La herencia de los aztecas

Lo que ha permanecido de la cultura azteca es una combinacuón de algunas costumbres del pasado con las ensañanzas de los frailes del siglo XVI. Pero no hay duda de que las características esenciales de la raza han persistido, debido a que el conquistador español practicó el mestizaje, nunca aisló al indígena en <<reservas>>. Este mérito se debe atribuir, en una gran parte, a la imposición de la Iglesia y, además, a la sangre caliente de los latinos. Con el simple hecho de recorrer la capital mexicana, es posible encontrar las huellas de los aztecas en los rostros, la corpulencia y las maneras de moverse de muchos hombres y mujeres.

Si queremos ponernos trágicos, sólo hemos de reconocer una verdad indiscutible: el indígena mexicano ha llevado, en esencia, el peso de toda la prosperidad de su país, sin que haya obtenido la recompensa que se merecía. Es verdad que fueron indígenas Benito Juárez, el gran libertador del país, el alma de la independencia. También formaron parte de esta raza Zapata, Villa y Díaz, al que se considera el más grande de los dictadores. Adémas, llevaba sangre azteca en sus venas el presidente Lázaro Cárdenas, que se entregó a una empresa sobrehumana para liberar de la esclavitud a los indígenas.

Vaillant aporta más datos:La artesanía de México es producto de las manos indígenas. Humildes artesanos se han transmitido, de generación a generación, el amor al pasado y a sus tradicciones. Este fondo, como el de la estructura social del pueblo, quedó ilustrado en el Renacimiento Mexicano, cuando, durante la Revolución, pintores del país, como Orozco, Rivera y Goitia, entre otros, y extranjeros como Charlot, se dieron cuenta del trasfondo nativo americano de México. Nada tiene que ver que el arte mexicano sea técnicamente una derivación del europeo. Social y emocionalmente hablando, es uno de los cuatro artes nacionales verdaderos que existen en el mundo en la actualidad.

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Así se derrumbó la última esperanza

Poco a poco los españoles fueron ganando zonas de la ciudad, sin que ningún de momento dejaran de enfrentarse a unos enemigos que luchaban con la desesperación  de unas leonas defendiendo sus camadas. No disponían de armas tan poderosas como las de sus enemigos, pero las rocas de sus parapetos necesitaban muchos disparos de cañón para ser abatidas. Cuando esto sucedía, ya habían reforzado las otras. Además, se estaba librando la guerra por las calles, donde contaban con una cierta ventaja al controlar las zonas altas.

El avance de los españoles era muy lento, lo que estaba suponiendo que los aztecas mantuviesen la esperanza de que sus dioses podían cambiar el desarrollo de la guerra. Y creyeron que acababa de suceder en el momento que recibieron el apoyo de los xochimilcas.

Éstos se habían mantenido neutrales; sin embargo, una noche consiguieron infiltrarse con sus silenciosas embarcaciones entre las galeras españolas. Sumaban varios centenares. Cuando se pusieron al servicio de Cuauhtémoc, éste se mostró tan entusiasmado que los regaló montañas de telas finas, mantas y varios sacos de cacao, lo que se consideraba un verdadero tesoro.

Al día siguiente los españoles fueron obligados a retroceder. En medio de la euforia que los dominaba, al llegar la noche los aztecas descubrieron que sus nuevos aliados pretendían que se les concediera como esclavos a las mujeres y a los niños. Algo tan indigno que no se aceptó, lo que desencadenó una pelea entre los dos bandos. Todos los xochimilcas fueron exterminados.

¡Los dioses no eran sus aliados! Esta idea condujo a que Cuauhtémoc rindiese la ciudad. A pesar de lo cual intentó escapar, en compañía de su familia; pero la canoa en la que iban fue interceptada por una galera española. Al ser llevado el jefe azteca ante Cortés, la dignidad de su figura impresionó a todos. Sin que supusiera un alivio para el destino que le esperaba.

Como no pudo entregar ningún tesoro, por mucho que le fue reclamado, debido a que parte del mismo se encontraba hundido en los canales, al haberlo perdido los codiciosos extranjeros que lo acababan de robar, se le hizo prisionero. Se sabe que se le sometió a tortura, hasta que murió ahorcado pocos años más tarde, al parecer por órdenes de Cortés. En la actualiad, México le considera uno de sus héroes nacionales.

