Leonardo Da Vinci: inventor de inventores.

LEONARDO DA VINCI (1452-1519): ERUDITO Y MULTIDISCIPLINAR.

Leonardo, hijo ilegítimo del notario Piero da Vinci, nace en pleno Renacimiento italiano en la población da Vinci, situada a unos treinta kilómetros al oeste de Florencia. A lo largo de 67 años de vida se convierte en una de las personalidades más curiosas y polifacéticas de la historia.

Crecido en estrecho contacto con la naturaleza, pero carente de formación académica en el sentido actual, las enciclopedias le atribuyen la más larga lista de profesiones: pintor, escultor, arquitecto, ingeniero, físico, geómetra, biólogo, geólogo, astrónomo, botánico, anatomista, músico, lingüista, filósofo… Destacan su inquietud, su capacidad observadora, su profundo análisis, su continua experimentación, su perfeccionismo, su espíritu juvenil hasta el final… Todo ello le hace ser altamente valorado por sus contemporáneos.

Los estudiosos actuales lo califican como el genio más completo de todas las épocas. Los escritos de Leonardo se estiman en 15.000 páginas, de las que se conservan unas 7.000. La mayor parte de sus folios están llenos de dibujos e interesantes comentarios escritos espectacularmente, lo que se interpreta como una consecuencia de su mayor habilidad con la mano izquierda y de su deseo de protegerse frente a sus coetáneos. Reflejan sus ideas, observaciones y desarrollos sobre los más variados temas, y son un testimonio cotidiano de los conocimientos disponibles por los artesanos de aquella época.

Su inquietud le lleva a saltar rápidamente de un tema a otro, dejando muchos proyectos sin terminar, aunque casi siempre demuestra su factibilidad y originalidad. Hoy se precisan meses para diseñar una máquina algo novedosa, mientras que sus cuadernos incluyen centenares de bocetos sobre los más variados sistemas: máquinas-herramienta, máquinas de guerra, relojes, instrumentos musicales, automatismos, medidores, barcos, máquinas voladoras y muchos otros. La perfección conceptual y didáctica del Códice Madrid I es la mejor prueba. En una época en la que el estudio del cuerpo humano estaba estrictamente prohibido, consigue permisos, disecciona unos treinta cadáveres y dibuja con detalle gran parte de los órganos del cuerpo, con una claridad nunca antes alcanzada.

Sus escritos filosóficos siguen teniendo actualidad. Sus análisis lingüísticos son pioneros en la naciente lengua italiana. Sus incursiones en la matemática, que considera fundamental para explicar el universo, son de gran acierto. Todo es resultado de una actitud y profundidad observadora poco común, relacionando todo con una sencillez basada en el análisis y extrapolación consecuente de la naturaleza. Muy metódico y siempre equipado con un cuaderno de notas, se convierte en el mejor notario de su tiempo y de su concepción razonada de todo el universo.

Por otra parte, Leonardo diseña diversos mecanismos predecesores de la electrónica. Interesado inicialmente por las máquinas como solución final para resolver las más variadas aplicaciones, pronto descubre que unos pocos mecanismos elementales son los constituyentes básicos de cualquier máquina compleja. Resulta interesante destacar que Leonardo elaboró cuadernos de notas de dos niveles y etapas científicas. Un primer tipo de cuadernos son los que reflejan a modo de diario sus observaciones en orden temporal; un segundo tipo de escritos constituyen verdaderos «libros» o síntesis monográficas sobre una materia.

En este segundo grupo describe de modo sistemático los conceptos que explican claramente el porqué (los principios físicos implicados) y proponen cómo (los procesos, los métodos) o con qué (los componentes tecnológicos) resolver de diversos modos el problema analizado. Aun cuando el orden original de sus códices ha sido alterado y se estima que se han perdido la mitad de sus escritos, el Códice Madrid II es un buen ejemplo del primer tipo de cuadernos, elaborado como un diario de elaboración inmediata. Los temas abordados son de lo más diverso, tanto como sus ocupaciones diarias, que lo mismo le llevaban a inventariar meticulosamente los libros de su 5ª biblioteca, los vestidos disponibles, los trabajos emprendidos o los gastos efectuados.

El Códice Madrid I, reconfigurado con detalle, constituye un ejemplo del segundo nivel. Como aparece en su catalogación en la Biblioteca Nacional, es un verdadero Tratado de Fortificación, Estática y Geometría, y bien podría ser usado hoy para describir las máquinas más variadas y explicar sus principios y elementos constituyentes. Su capacidad creativa es tal que, como en otros campos, se anticipa a las soluciones de destacados científicos o tecnólogos de los siglos posteriores.

Precisamente el ingeniero actual podrá reconocer muchas soluciones mecánicas a problemas semejantes que hoy aparecen por analogía en el campo de la electrónica. Tal es el caso del uso del empleo de un elemento básico de la mecánica, el trinquete, con la misma labor que un diodo electrónico. Leonardo da un salto más: por combinación de varios elementos produce mecanismos capaces de realizar funciones complejas, como las del mecanismo generador de rotación constante a traslación alterna, parecido al actual inversor electrónico, capaz de obtener corriente alterna a partir de una fuente de corriente continua.

Trabajador y viajero infatigable, recorrió miles de kilómetros a lo largo de su vida, siempre al servicio de los más destacados señores y rodeado de los artistas más brillantes del irrepetible Renacimiento italiano. Reconocido como creador en todo tipo de materias, siempre estuvo rodeado de discípulos y servidores de las más variadas procedencias y profesiones, a los que tutelaba, encargaba tareas y transmitía sus habilidades. Sus ideas son más revolucionarias que las de otros que por menos terminaron en la hoguera inquisitorial, aunque quizá su escritura «a izquierdas», su simpatía y trato personal, la protección mecenística y su habilidad para hacer fácil lo difícil le ahorraron tales calores.