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Margaret Moro Roper

Padre mío bueno.

Olivares Eugenio escribe este libro donde habla de la vida de Margarita con referencia en todo momento a su padre Tomás Moro.

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Margaret Moro Roper

Carta del pensador a su hija Margarita desde la Cárcel:

Me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza
De una carta de santo Tomás Moro, escrita en la cárcel a su hija Margarita

Aunque estoy bien convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi vida pasada es tal que merecería que Dios me abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santísima me ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las ganancias y la misma vida, antes que prestar juramento en contra de mi conciencia; hasta ahora, ha inspirado al mismo rey la suficiente benignidad para que no pasara de privarme de la libertad (y, por cierto, que con esto solo su majestad me ha hecho un favor más grande, por el provecho espiritual que de ello espero sacar para mi alma, que con todos aquellos honores y bienes de que antes me había colmado). Por esto, espero confiadamente que la misma gracia divina continuará favoreciéndome, no permitiendo que el rey vaya más allá, o bien dándome la fuerza necesaria para sufrir lo que sea con paciencia, con fortaleza y de buen grado.

Esta mi paciencia, unida a los méritos de la dolorosísima pasión del Señor (infinitamente superior en todos los aspectos a todo lo que yo pueda sufrir), mitigará la pena que tenga que sufrir en el purgatorio y, gracias a su divina bondad, me conseguirá más tarde un aumento premio en el cielo.

No quiero, mi querida Margarita, desconfiar de la bondad de Dios, por más débil y frágil que me sienta. Más aún, si a causa del terror y el espanto viera que estoy ya a punto de ceder, me acordaré de san Pedro, cuando, por su poca fe, empezaba a hundirse por un solo golpe viento, y haré lo que él hizo. Gritaré a Cristo: Señor, sálvame. Espero que entonces él, tendiéndome la mano, me sujetará y no dejará que me hunda.

Y, si permitiera que mi semejanza con Pedro fuera aún más allá, de tal modo que llegara a la caída total y a jurar y perjurar (lo que Dios, por su misericordia, aparte lejos de mí, y haga que una tal caída redunde más bien en perjuicio que en provecho mío), aun en este caso espero que el Señor me dirija, como a Pedro, una mirada llena de misericordia y me levante de nuevo, para que vuelva a salir en defensa de la verdad y descargue así mi conciencia, y soporte con fortaleza el castigo y la vergüenza de mi anterior negación.

Finalmente, mi querida Margarita, de lo que estoy cierto es de que Dios no me abandonará sin culpa mía. Por esto, me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza. Si a causa de mis pecados permite mi perdición, por lo menos su justicia será alabada a causa de mi persona. Espero, sin embargo, y lo espero con toda certeza, que su bondad clementísima guardará fielmente mi alma y hará que sea su misericordia, más que su justicia, lo que se ponga en mí de relieve.

Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mí, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor.

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Margaret Moro Roper

Margarita Moro Roper.

A continuación os dedicaré dos entradas sobre la hija de Tomás Moro, Margarita, no se sabe mucho de su vida, pero si que he encontrado una carta que escribió Tomás para ella desde la carcel, y  un libro escrito por Olivares Eugenio que habla sobre la vida de Margarita, haciendo como no referencia a Tomás Moro.

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Canonizacion de Tomas Moro

Estatua en conmemoración de Tomás Moro en Chelsea.

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Canonizacion de Tomas Moro

Carta del Santo Padre Juan Pablo II declarando a Sto. Tomás Moro patrono de los gobernantes y políticos.

31 Oct 2000, «motu proprio».

1. De la vida y del martirio de santo Tomás Moro brota un mensaje que a través de los siglos habla a los hombres de todos los tiempos de la inalienable dignidad de la conciencia, la cual, como recuerda el Concilio Vaticano II, «es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella» (Gaudium et spes, 16). Cuando el hombre y la mujer escuchan la llamada de la verdad, entonces la conciencia orienta con seguridad sus actos hacia el bien. Precisamente por el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral. Y también fuera de la Iglesia, especialmente entre los que están llamados a dirigir los destinos de los pueblos, su figura es reconocida como fuente de inspiración para una política que tenga como fin supremo el servicio a la persona humana.