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El juego de pelota “Tlachtli”

El juego de pelota, tlachtli, se jugaba en un patio que tenía forma de “H” acostada. A ambos lados del travesaño de la H se extendían los muros y en el medio de cada uno se insertaba verticalmente un anillo de piedra o de madera, a diferencia de la posición horizontal del aro en el juego del baloncesto que hoy conocemos.

Los jugadores trataban de pasar a través de este anillo una pelota de hule macizo, a la cual sólo le podían pegar con los codos, las caderas o las piernas. Debe haber habido otros métodos de señalar los puntos además del antes mencionado, pues éstos, naturalmente, raras veces se lograban; tan es así que cuando tal sucedía los jugadores y sus partidarios tenían el derecho a despojar de sus ropas a los contrarios.

 Este deporte se jugaba por todas partes, pues se han encontrado lugares donde se practicaba desde la república de Honduras hasta el sudeste de Arizona; y tiene un interés especial por que la primera descripción del hule, tan importante en la economía moderna de la zona, fue hecha cuando Oviedo escribió en el siglo XVI acerca del juego y de la pelota que se empleaba en sus prácticas

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El mito de los guerreros aztecas

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El trueque

Los aztecas no conocían la moneda, a pesar de lo cual emplearon como un medio similar el grano del cacao, cañones de pluma de ave llenos de oro o navajas en forma de media luna que se labraban con finas hojas de cobre martilleado. Como lo hicieron de una forma sistemática, esto nos lleva a considerar que utilizaban esos productos para el trueque en el mercado. Los <<jueces>> que ocupaban el edificio principal eran los encargados de establecer una especie de valoración de estos productos, con el fin de que el intercambio resultara de lo más equitativo.

Como los aztecas consideraban que el jade, lo mismo que las piedras que se le parecían, tenían mucho valor, también las utilizaban como <<monedas de cambio>>. Sin embargo, nunca vieron el oro como algo valioso, a pesar de que lo emplearon para sus adornos al gustarles su brillo. Lo mismo podríamos decir de la plata. Esto sorprendió a los españoles que, como sabemos, estaban en América para conseguirlo a toda costa.

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La hábil estrategia de Cortés

Hernán Cortés.

Cortés se negó a volver a pensar en la ciudad de México-Tenochtitlán, porque se hallaba en un inmenso territorio que debía conquistar. Lo hizo firmando alianzas, derrotando a los pocos rebeldes y asegurándose de que no dejaba enemigos a sus espaldas. Como disponía de un ejército poderoso, donde los indígenas aliados multiplicaban por más de cien el número de los españoles, la mayoría de sus operaciones supusieron una especie de fatigoso paseo, con unas largas o cortas etapas de diplomacia, en las que intervino Marina como la más eficaz embajadora por su condición de hija de uno de los jefes mexicanos más importantes.

Dado que el héroe extremeño no dejaba de esta informado de lo que ocurría en aquel enorme país, cuando conoció el resentimiento nacido en Texcoco al haber elegido los aztecas un jefe guerrero, lo que consideraron una amenaza, supo obtener partido. Ya había vencido a una parte de estos guerreros en la batalla de Otumba, a pesar de lo cual pudo convertir a todo el pueblo en su aliado. Y esto le proporcionó una situación privilegiada, al establecer su campamento en las proximidades del lago de México-Tenochtitlán.

Los españoles habían dispuesto de muchos meses para preparar su plan de asedio. Entre las variadas técnicas que estaban creando para adaptarse a las dificultades del lugar, hemos de destacar la de construir pequeñas galeras, que al ser desmontadas fueron llevadas desde los bosques a las alturas del lago, donde pudieron ser ensambladas en pocos días. Entre el gran número de carpinteros destacaron infinidad de indígenas amigos. Cuando se echaron al agua estos barcos, se pudo comprobar el gran poder destructivo de los cañones instalados en las cubiertas, a la vez que la gran maniobrabilidad de las embarcaciones, ya que consiguieron destruir centenares de falúas y otros pequeños botes aztecas y, luego, cercar las grandes calzadas.

Expedición de Hernán Cortés desde Cuba hasta Tenochtitlan.

Pero los habitantes de la ciudad se defendieron con tenacidad, hasta el punto de que las paredes destruidas por el día eran reforzadas al llegar la noche. También se cuidaron de quemar los puentes que habían instalado los españoles. Esto se fue repitiendo durante varias semanas.

