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Los interiores de Varela

CAJA DE AHORROS DE ALICANTE Y MURCIA. Emilio Varela. 1ª Edición. Alicante.

Aula de Cultura de C.A.A.M., 1987. I.S.B.N. 84-7599-047-9.

 

Emilio Varela parecía mostrarse menos tendente al abstracción, y más atento a conseguir la semejanza con la realidad y la perfección en la reproducción de las calidades táctiles (drapeados, lozas, frutos, cristal, flores, etc.) con respecto al bodegón. No cabe duda que Varela compartió siempre ese espíritu tradicional que animó a los grandes pintores de naturalezas muertas, desde Taddeo Gaddi a Zurbarán y desde los holandeses a Cezanne, y que consiste en hacer al modelo inanimado objeto de un verdadero retrato.

Aunque Varela se sintiera siempre cautivado, aún en su última época, por la belleza de las calidades del objeto inanimado y, por consiguiente, concediese importancia a su aspecto visible, hay que tener en cuenta que, como bodegonista, desarrollaba en mayor medida que ante el paisaje sus facultades de compositor, lo cual llevaba implícito el ejercicio de la abstracción. Si, ante el paisaje, Varela dejaba volar a su imaginación a partir de un tema dado, en el bodegón no era así.

Bodegón al óleo de Emilio Varela

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La ciudad de Alicante

ASOCIACIÓN DE PADRES DE ALUMNOS Y CLAUSTRO DE PROFESORES DEL COLEGIO PÚBLICO “EMILIO VARELA”. Emilio Varela. 1ª Edición. Alicante: Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), 2001. 27 páginas.

 

Alicante, en el primer tercio del siglo XX era una capital de provincia muy dinámica que presentaba unos perfiles económicos y demográfico bastante más modernos que la media de las ciudades españolaas. Una ciudad básicamente comercial y de servicios, aunque con algunos núcleos industriales de importancia. La vida económica alicantina estaba constituida dependiendo del puerto. En esos primeros años del siglo, el puerto alicantino ocupaba el cuarto lugar entre los puertos españoles, por él circulaban 3.500 buques, en su mayoría de vela. Se exportaban productos como el vino, la sal, tejas, ladrillos, conservas y productos agrícolas; mientras que se importaban cereales, carbón, petróleo, maderas y maquinaria.

Se produjeron en esos años numerosos cambios urbanísticos en la ciudad y aparecieron nuevos barrios Los Ángeles, Ciudad Jardín, Barrio Obrero… En edificios culturales hay que destacar Teatro Nuevo, Teatro de Verano, Salón España o Capital, etc. Hay que destacar que en ésta época de la vida alicantina coincide con el auge y con la expansión de la prensa.

En síntesis, éste es el Alicante de Emilio Varela. Una ciudad que en 1910 tiene 55.000 habitantes, en 1920, 63.000 y, en 1930, 73.000.

 

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El Ateneo

ASOCIACIÓN DE PADRES DE ALUMNOS Y CLAUSTRO DE PROFESORES DEL COLEGIO PÚBLICO “EMILIO VARELA”. Emilio Varela. 1ª Edición. Alicante: Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), 2001. 27 páginas.

 

El artista y su entorno, los ambientes, los lugares comunes, el paisaje cotidiano. En la vida social, artística y afectiva de Emilio Varela, el Ateneo, adquiere dimensiones de auténtico protagonista. En 1923 volvió a crearse; el anterior, inaugurado en 1903, había desaparecido. Su actividad fue de enorme importancia y se convirtió en una especie de resistencia cultural durante el golpe de Primo de Rivera. Categoría de una actuación que no fue reconocida por las instituciones públicas que le negaron ayuda económica para sus actividades. Tal vez, recelosas por el carácter abierto y progresista de sus directivos y socios.

El Ateneo estaba ubicado en la Explanada y disponía de salón de actos para unas 150 personas, sala de exposiciones y una biblioteca. Con esa visión progresista de la vida, allí expusieron sus obras los pintores alicantinos y pronunciaron conferencias Figueras Pacheco, Marcelino Domingo, Rafael Altamira, Miguel de Unamuno, Rafael Alberti. Ramón Sijé y Miguel Hernández leyeron sus poemas. Siempre con un alto nivel de calidad. Precisamente en el Ateneo, en 1923, coincidiendo con la reinaguración, es donde Emilio Varela realiza su primera gran exposición individual. Fue todo un revulsivo artístico y un gran acontecimiento cultural y social.