Recientemente, algunos Jefes de Estado y de Gobierno, numerosos exponentes políticos, algunas Conferencias Episcopales y Obispos de forma individual, me han dirigido peticiones en favor de la proclamación de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos. Entre los firmantes de esta petición hay personalidades de diversa orientación política, cultural y religiosa, como expresión de vivo y difundido interés hacia el pensamiento y la conducta de este insigne hombre de gobierno.

2. Tomás Moro vivió una extraordinaria carrera política en su país. Nacido en Londres en 1478 en el seno de una respetable familia, entró desde joven al servicio del arzobispo de Canterbury Juan Morton, canciller del Reino. Prosiguió después los estudios de leyes en Oxford y Londres, interesándose también por amplios sectores de la cultura, de la teología y de la literatura clásica. Aprendió bien el griego y mantuvo relaciones de intercambio y amistad con importantes protagonistas de la cultura renacentista, entre ellos Erasmo Desiderio de Rotterdam.

Su sensibilidad religiosa lo llevó a buscar la virtud a través de una asidua práctica ascética: cultivó la amistad con los frailes menores observantes del convento de Greenwich y durante un tiempo se alojó en la cartuja de Londres, dos de los principales centros de fervor religioso del Reino. Sintiéndose llamado al matrimonio, a la vida familiar y al compromiso laical, se casó en 1505 con Juana Colt, de la cual tuvo cuatro hijos. Juana murió en 1511 y Tomás se casó en segundas nupcias con Alicia Middleton, viuda con una hija. Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos. Su casa acogía yernos, nueras y nietos y estaba abierta a muchos jóvenes amigos en busca de la verdad o de la propia vocación. La vida de familia permitía, además, largo tiempo para la oración común y la «lectio divina», así como para sanas formas de recreo hogareño. Tomás asistía diariamente a misa en la iglesia parroquial, y las austeras penitencias que se imponía eran conocidas solamente por sus parientes más íntimos.

3. En 1504, bajo el rey Enrique VII, fue elegido por primera vez para el Parlamento. Enrique VIII le renovó el mandato en 1510 y lo nombró también representante de la Corona en la capital, abriéndole así una brillante carrera en la administración pública. En la década sucesiva, el rey lo envió en varias ocasiones para misiones diplomáticas y comerciales en Flandes y en el territorio de la actual Francia. Nombrado miembro del Consejo de la Corona, juez presidente de un tribunal importante, vicetesorero y caballero, en 1523 llegó a ser portavoz, es decir, presidente de la Cámara de los Comunes.

Estimado por todos por su indefectible integridad moral, la agudeza de su ingenio, su carácter alegre y simpático y su erudición extraordinaria, en 1529, en un momento de crisis política y económica del país, el rey le nombró canciller del Reino. Como primer laico en ocupar este cargo, Tomás afrontó un período extremadamente difícil, esforzándose en servir al rey y al país. Fiel a sus principios se empeñó en promover la justicia e impedir el influjo nocivo de quien buscaba los propios intereses en detrimento de los débiles. En 1532, no queriendo dar su apoyo al proyecto de Enrique VIII que quería asumir el control sobre la Iglesia en Inglaterra, presentó su dimisión. Se retiró de la vida pública aceptando sufrir con su familia la pobreza y el abandono de muchos que, en la prueba, se mostraron falsos amigos.

Constatada su gran firmeza en rechazar cualquier compromiso contra su propia conciencia, el Rey, en 1534, lo hizo encarcelar en la Torre de Londres dónde fue sometido a diversas formas de presión psicológica. Tomás Moro no se dejó vencer y rechazó prestar el juramento que se le pedía, porque ello hubiera supuesto la aceptación de una situación política y eclesiástica que preparaba el terreno a un despotismo sin control. Durante el proceso al que fue sometido, pronunció una apasionada apología de las propias convicciones sobre la indisolubilidad del matrimonio, el respeto del patrimonio jurídico inspirado en los valores cristianos y la libertad de la Iglesia ante el Estado. Condenado por el tribunal, fue decapitado.

