LOS MONÁRCOMANOS
Tras la matanza de la noche de San Bartolomé, el partido hugonote produjo gran cantidad de obras políticas. Junto a la argumentación constitucionalista podemos encontrar una nueva línea de justificación de la limitación del poder regio, fundada en principios filosóficos políticos que se resumen en dos ideas:
• Los reyes fueron creados por la sociedad para su servicio.
• Debe ser la sociedad la que defina la función regia y controle su ejercicio.
Los títulos más destacados de esta línea filosófica son:
• El derecho de los magistrados, de Théodore de Bèze.
• El político (anónima).
• El despertador de los franceses y de sus vecinos (anónima).
• Discursos políticos (anónima).
• El toque de rebato (anónima).
• Y la más importante: el Alegato contra los tiranos (Vindiciae contra tyrannos), atribuida a Philippe Duplessis-Mornay y publicada en Basilea en 1579.
Esta línea de pensamiento defiende que la legitimidad del recurso a las armas frente al “agresor injusto”, pero concibe la resistencia como un derecho limitado, constitucional y defensivo del pueblo, que no puede ser ejercido por todo el pueblo, ni por particulares, sino únicamente por los jefes o guías del pueblo. El rey accede al poder en virtud de un pacto con los jefes naturales del pueblo, de forma que la soberanía persiste en este último, así como el derecho de deponer al monarca en los casos en que incumpla el pacto.
Vindiciae contra tyrannos es la obra más famosa y difundida de la producción monarcómaca. En ella, Philippe Duplesis-Mornay aplica a la realidad francesa el doble pacto que se daba en la consagración de los reyes del pueblo de Israel:
• El primer pacto es entre Dios, el rey y el pueblo. Se trata de un contrato religioso, llamado alianza o foedus, de Dios con el pueblo, a través de su cabeza, el rey, en virtud del cual, el pueblo se convierte en pueblo de Dios, en Iglesia. El rey tiene como obligación mantener al pueblo dentro de la ley de Dios. El pueblo mantiene el derecho a resistirse y a deponerlo si se aparta de dicha ley. En esta situación, los magistrados intermedios podrían actuar en nombre del pueblo para perpetrar el tiranicidio.
• El segundo pacto (pactum) es político, entre el rey y el pueblo. El pueblo crea la figura del rey y se compromete a obedecerle con la condición de que gobierne con justicia y busque el bien público. Las leyes son establecidas por el pueblo y están por encima de los reyes; estos deben cumplirlas y administrarlas, y no las pueden cambiar sin el consentimiento del pueblo. Si el rey incumple sus funciones, el pueblo queda desligado de su obligación de obediencia y puede resistirse.
Duplessis distingue dos formas de resistencia en función de los dos tipos existentes de tiranos:
• El “tirano sin título”, que accede al trono usurpando el poder. El ciudadano privado no tiene ninguna obligación de obediencia y puede incluso matar al usurpador.
• El “tirano por práctica”, el monarca legítimo que incumple el pacto. La resistencia pertenece al pueblo, pero el tiranicidio solo puede ser realizado por los jefes del pueblo (llamados tutores, controladores o éforos).
El autor legitima la ayuda exterior, de un príncipe extranjero, para socorrer al pueblo oprimido por un tirano (de forma coherente con la necesidad de los hugonotes de contar con apoyos externos en su lucha contra la monarquía). Justifica el deber de ayudar por motivos religiosos y civiles: el príncipe extranjero no puede permitir ni los daños espirituales ni los perjuicios civiles que el monarca hereje y tirano está perpetrando contra el pueblo vecino; debe actuar movido por la fe y la solidaridad humana.