 

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La estética vareliana

CAJA DE AHORROS DE ALICANTE Y MURCIA. Emilio Varela. 1ª Edición. Alicante.

Aula de Cultura de C.A.A.M., 1987. I.S.B.N. 84-7599-047-9.

 

En razón de su cultura, Emilio conocía los mejores logros del arte figurativo de su tiempo, su personalidad iba a se demasiado rica para dejarse asimilar a cualquier tendencia o a culaquier escuela.

Sánchez-Camargo hablaba de un posible Varelismo para referirse a su pintura. En realidad, es el gusto del color por él mismo y una rara aptitud al ejercerlo lo que define en verdad a Varela; más que su estilo.

Varela no se consideró jamás un verdadero dibujante. En el afán de acceder a una pintura esencialmente emotiva se encuentran los cimientos del estilo.

A la hora decisiva de tratar el tema, de recomponerlo sobre el lienzo, esa misma emoción del aumento presidía las selecciones del color y decidía sobre la mayor o menor “utilidad” de los elementos reales del paisaje.

 

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Varela y la naturaleza

CAJA DE AHORROS DE ALICANTE Y MURCIA. Emilio Varela. 1ª Edición. Alicante.

Aula de Cultura de C.A.A.M., 1987. I.S.B.N. 84-7599-047-9.

 

Simbolista o “fauve”, Varela sin embargo no lo iba a ser completamente, a pesar de compartir con los “bretores” la pasión por el color. El joven Varela no trabajaba como otros pintores, él pintaba toda la obra “de un tirón”. Estaba tan íntimamente ligado al paisaje que necesitaba de la presencia física del modelo para recoger su aliento. Era un enamorado de la naturaleza.

A pesar de su concepción naturalista de la pintura, Varela tampoco puede ser entendido por pintor naturalista como no sea en la acepción restrictiva del término. Varela es pintor naturalista cuando nos pone en contacto con el mundo sensible protagonizado por árboles, montes, cielo, agua, etc.

Por la vía de la calma y de la serenidad, Varela se aproxima a la parte más noble de nuestro espíritu.

Paisaje con castaños en flor

Paisaje con castaños en flor

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Época isabelina

ASOCIACIÓN DE PADRES DE ALUMNOS Y CLAUSTRO DE PROFESORES DEL COLEGIO PÚBLICO “EMILIO VARELA”. Emilio Varela.

1ª Edición. Alicante: Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), 2001. 27 páginas.

 

"La ciudad". 1932

“La ciudad”. 1932. Emilio Varela.

“La ciudad”, pintada en 1932 por Emilio Varela pertenece a su época isabelina. A partir de este año, tras la muerte de su madre, Varela empieza a pintar paisajes cercanos a la ciudad de Alicante, como este cuadro o el de “La Condomina”. Esta costumbre no la abandonaría hasta poco antes de su muerte. Más tarde, en el año 1943, se reencuentra con los paisajes de la Sierra de Aitana y Guadalest. También de su época isabelina. Este período recibe este nombre porque Varela firmará en recuerdo de su madre, E. Varela Isabel. Toma apuntes del natural que luego amplía en el lienzo.

Otros cuadros importantes de la época isabelina de Emilio Varela son “Los Roquedos de Guadalest”, “Guadalest” (pintado en 1943) y el “retrato de Torno” (quinto y último, en 1945).

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Punto de vista de Eduardo Lastres sobre Varela

BONET, Juan M., LASTRES, Eduardo; VARELA, Santiago. Miradas sobre Emilio Varela. 1ª edición. Alicante.

Diputación Provincial de Alicante, 2005. 77 páginas. ISBN: 84-7784-482-8.

 

Emilio Varela es sin discusión el mejor pintor alicantino  y valenciano de la primera mitad del siglo XX. Varela era un pintor dotado que desveló sus habilidades de forma temprana, tanto en la técnica como en el empleo del color. Era un pintor de gran sensibilidad y con un lenguaje propio.

