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Economía

Fábrica de Jaspes y Mármol

Aunque a día de hoy el mármol sea un sector muy relevante en la economía noveldense, no siempre fue así, es más, es un elemento no demasiado antiguo.

Se dice que el inicio de las fábricas de mármol surgen a finales del  siglo XIX  con un carácter modesto y con el fin de servir a un mercado en expansión, en la época de las grandes construcciones modernistas. Fuera como fuese en 1911 las autoridades locales no habían prestado atención a este sector como posible fuente de ingresos; ni tampoco la “Junta d’Aigues”, a quien se le atribuía la propiedad de las canteras.

Sin embargo tenemos datos de que en el siglo XVIII ya es un sector a explotar. Esto lo sabemos debido a los datos sobre los trabajadores (alarifes y albañiles)  entre 1730 y 1797 con una media de 7 alarifes en este marco temporal, destacando los años 1773, 1774 y 1797, entre los que encontramos el siguiente número de trabajadores respectivamente 12, 11 y 15. Los maestros por el contrario son menores teniendo de media de 3 trabajadores.

Cavanilles en “Observación sobre la historia natural, geografía, agricultura, población, y frutos del Reyno de Valencia” nos dice lo siguiente en torno a Novelda:

“no tiene en su termino minas, pero si canteras de Jaspes encarnados con blanco y de negro con blanco. De que ussa poco la fabrica, por tener mas cerca las canteras de Aspe, de donde se saca mejor y con mas facilidad”

En 1772 se le hace director  de Arquitectura de la Academia  de Bellas Artes de San Carlos, Valencia a don Pere Caro y Maça de Liçana, Marqués de la Romana. quien según los documentos crearía una máquina que funcionaba a través del movimiento del agua, cuyas dimensiones son muy notables, incluso a día de hoy. Pero no prosperó. Sabemos que fue montada después del año 1754, sin embargo no era muy utilizada ya que había un gran número de trabajadores debido a la crisis en el campo durante el trienio 1755-1758. Sabemos que diez años mas tarde de su construcción sigue en pie pero “suele estar muchos tiempos parada”.

Tres años más tarde la fábrica se cerrará. Y en el “Estado General de esta Villa de Novelda…” de 1780 podemos leer:

“en esta villa no hay industria alguna peculiar de los Hombres”

Vemos por tanto un intento fallido de industrialización por los hombres ilustrados que años más tarde como sabemos, el mármol será fuente de ingresos para la comunidad noveldense.

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Política

El señorío del Marqués de la Romana

Como ya habíamos comentado en entradas anteriores, el pueblo de Novelda –al menos sus dirigentes- se había mantenido fiel a la causa borbónica durante la Guerra de Sucesión. Tras la muerte del señor Carlos Caro en diciembre de 1722, será su hijo Joseph Caro quien herede sus posesiones. A partir de estas, Felipe V creará un nuevo título nobiliario en agradecimiento a su fidelidad durante la contienda, de modo que a partir de 1739 también tendrá el título de Marqués de la Romana. Y es que la aristocracia había sido el pilar fundamental de Felipe V durante la guerra, por lo que esta acción no sería más que otro favor en agradecimiento a esa aristocracia colaboracionista.

Las tierras del nuevo señor estarán repartidas por las localidades próximas, como por ejemplo en Elche, donde tendrá 4 casas, 463 tahúllas de tierras con olivos y palmeras. En sus manos quedaban las tierras más fértiles de todo el señorío, y lo más importante, los monopolios señoriales de elementos clave como hornos, molinos, algunas tiendas,… Será con Joseph Caro con quien se inicie la construcción de un nuevo palacio de la señoría en 1734, momento en que se pondrá la primera piedra, que irá seguido de un huerto y jardín, acabando la verja que lo rodearía en 1736. Sobre esto, se ha conservado un contrato que abarca 10 páginas en el que se detallan todos los aspectos de la construcción, incidiendo especialmente en que los materiales han de ser de la mejor calidad que se pudiera encontrar. El coste del proyecto serían “750 pesos de plata, de ocho cada uno”, que deberían ser pagados en orden del primero al principio de la obra y el último tras ser revisada y dada la conformidad con la misma por los arquitectos.

En el siglo XVIII habrá un periodo de crecimiento económico, que en el caso de Novelda se ve reflejado en primer lugar con la remodelación de la ermita de la Mola (1731), que se mantendrá así hasta 1958 cuando se construya el actual santuario. También se reforma en 1734 la iglesia de San Pedro, añadiéndose en 1746 la capilla de la Aurora. En 1743, además, la calle mayor empezará a adoptar la forma que conocemos hoy en día, tanto que en solo 6 años ya contaba con 30 viviendas.

El núcleo urbano también refleja ese desarrollo, creciendo en dirección a San Roque, donde los Caro comprarán tierras para construir su palacio. El edificio adoptará usos diversos (desde molino, granero, posada,…) y los territorios ocupados por el huerto serán utilizados para construir posteriormente la Glorieta que conocemos hoy en día.

En 1741 muere el primer Marqués de la Romana, Josep Caro, y su hijo Pedro Caro i Sureda heredará el título. Se casará con Margarita Sureda Togores, una mallorquina, naciendo Pedro Caro Sureda, que años después destacará en la carrera militar y acabará ocupando el cargo de su padre. Pero volviendo a Pedro Caro, podemos decir que fue un hombre con visión empresarial, pues podemos decir que fue quien motivó la creación de la primera fábrica de mármol en Novelda. Este intento de diversificación se debió, muy posiblemente, a la crisis que sufrirá el campo entre 1755 y 1758, pese a que la fábrica no tendrá suficiente carga de trabajo y acabará cerrando en 1780.

Por otro lado, su mujer Margarita será quien pague a los maestros de los niños de la pedanía de La Romana y el barrio de San Roque, que por aquel entonces era una zona aislada del centro urbano. A partir de 1783 también se asegurará de que se enseñara costura a las niñas del pueblo.

Pedro Caro i Sureda, tercer Marqués de la Romana, destacará como ya hemos dicho en su carrera militar, sobre todo en las batallas durante las guerras napoleónicas. Por su fidelidad, Carlos IV le nombrará Capitán General del Principado de Cataluña. A diferencia de muchos militares, Pedro Caro i Sureda fue un ilustrado y apasionado de la lectura, pues recopiló un fondo bibliotecario de más de 18.000 volúmenes, que fueron cedidos a la Biblioteca Nacional española en 1866.