En vista de que el sistema de asedio no resultaba efectivo, Cortés dio la orden de que sus aliados asaltaran la ciudad, para destruir la mayor cantidad de casas posibles. Con la nueva estrategia logró rellenar de cascotes algunos de los canales, lo que permitió que se pudieran utilizar los caballos. Ésta había sido la principal dificultad; y al solucionarla, facilitó la creación de unas cabezas de puente, las cuales los aztecas se vieron incapaces de destruir en su totalidad.

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¡De repente, el mundo azteca se convulsionó!

Nadie pudo explicarlo en los primeros momentos; sin embargo, ¡de repente, el mundo azteca se convulsionó! Nevó en México-Tenochtitlán cuando llevaba muchos años sin hacerlo. Al poco tiempo, entró en erupción el volcán Popocatépetl, que había permanecido casi un siglo apagado… ¡Pero lo que más conmocionó a todos fue saber que acababa de nacer un niño con dos cabezas!

Se organizaron nuevas expediciones bélicas para obtener ungran número de prisioneros, ya que los dioses estaban exigiendo que se celebraran  sacrificios humanos. Las gentes acudieron en masa a los templos; y Moctezuma no pudo dar un paso sin que le rodearan cientos de desesperado exigiendo respuestas a tanto presagio de calamidades. El concilio de sacerdotes se hallaba reunido desde hacía meses, sin ponerse de acuerdo respecto al significado de tantas malas señales.

Una tarde llegó el rey de Texcoco, al que se consideraba uno de los grandes magos de México, para contar a Moctezuma que los <<dioses le acababan de revelar que iba a perder su reino irremisiblemente >>.

Precisamente ese año, 1519, se conmemoraba la marcha de aquellas tierras de Quetzalcóatl, el único que se había opuesto a los sacrificios humanos. La leyenda contaba que subió a un barco, con el que se alejó por el Gran Lago (nombre que los aztecas daban al océano Atlántico); sin embargo, antes de partir anunció que volvería. Como su nacimiento ocurrió en el año Ce-Acatl(<<1-Caña>>), se le esperaba desde 1363 en ciclos de cincuenta dos años, uno de los cuales coincidía con 1519.

Moctezuma se hallaba tan apesadumbrado, a pesar de que se estaban arrancando cientos de corazones humanos en los altares de los templos, que se pasaba todo el día y parte de la noche rodeado de astrólogos, augures, nigromantes y médiums, ninguno de los cuales hallaba la forma de calmar a los dioses.

Porque el mayor peligro, lo inexplicado, estaba viniendo desde las costas. En 1502, un año antes de la coronación de Moctezuma, Cristóbal Colón estableció contacto con el pueblo maya. Lo hizo en su cuarto viaje. La noticia, o la versión de la misma según la perspectiva indígena, recorrió las selvas de Yucatán, atravesó las llanuras de México, supero montañas, bosques y ríos, hasta llegar a Tenochtitlán, donde sólo pudo ser interpretada como una nueva tragedia.

También tuvo un eco dramático la presencia de otros hombres blancos que habían llegado del Gran Lago en unas montañas flotantes tan resplandeciente como el sol 3. Y éstos debieron ser Martín Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís, que acababan de bordear las playas de Yucatán en un viaje de exploración. A partir de entonces fueron muchos los que fueron desembarcando, hasta que lo hicieron Hernán Cortés y sus hombres, con un intencionado propósito de conquista… ¡A partir de este momento sí que puede afirmarse que ningún monarca de la historia de los aztecas se iba a ver obligado a combatir un peligro tan terrible, de proporciones apocalípticas, como el supersticioco Moctezuma!

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La familia de Moctezuma

Moctezuma se podía casar con una sola mujer y mantener tantas concubinas como quisiera. En esto no se diferenciaba en nada de cualquier otro azteca, a excepción de que al ser más poderoso el número de sus mujeres resultaba muy numeroso. Ya hemos escrito que la esposa principal era la única que tenía derechos, actuaba como el <<ama>>, mientras que las concubinas se encontraban por debajo de ella, a pesar de que algunas compartiesen más tiempo el lecho de Moctezuma.

Se cree que éste había tenido más de ciento cincuenta hijos, lo que resultaba ridículo si lo comparamos con el número de mil quinientos que se le atribuían a Netzahualpilli, el monarca de Texcoco, que era aliado de México-Tenochtitlán. Esto lo explica von Hagen con el siguiente razonamiento: En una sociedad donde la guerra tomaba las vidas de los hombres con mayor rapidez de lo que podían ser creadas por simple nacimiento monógamo, la poligamia parecía más funcional. Además, nada favorece tanto un matrimonio y, consecuentemente, la estabilidad social, como la indulgencia en la poligamia temporal.

