Es comúnmente conocido que en el año 1609 Felipe III decretó la expulsión de los moriscos de la península Ibérica. Antes de esa fecha, la población de Monóvar estaba integrada, fundamentalmente, por moriscos. Junto a los datos sobre los moriscos de Monóvar, los registros parroquiales de bautismos ofrecen también información sobre la existencia de algunos cristianos viejos. Sin embargo, resulta imposible cifrar de forma precisa la población morisca y cristiana porque tales registros no son claros en este aspecto, especialmente, en lo referente al apellido de los bautizados, cuyo origen da lugar a confusión. Es cierto que algunos apellidos son exclusivamente moriscos, como es el caso de Omar o Ismail, de la misma manera que entre la comunidad de cristianos viejos lo son apellidos como Navarro o Rico, pero en la mayoría de los casos la diferenciación resulta más compleja.
El único dato que arroja cierta luz sobre esta imprecisión es el conocimiento que actualmente se tiene sobre la existencia de 280 casas para la población monovera en el año 1598, de las cuales cerca de 250 pertenecerían a cristianos nuevos o moriscos. No se trata de aceptar o no con exactitud estas cifras, pero sí, al menos, se puede deducir a partir de ellas que la proporción de cristianos viejos con respecto al total debía ser bastante reducida.
Pese a la falta de datos para la población del siglo XVI, los recuentos que a lo largo de la centuria se realizaron apuntan en una dirección clara de crecimiento demográfico; un crecimiento, sin embargo, tanto más complejo de constatar cuanto que la fidelidad del censo de 1510 es más que dudable. De los restantes censos elaborados durante el siglo, el más fiable es el de 1602, que presupone una población total en torno a 1.200 habitantes. De modo que, considerando las cifras aproximativas del censo de 1510 y el recuento llevado a cabo en 1563, se puede suponer una tasa de crecimiento anual en torno al 0,97% entre los 446 habitantes de 1510 y los 747 de 1563, y de 1,22% entre estos últimos y los 1.2000 habitantes de 1602. En conjunto, la tasa de crecimiento estaría situada en un 1,08% para todo el siglo XVI, siendo más acusado en la segunda mitad de siglo. En cualquier caso, se trata de una tendencia común a la población peninsular, y especialmente valenciana, estrechamente relacionada con una coyuntura económica favorable.
La ausencia de información sobre las defunciones y el hecho de que los datos de bautismos correspondan a los momentos finales del siglo XVI impiden conocer hasta qué punto influyó el saldo vegetativo en el crecimiento de la población de Monóvar. Por cuanto la mayoría poblacional estaba integrada por la comunidad morisca, es muy posible que la fecundidad fuese elevada, siendo éste un elemento fundamental en tal crecimiento. Sin embargo, resulta imposible calcular en qué porcentaje era más elevada la fecundidad de los moriscos sobre la propia de la comunidad cristiana, por el manejo de totales de población muy inseguros.
Por lo que respecta a los factores negativos, si bien no se dispone de datos de defunciones, a través de la información que ofrecen los registros de bautismo se puede deducir la incidencia, durante el último cuarto de siglo, de periodos de escasez que, en determinados casos, pudieron acompañarse de epidemias o, al menos, de fenómenos de sobremortalidad. Ello explicaría que los bautismos se sitúen por debajo de la media en los años 1580-1582, 1585, 1592 y 1589-1590.
El número de bautismos disminuyó todavía más durante la década anterior a la expulsión morisca, alcanzando su punto álgido en los dos años inmediatamente anteriores a la expulsión, con tan sólo 7 y 8 bautismos. No se dispone de información que esclarezca las causas de este descenso natalicio, pero se trata de un fenómeno constatado en otras poblaciones moriscas, lo que puede llevar a pensar en un gran impacto psicológico ante la dramática medida que se avecinaba.