Con el paso de los siglos se atenuó la discriminación respecto a la Iglesia. En 1850 fue restablecida en Inglaterra la jerarquía católica. Así fue posible iniciar las causas de canonización de numerosos mártires. Tomás Moro, junto con otros 53 mártires, entre ellos el obispo Juan Fisher, fue beatificado por el Papa León XIII en 1886. Junto con el mismo obispo, fue canonizado después por Pío XI en 1935, con ocasión del IV centenario de su martirio.

4. Son muchas las razones a favor de la proclamación de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos. Entre éstas, la necesidad que siente el mundo político y administrativo de modelos creíbles, que muestren el camino de la verdad en un momento histórico en el que se multiplican arduos desafíos y graves responsabilidades. En efecto, fenómenos económicos muy innovadores están hoy modificando las estructuras sociales. Por otra parte, las conquistas científicas en el sector de las biotecnologías agudizan la exigencia de defender la vida humana en todas sus expresiones, mientras las promesas de una nueva sociedad, propuestas con buenos resultados a una opinión pública desorientada, exigen con urgencia opciones políticas claras en favor de la familia, de los jóvenes, de los ancianos y de los marginados.

En este contexto es útil volver al ejemplo de santo Tomás Moro que se distinguió por la constante fidelidad a las autoridades y a las instituciones legítimas, precisamente porque en las mismas quería servir no al poder, sino al supremo ideal de la justicia. Su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes. Convencido de este riguroso imperativo moral, el estadista inglés puso su actividad pública al servicio de la persona, especialmente si era débil o pobre; gestionó las controversias sociales con exquisito sentido de equidad; tuteló la familia y la defendió con gran empeño; promovió la educación integral de la juventud. El profundo desprendimiento de honores y riquezas, la humildad serena y jovial, el equilibrado conocimiento de la naturaleza humana y de la vanidad del éxito, así como la seguridad de juicio basada en la fe, le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte. Su santidad, que brilló en el martirio, se forjó a través de toda una vida entera de trabajo y de entrega a Dios y al prójimo.

Refiriéndome a semejantes ejemplos de armonía entre la fe y las obras, en la Exhortación apostólica postsinodal «Christifideles laici» escribí que «la unidad de vida de los fieles laicos tiene una gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional ordinaria. Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres» (n. 17).

Esta armonía entre lo natural y lo sobrenatural es tal vez el elemento que mejor define la personalidad del gran estadista inglés. Él vivió su intensa vida pública con sencilla humildad, caracterizada por el célebre «buen humor», incluso ante la muerte.

Éste es el horizonte a donde le llevó su pasión por la verdad. El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Ésta es la luz que iluminó su conciencia. Como ya tuve ocasión de decir, «el hombre es criatura de Dios, y por esto los derechos humanos tienen su origen en Él, se basan en el designio de la creación y se enmarcan en el plan de la Redención. Podría decirse, con expresión atrevida, que los derechos del hombre son también derechos de Dios» (Discurso 7.4.1998, 3).

Y fue precisamente en la defensa de los derechos de la conciencia donde el ejemplo de Tomás Moro brilló con intensa luz. Se puede decir que él vivió de modo singular el valor de una conciencia moral que es «testimonio de Dios mismo, cuya voz y cuyo juicio penetran la intimidad del hombre hasta las raíces de su alma» (Enc. «Veritatis splendor», 58). Aunque, por lo que se refiere a su acción contra los herejes, sufrió los límites de la cultura de su tiempo.

El Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución «Gaudium et spes», señala cómo en el mundo contemporáneo está creciendo «la conciencia de la excelsa dignidad que corresponde a la persona humana, ya que está por encima de todas las cosas, y sus derechos y deberes son universales e inviolables» (n.26). La historia de santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas injerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre.