En el terreno político, Moctezuma gobernó perfectamente. Nadie duda que fortaleció su imperio con mayor eficacia que ningún otro, ya que se cobraba tributo a más de trescientas setenta y una ciudades. La justicia se hallaba correctamente estructurada. Si se producía alguna deficiencia, él mismo Moctezuma se disfrazaba de súbdito para comprobarlo personalmente. Si descubría que era auténtica la acusación, daba orden de que se destituyera al <<indigno de su confianza>> y que, luego, se le arrebataran todas las propiedades, pero haciéndolo de tal manera que no se perjudicara a los familiares inocentes. Tenía motivos para ser muy feliz; y soñaba con que ningún tipo de sombras enturbiase el horizonte de su grandeza. Sin embargo…

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El adiestramiento de un Monarca

Se contaba que Moctezuma era un gran maestro en el uso de cualquier tipo de armas, sobre todo la espada de obsidiana y el arco, como pudo demostrar en las frecuentes cacerías en las que participó. Pero no hacía ostentación de ello, acaso porque desde niño le habían gustado más los silencios que las largas conversaciones. Esta especie de reserva a manifestar sus pensamientos llegó a ser tan bien considerada, que hasta sus maestros la elogiaban, debido a que cuando le escuchaban no podían reprocharle ningún error en las breves y precisas exposiciones. Por eso decían de él: el joven Moctazuma es sabio porque deja que reposen sus pensamientos lo suficiente, lo que permite que al convertirlos en palabras resulten muy concretos; además, acostumbra a utilizar las frases correctas.

Pero no sólo era un buen orador, aunque reservado, sino que aprendió con facilidad la escritura ideográfica. Esto le permitió adentrarse en los mundos de la astronomía, la astrología, el manejo de los calendarios, las técnicas de la adivinación y los tonalámatl (libros empleados para reforzar la memoria). Como entendió que toda esta ciencia era demasiado importante, se cuidó de hacerla más hermética, debido a que lo sagrado nunca debía ser <<vulgarizado al ponerlo a la altura de los ignorantes>>.

El cronista José Acosta dejó escrito que Moctezuma aprendió de la religión hasta sus más pequeños rituales, por eso siempre se mostró tan escrupuloso con las actividades que se mantenían en el interior de los templos. En esto demostró la personalidad de un ser grave y respetuoso de las normas. Al verle comportarse con tanta dignidad y valentía, ya que era el primero en acudir a un lugar donde se hubiera producido una catástrofe, el pueblo terminó por decir que el nombre de Moctezuma significaba <<el Valeroso>>, lo que nunca podemos considerar exagerado.

Lo que sí forma parte de la leyenda es la anécdota de que cuando Moctezuma fue elegido como gobernante, los altos dignatarios que le buscaban para comunicarle su nombramiento, le fueron a encontrar barriendo los ciento treinta y tres escalones del templo. Con este gesto pretendió demostrar que nunca había deseado el Imperio, pero como así lo habían querido los cuatro grandes consejeros, él no podía negarse. Una vez se encontró ante el lar de los dioses, se cuidó de extraer sangre de sus orejas y de sus piernas, porque era lo que imponía el ritual.

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La muerte de Moctezuma

En infinidad de ocasiones intentaron los españoles hallar una vía de escape, sin conseguirlo al estar ocupadas todos las alturas de las casas y los múltiples canales por guerreros, que no cesaban de disparar flechas e infinidad de proyectiles.

Cuando un cansado Cortés llegó a Tenochtitlan el 24 de junio con un ejército de unos mil cuatrocientos españoles y dos mil guerreros tlaxcaltecas, se encontró con una ciudad silenciosa. Moctezuma le había pedido a su pueblo suspendiese sus ataques, y habían obedecido a regañadientes, pero estaba ya perdiendo su autoridad.

A su regreso, Cortés liberó del cautiverio al hermano de Moctezuma, Cuitláhuac, para garantizar la reapertura del gran mercado de Tlatelolco. En un día la ciudad se levantó en armas, y los españoles se encontraban en peligro de ser atrapados.

La captura del rey Moctezuma por Cortés.

Cortés convenció a Moctezuma para ir a la azotea del palacio de Axayácatl y dirigirse a su pueblo para detener sus ataques, pero como él trató de discutir con sus atacantes, fue golpeado y herido por tres piedras de entre las rocas y la lluvia de flechas dirigidas ya fuese a él en persona como a su guardia española (véanse cats. 115 y 118).

