos calles que se convertían en lodazales tras las lluvias.

Ante esto, el Ayuntamiento decidirá imponer una multa de sesenta sueldos a todos los que no los guardasen en sus casas. Los vecinos no verán esto con buenos ojos y se quejarán alegando no tener lugar en sus casas para cumplir la ordenanza. En vista de la situación, el Consejo decidirá crear un lugar para el aparcamiento de todos esos vehículos “sin techo”, que aprobarán los vecinos a condición de que se encuentre debidamente vigilado, especialmente por las noches. Y así es como se creó el primer aparcamiento del que tenemos constancia en nuestra villa.

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El señorío del Marqués de la Romana

Como ya habíamos comentado en entradas anteriores, el pueblo de Novelda –al menos sus dirigentes- se había mantenido fiel a la causa borbónica durante la Guerra de Sucesión. Tras la muerte del señor Carlos Caro en diciembre de 1722, será su hijo Joseph Caro quien herede sus posesiones. A partir de estas, Felipe V creará un nuevo título nobiliario en agradecimiento a su fidelidad durante la contienda, de modo que a partir de 1739 también tendrá el título de Marqués de la Romana. Y es que la aristocracia había sido el pilar fundamental de Felipe V durante la guerra, por lo que esta acción no sería más que otro favor en agradecimiento a esa aristocracia colaboracionista.

Las tierras del nuevo señor estarán repartidas por las localidades próximas, como por ejemplo en Elche, donde tendrá 4 casas, 463 tahúllas de tierras con olivos y palmeras. En sus manos quedaban las tierras más fértiles de todo el señorío, y lo más importante, los monopolios señoriales de elementos clave como hornos, molinos, algunas tiendas,… Será con Joseph Caro con quien se inicie la construcción de un nuevo palacio de la señoría en 1734, momento en que se pondrá la primera piedra, que irá seguido de un huerto y jardín, acabando la verja que lo rodearía en 1736. Sobre esto, se ha conservado un contrato que abarca 10 páginas en el que se detallan todos los aspectos de la construcción, incidiendo especialmente en que los materiales han de ser de la mejor calidad que se pudiera encontrar. El coste del proyecto serían “750 pesos de plata, de ocho cada uno”, que deberían ser pagados en orden del primero al principio de la obra y el último tras ser revisada y dada la conformidad con la misma por los arquitectos.

En el siglo XVIII habrá un periodo de crecimiento económico, que en el caso de Novelda se ve reflejado en primer lugar con la remodelación de la ermita de la Mola (1731), que se mantendrá así hasta 1958 cuando se construya el actual santuario. También se reforma en 1734 la iglesia de San Pedro, añadiéndose en 1746 la capilla de la Aurora. En 1743, además, la calle mayor empezará a adoptar la forma que conocemos hoy en día, tanto que en solo 6 años ya contaba con 30 viviendas.

El núcleo urbano también refleja ese desarrollo, creciendo en dirección a San Roque, donde los Caro comprarán tierras para construir su palacio. El edificio adoptará usos diversos (desde molino, granero, posada,…) y los territorios ocupados por el huerto serán utilizados para construir posteriormente la Glorieta que conocemos hoy en día.

En 1741 muere el primer Marqués de la Romana, Josep Caro, y su hijo Pedro Caro i Sureda heredará el título. Se casará con Margarita Sureda Togores, una mallorquina, naciendo Pedro Caro Sureda, que años después destacará en la carrera militar y acabará ocupando el cargo de su padre. Pero volviendo a Pedro Caro, podemos decir que fue un hombre con visión empresarial, pues podemos decir que fue quien motivó la creación de la primera fábrica de mármol en Novelda. Este intento de diversificación se debió, muy posiblemente, a la crisis que sufrirá el campo entre 1755 y 1758, pese a que la fábrica no tendrá suficiente carga de trabajo y acabará cerrando en 1780.

Por otro lado, su mujer Margarita será quien pague a los maestros de los niños de la pedanía de La Romana y el barrio de San Roque, que por aquel entonces era una zona aislada del centro urbano. A partir de 1783 también se asegurará de que se enseñara costura a las niñas del pueblo.

Pedro Caro i Sureda, tercer Marqués de la Romana, destacará como ya hemos dicho en su carrera militar, sobre todo en las batallas durante las guerras napoleónicas. Por su fidelidad, Carlos IV le nombrará Capitán General del Principado de Cataluña. A diferencia de muchos militares, Pedro Caro i Sureda fue un ilustrado y apasionado de la lectura, pues recopiló un fondo bibliotecario de más de 18.000 volúmenes, que fueron cedidos a la Biblioteca Nacional española en 1866.