La figura de Emilio Varela para Lastres es controvertida. No cabe duda de que la personalidad de Emilio Varela era peculiar y que ofrece una imagen de un hombre introvertido, tímido y poco dado al espectáculo. Pero en su visión del mundo, se interesa únicamente por los problemas que le plantea una vida totalmente vinculada a la pintura, su gran pasión. El pintor alicantino tenía una personalidad llena de altibajos.

Varela es un artista que trabajó poco para su promoción personal, mostraba una introspección. Desde el principio buscó con ahínco y gran fuerza construirse un mundo diferente al de los demás.

 

Carrer Mitja Galta, hoy Calle Barranquet. 
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Varela en la intimidad

BONET, Juan M., LASTRES, Eduardo; VARELA, Santiago. Miradas sobre Emilio Varela. 1ª edición. Alicante.

Diputación Provincial de Alicante, 2005. 77 páginas. ISBN: 84-7784-482-8.

 

Los numerosos autorretratos de Emilio Varela, aproximadamente un centenar, fueron pintados con preferencia sobre soporte de cartón. Quizá son una manifestación explícita del reflejo y la búsqueda por asegurar su intimidad. Se trata de pinturas a las que el autor debió otorgar una trascendencia en cuanto a tema relativamente escasa en el conjunto de su obra. Los autorretratos constituyen la plasmación de su imagen y quizás llegara a considerar que estos cuadros no deberían formar parte del colectivo común por él ofrecido. Estarían reservados en la mayoría de las ocasiones a los posibles observadores. Solo accesibles a un reducido número de espectadores.

Es posible que por esa razón durante muchos años un elevado número de cuadros pertenecientes a este género estuvo guardado en una maleta de madera de su casa familiar, que estaba situada en el barrio de San Francisco; actualmente la casa está derribada. De aquí hay que destacar una obra, titulada “Interior del domicilio de Varela”, donde en lo pictórico, el artista alicantino logra la incorporación de la perspectiva aérea. Es una obra que recuerda a las pinturas holandesas del siglo XVII, con la representación de los interiores domésticos cotidianos.

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Emilio Varela según Óscar Esplá.

BONET, Juan M., LASTRES, Eduardo; VARELA, Santiago. Miradas sobre Emilio Varela. 1ª edición. Alicante.

Diputación Provincial de Alicante, 2005. 77 páginas. ISBN: 84-7784-482-8.

 

La relación entre Emilio Varela y Óscar Esplá fue destacada. Se conocieron en 1918 a través de un amigo en común, Sorolla. En 1942 Óscar Esplá le enseña cuadros de Juan de la Encina.

La amistad durará hasta la muerte del pintor, que frecuentó la finca del compositor, que se carteó con éste durante los años del exilio bruselés, y que volvió a verlo un año antes de su fallecimiento; cuando el compositor le transmite el interés de Jean Cassou por sus cuadros.

Óscar Esplá, a través de u  texto de 1962, once años después de la muerte de Varela, nos relata la timidez extrema de nuestro pintor, y que la soledad y el infortunio lo acompañaron a lo largo de su vida. Nos retrata como un ser reconcentrado y melancólico se vuelve al final de su vida “un enfermo de espíritu, una persona irritable y huraña”.

Autorretrato de Emilio Varela

Autorretrato de Emilio Varela
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La Huerta de Alicante: “Los paisajes como referencia”

BONET, Juan M., LASTRES, Eduardo; VARELA, Santiago. Miradas sobre Emilio Varela. 1ª edición. Alicante.

Diputación Provincial de Alicante, 2005. 77 páginas. ISBN: 84-7784-482-8.

 

Hacia el año 1942, Emilio Varela se aproximó a la Huerta de Alicante de una manera más intensa a como lo había hecho con anterioridad. Es entonces cuando descubre la Huerta de Alicante. La presencia del tranvía facilitaba al pintor su acceso a este lugar.

La Huerta constituye el campo de producción agrícola situado al norte de la ciudad. La serie de obras que Varela realizará allí se puede dividir en tres apartados: el de los paisajes amplios con fondos distantes; la estructura urbana del caserío de Santa Faz, y los cuadros de los ámbitos físicos limitados, más  íntimos y muy próximos.

Como cuadros destacados de este año, 1942, podemos destacar la “Condomina y Cabezó d’Or” y la “Huerta de Alicante”.