Llevado abajo, se negó a cubrir sus heridas, pero su gravedad no es clara. Tres días después, el 30 de junio, ya que los españoles estaban planeando una retirada nocturna de la ciudad, Bernal Díaz del Castillo y sus compañeros se percataron para su sorpresa que estaba muerto. “Cortés y todos nosotros capitanes y soldados lloraban por él, y no había nadie entre nosotros que lo hubiese conocido y hubiese tenido tratos con él que no le llorase como si fuera nuestro padre, que no es de extrañar, ya que era tan bueno.”

La causa exacta de la muerte de Moctezuma, como mucho sobre el último año de su vida, sigue siendo un misterio. En efecto, bien pudo haber muerto de sus heridas, como Cortés y otros españoles informaron.

Por otra parte, fray Diego Durán, el autor de “La historia de las Indias de la Nueva España”, asegura por sus informantes indígenas que, después de que los españoles habían sido expulsados de la ciudad, fue encontrado muerto con una cadena alrededor de sus pies y cinco puñaladas en el pecho. “Junto a él había muchos nobles y grandes señores que habían sido mantenidos presos con él. Todos ellos habían muerto antes que los españoles abandonaran el edificio.”

No hay duda de que en el momento de su muerte Moctezuma había perdido con tanta claridad su autoridad que había dejado de ser de alguna utilidad para los españoles. Intentar llevarlo, o a los miembros de su séquito, con ellos habría simplemente sumado dificultades a sus problemas. La decisión de deshacerse de él en el sitio fue dura, pero si al final Moctezuma, por una vez consiguió lo mejor de Cortés al morir antes que los españoles pudiesen matarlo es algo que nunca se sabrá.

La noche de la muerte de Moctezuma, que ocurrió entre el 30 de junio y el 1 de julio, ha pasado a la historia como la Noche Triste, la noche del dolor.

Al amparo de la oscuridad, Cortés y sus hombres comenzaron su huida por la calzada de Tlacopan, que, como las demás calzadas, tenía removidos sus puentes. Alertados por su retirada, los habitantes comenzaron a atacarlos desde sus canoas. Durante la lucha desesperada que siguió, Cortés probablemente perdió unos seiscientos de sus hombres, junto con un gran número de sus seguidores tlaxcaltecas.

Pero él, y el remanente de su ejército destrozado, lograron finalmente fugarse y, aunque bajo constante ataque a lo largo del camino, encontraron refugio en territorio amigo.

Tlaxcala, a pesar del contratiempo, se mantuvo fiel, y la alianza sería decisiva para la final victoria española. Hubo división de opiniones en muchos de las ciudades-Estado tributarias, pero el continuo fortalecimiento de la alianza española-tlaxtcalteca y la perspectiva del fin de la dominación mexica fueron fuertes incentivos para prestar apoyo a los españoles en su momento de mayor debilidad.

En el mundo fragmentado mesoamericano de una pluralidad de comunidades tribales, la presencia de estos intrusos, con sus caballos y armas de fuego, brindó la oportunidad de sacudirse el yugo mexica que era demasiado buena para ser desaprovechada.

Mientras Cortés reagrupaba a sus hombres en preparación para lo que sería un intento cuidadosamente planeado para retomar Tenochtitlan, los mexicas, que habían perdido a muchos de sus nobles en la masacre de Alvarado y los combates posteriores, eligieron a Cuitláhuac para suceder a su hermano como líder.

Sin embargo, la epidemia de viruela se movía inexorablemente hacia la capital, y para finales de noviembre de 1520 Cuitláhuac sucumbió a la enfermedad. Su primo, Cuauhtémoc, quien tenía fama por su valentía, fue elegido para sucederle. Los estragos de la viruela, junto con la muerte de un líder y la elección de otro, hicieron difícil que los mexicas atacaran a los españoles cuando éstos se encontraban en su momento de mayor debilidad. En su lugar, optaron por armar un gran ejército y esperar al enemigo en la cuenca de México.

Cortés, por su parte, trató de dominar las ciudades locales antes de lanzar su asalto a Tenochtitlan. Por encima de todo, era esencial para él tener el control del lago de Tetzcoco, y ordenó la construcción de trece bergantines, que resultaron cruciales para su éxito final.

