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Huerta de Alicante principios siglo XVII

     En este apartado, destacaremos la estructura agraria y los cultivos de la época. En cuanto a la estructura agraria, a principios del siglo XVII la Huerta de Alicante ocupaba unas 27.430 tahúllas, de las cuales el 54,71% pertenecían a un total de 587 propietarios, lo que pmuestra una excesiva fragmentacion de la propiedad agraria. Esto haría necesario una continua utilización del suelo para poder obtener un mínimo de alimentos. Sólo un 10% de los que poseían tierras, poseían más de 80 tahúllas, y eran propiedad de las altas clases social y que si que salían beneficiadas con sus tierras.

     De la estructura parcelaria, se extiende el uso de parcelas de pequeña extensión, entre una o dos tahúllas. Esto se desarrollará en la necesidad de formar arriendos a corto plazo con el fin de obtener una mayor rentabilidad de sus tierras, ya que en ocasiones, las tierras de un mismo propietario distaban de una a otra algunos kilómetros.

     En relación a los cultivos, hay que señalar que la construcción del Pantano de Tibi, influyó en la mejora de los rendimientos, aunque también originó graves problemas financieros a la ciudad. La mayor riqueza que se obtenía de la Huerta, era la derivada del culto de la vid, tanto pasas como vinos, de gran consideración tanto dentro como fuera del país. Destaban también, las producciones de horalizas y frutales, cuya variedad y calidad es señalada. Encontramos el cultivo de platano, algarrobos, almendros, agrios… y como gran destacado, la industria turronera.

     Un cultivo que tuvo gran auge durante el siglo XVII, es la morera. También hay que destacar la abundancia y variedad en plantas medicinales. Sin embargo, en la configuración de la economía local desempeñaba un papel mucho más importante el cultivo de plantas industriales, como el esparto, recogido en las llanuras y cerros próximos al perímetro urbano. A pesar de todo, la rotura del Pantano de Tibi supuso un freno para ésta expansión agrícola de la Huerta Alicantina, y no llegó a solventarse hasta los primeros años del siglo XVIII, tras su reconstrucción.