5. Confío, por tanto, que la elevación de la eximia figura de santo Tomás Moro como patrono de los gobernantes y de los políticos ayude al bien de la sociedad. Ésta es, además, una iniciativa en plena sintonía con el espíritu del Gran Jubileo que nos introduce en el tercer milenio cristiano.

Por tanto, después de una madura consideración, acogiendo complacido las peticiones recibidas, constituyo y declaro patrono de los gobernantes y de los políticos a santo Tomás Moro, concediendo que le vengan otorgados todos los honores y privilegios litúrgicos que corresponden, según el derecho, a los patronos de categorías de personas.

Sea bendito y glorificado Jesucristo, Redentor del hombre, ayer, hoy y siempre.

Roma, junto a San Pedro, el día 31 de octubre de 2000, vigésimo tercero de mi Pontificado

IOANNES PAULUS PP.II

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Canonizacion de Tomas Moro

Canonización.

Moro fue beatificado por el Papa León XIII en 1886 y canonizado, con John Fisher, el 19 de mayo de 1935 por el Papa Pío XI. Su nombre se añadió al calendario de los santos en 1970 para celebrar el 22 de Junio junto con Fisher, el único que quedaba de Obispo, que durante la Reforma inglesa, sostuvo, en la de King’s misericordia, fidelidad al papa. En 2000, el Papa Juan Pablo II declaro a Tomas celestial patrón de “los estadistas y los políticos”. En 1980, el nombre de Tomas se añadió al calendario anglicano de santos y héroes de la Iglesia Cristiana, junto con John Fisher.

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Restos de Tomas Moro.

Antes de la decapitación Moro había pedido que su hija Margaret Giggs que recogiera su cuerpo a la falta de la cabeza y le diera sepultura, así que Moro fue enterrado en la Torre de Londres, en la capilla de San Pedro ad Vincula, en una tumba sin nombre, no obstante la cabeza se encontraba fija en una pica en el Puente de Londres durante un mes, de acuerdo con la costumbre normal para los traidores, pero su hija la rescato a partir de un soborno, antes de que pudiera ser lanzada al río Tamesis.

El cráneo se cree que descansa en la Bóveda de Roper, de San Dunstan’s Church en Canterbury, con los restos de su hija Margaret Roper y la familia de su marido, ya que la leyenda dice que ella deseaba ser enterrada a si misma con la cabeza de su padre entre sus manos.

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Juicio y ejecucción.

En 1533, Tomas se negó a asistir a la coronación de Ana Bolena como reina de Inglaterra, por lo que la actitud de Enrique VIII hacia el enranció, no obstante como Moro, afirmo en varias ocasiones, no fue no aceptaba ese matrimonio sin embargo le deseaba toda la felicidad a la nueva pareja, pero a pesar de las aclaraciones, la negativa de Tomas Moro fue interpretada como un desaire a Ana y a Enrique por lo que se tomaron medidas contra él.

Acusándolo poco después de aceptar sobornos, pero los cargos evidentemente falsos, fueron rechazados por falta de pruebas; A principios de 1534, Moro fue acusado de conspirar con la Santa Dama de Kent, Elisabeth Barton, una monja que había profetizado contra el rey de la anulación, pero mas rápidamente presento una carta en la que había dado instrucciones a Barton de no interferir en los asuntos del estado.

Ante esta situación el 13 de Abril de 1534, Tomas se le pidió a comparecer ante una comisión y jurar su lealtad a la Ley de Sucesión, al cual se negó rotundamente. Cuatro días después fue encarcelado en la Torre de Londres, donde se preparó un devocional, “Dialogo de Confort contra la Tribulación”.  Durante su estancia en la Torre hubo numerosas visitas como la de Thomas Cromwell, que le insistió que recapacitará en su posición y que aceptara el juramento pero Moro nunca, declino de sus ideas. Así el 1 de Julio de 1535, Moro fue juzgado por alta traición por negar la validez de la Ley de Sucesion. Moro fue juzgado y sentenciado a ser colgado, arrastrado y descuartizado, ya que este era el castigo habitual de los traidores, sin embargo el rey conmuto y cambio la sentencia a decapitación. La ejecución tuvo lugar el 6 de Julio de 1535.

