La Capilla Sixtina, Miguel Ángel

La Capilla Sixtina le costó 4 años a Miguel ángel, desde 1508 a 1512. Según el encargo, debía pintar la historia del Universo en 9 grandes paneles sobre el techo. El encargo era del Papa Sixto IV y una vez concluida le encomendó la decoración del Testero en la misma sala. Tuvo que trabajar en condiciones muy duras, echado sobre los andamios y pintando figuras monumentales, dos veces el tamaño natural. Tuvo que tomar una perspectiva adecuada para ser vista desde abajo. Son 9 paneles inspirados en el Génesis y se leen desde el altar y hacia los pies de la capilla. El tema va desde la creación de la luz hasta la embriaguez de Noé (alegoría del pecado), pero él empezó al revés y ello explica que el final tenga más figuras que el principio en el altar (porque se cansaba).

Hay elementos ficticios arquitectónicos, unos triángulos monumentales que enmarcan unas figuras monumentales. Estos elementos sirven para dividir las escenas y a la vez para crear espacios sobre los que situar figuras que no entran en ninguna escena. Es precisamente en estas figuras donde Miguel Ángel desarrolla los primeros elementos manieristas de su pintura. Desarrolla el equilibrio inestable del manierismo entre figuras que se sientan mal en estructuras insuficientes, posiciones antiestáticas que provocan una tensión, parece que están a punto de caer.

Dios y Adán describe el tema de la creación del hombre como una prolongación de Dios. Los dos están unidos por un dedo. Encontramos ese aspecto hercúleo y de todas las figuras de Miguel Ángel. El color es austero y de carácter escultórico porque él piensa como escultor. Pertenece a una escena de la parte primera (por lo tanto del final del trabajo) y por eso hay pocas figuras de carácter monumental. Prescinde del paisaje y lo reduce a una mínima expresión.

El Testero es la última obra pictórica de Miguel Ángel (1535-41). Podemos observar un cambio total. El color es más sombrío, más agrio, con un predominio de azules y con una visión muy tenebrista del juicio final. Los rostros son severos y la figura central es la de Dios. Éste aparece castigador, condenador y atormentado. Lo representó desnudo y después se le puso un velo. Miguel Ángel lo quería desnudo para hacerlo semipagano, es decir, una idea encerrada en un cuerpo material y pagano, el de Júpiter. En otras figuras del mismo conjunto sí permitieron los desnudos. En definitiva es un arte más tremendo y con un concepto más dramático del Juicio Final: un torrente de cuerpos desnudos que caen al fondo infernal. Las figuras están agitadas, desproporcionadas, de gestos muy duros, de cuerpos excesivamente alargados, casi expresionistas.

 

About Rafael León Soto

Estudiante de Grado en Historia en la Universidad de Alicante.
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