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Rectorado.

Después de que Wolsey cayó, Tomas le sucedió en el cargo de canciller en 1529. En ese momento se dedica totalmente a Enrique VIII y la causa de la prerrogativa real, Tomas inicialmente coopero con la nueva política del rey, denunciando a Wolsey en el Parlamento y proclamando la opinión de los teólogos de Oxford y Cambridge sobre que el matrimonio de Enrique con Catalina había sido ilegal. Pero ante ello Enrique comenzó a negar la autoridad del Papa, por lo que creció un desagrado en la opinión de Moro.

– Campaña contra la reforma: Tomas en apoyo de la iglesia católica vio que la herejía era una amenaza que debía ser erradicada, ya que ponía en peligro la unidad de la iglesia y de la sociedad. Así sus primeras acciones en contra de la reforma incluye ayudar a Wolsey en la prevención de libros luteranos que estaban importando a Inglaterra. Durante este tiempo la mayoría de sus polémicas literarias aparecieron.

En junio de 1530, se decreto que los delincuentes iban a ser llevados ante el Consejo del Rey, en lugar de ser examinados por sus obispos, la práctica seguida hasta ahora. La nueva iniciativa implicaba sanciones mucho mas duras, como el caso de Richard Bayfield, un graduado de la Universidad de Cambridge y ex benedictino monje, fue quemado en Smithfield en el año 1530 por distribuir copias de Tyndale traducción al ingles del Nuevo Testamento.

Ante la postura de Tomas Moro, empezaron a aparecer personajes contrarios a su doctrina en apoyo a estas torturas, como es el caso de John Foxe, que expreso su crítica a esta práctica a través de su famoso libro “Libro de los Mártires”. A estas expresiones Tomas Moro, defendió este sistema como un castigo aceptable, justificando que en todo momento a los acusados se les dio la oportunidad de arrepentirse antes de la sentencia.

– Dimisión: Hacia el año 1530, Tomas se nego a firmar una carta por los eclesiasticos y aristócratas pidiendo al Papa que anulara el matrimonio de Enrique con Catalina, ademas tendria que firmar un juramento que se declaraba al rey como Jefe Supremo de la Iglesia Inglesa, ante ello Moro quiso dimitir a lo que el rey no acepto esta petición pero en 1532 se le pidio otra vez la aceptación de la dimision, alegando que estaba enfermo y sufriendo de dolores en el pecho, esta vez Enrique VIII le concedio su petición.

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Tomás Moro.

Conflictos religiosos.

En 1520 el reformador Martín Lucero publicó tres obras: Llamamiento a la nobleza cristiana de la nación alemana; En cuanto a la cautividad de Babilonia de la Iglesia, y en la libertad de un hombre cristiano. En esta obra, Lucero estableció su doctrina de la salvación por la fe sola, rechazando los sacramentos y otras prácticas católicas, atacando los abusos y excesos de la Iglesia Católica Romana.

En 1521, Enrique VIII respondió a las críticas de Lucero con una obra conocida como la Assertio, escrito con la asistencia editorial de Tomas Moro. A la luz de este trabajo, el Papa Leon X recompenso a Enrique VIII con la Fidei defensor (Defensor de la Fe), de los esfuerzos en la lucha contra las herejías de Lutero.

Entonces Martín Lutero atacó a Enrique VIII, tras la impresión de este libro, llamándolo “cerdo”, “imbécil” y “mentiroso”. A petición de Enrique VIII, Tomas se dedico a componer una refutación sobre las obras de Lutero, esta fue la Responsio ad Lutherum que fue publicado a finales de 1523, en esta obra Moro defendió la supremacía del papado, los sacramentos y tradiciones  de la iglesia. Tras esta respuesta Lutero le contesto, también con insultos.

Este enfrentamiento entre Lutero y Moro, provoco criticas por parte de la iglesia, la cual tacho a Moro de que sus respuestas a Lutero podrían resultar perjudiciales para la autoridad de la Iglesia. A partir de este momento, otras obras de Moro, provocarían una lucha eclesiástica contra él.