El 31 de mayo de 1521 se encontraba por fin listo para la salida en el sitio de Tenochtitlan, y, después de dos meses de una desesperada lucha, las fuerzas combinadas de españoles y sus aliados indios había ganado claramente la batalla. El 13 de agosto, la ciudad cayó, y Cuauhtémoc fue capturado cuando intentaba escapar en una canoa.

Cortés y sus aliados habían conquistado un imperio para Carlos V, pero la hermosa ciudad de Tenochtitlan, que había fascinado tanto a los españoles cuando por primera vez la vieron, estaba en ruinas.

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El absurdo comportamiento de los aztecas

México-Tenochtitlán había quedado al mando de Alvarado, que sólo era un buen soldado, pero no un diplomático. Además, en ningún momento se había molestado en informarse sobre las costumbres de los indígenas. Por todos estos motivos, al conocer que aquellos se hallaban reunidos en el tiempo, sólo consideró el gran número de los mismos. Y en lugar de intentar averiguar que estaban celebrando una fiesta pacífica en honor del Dios Huitzilopochtli, asaltó el lugar con casi todas sus fuerzas y no dejó a nadie vivo. Las víctimas debieron sumar más de un millar.

Esto desencadenó una feroz represalia por parte de los aztecas, los cuales consiguieron que los españoles y sus aliados tlaxcaltecas retrocedieran. Ellos perdieron a muchos de sus hombres; sin embargo, causaron importantes bajas en sus enemigos, lo mismo que cientos de prisioneros, la mayoría indígenas muy asustados.

Como no formaban un ejército organizado, ni contaban con alguien que supiera dirigirlos, en lugar de perseguir a los que retrocedían, cometieron el error de pararse a cortar las cabezas de los cadáveres y, más tarde, a someter a sacrificios humanos a los que acababan de apresar. Una pérdida de tiempo, que permitió a los extranjeros rehacerse y, lo mejor para ellos, encontrar unos lugares donde fortificarse. Mientras, los aztecas estaban convencidos de que era suya la victoria, por el simple hecho de que estaban colocando en sus templos las primeras cabezas de los <<hombres blancos>>, a los que ya considerarían <<vulnerables>>.

Celebrando todas estas ceremonias, que resultaban imprescindibles para ganarse el favor de sus dioses, continuaron cometiendo grandes errores. El más importante fue que permitieron el regreso de Cortés en cabeza de un gran ejercito. Durante los primeros días la batalla adquirió un tono favorable a los recién llegados, hasta que el excesivo número de aztecas dio la vuelta a los resultados. Y mal lo hubiera pasado Cortes de no haberse podido encerrar en palacio de Axayácatl, donde quedó cercado por decenas de miles de indígenas, que no cesaban de gritar y de arrojarles piedras.

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El Mago Colibrí

Desde el principio de los tiempos los aztecas sabían que su dios principal era Huitzilopochtli, el Mago Colibrí, porque él loshabía guiado desde las áridas tierras del norte a la maravillosa ciudad de México-Tenochtitlán. Antes llegaron a rezar a muchos dioses, pero sólo cuando eligieron a éste recibieron los grandes favores. Por eso quisieron los sacerdotes que representara al Sol, al guerrero más joven y victorioso, capacitado para librar toda clase de batallas sin conocer la derrota, el que más se empeñaba en facilitar la supervivencia de la raza humana de los aztecas.

Se contaba que el Mago Colibrí no dormía, a pesar de que sus grandes luchas las librada en el cielo contra la Luna y las estrellas, porque necesitaba la luz de todos para reforzar los suyos propios, que al amanecer enviaría a la tierra para que germinase el maíz y los hombres incrementasen sus fuerzas. Tanto bien brindada a su pueblo que se merecía los mayores sacrificios. Otros dioses se hubieran conformado con tortitas de maíz o unas jarras de pulque, Huitzilopochtli nunca, porque necesitaba lo más valioso del hombre, lo que le mantenía vivo: la sangre.

Danza Azteca Colibrí

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Los cantos religiosos

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Entre los versos cantados los mismos aztecas destacaban el teocuicatl (canto religioso o divino), que en realidad era un himno. Los transcriptores que ayudaron a Sahagún nos han dejado testimonios de algunos de ellos, lo que permite valorar el sentimiento de todo un pueblo y, al mismo tiempo, la enorme carga de elementos esotéricos y de metáforas que se ultilizaban. Al leer uno de ellos conviene tener en cuenta que quienes lo cantaban no permanecían quietos, pues estaban obligados a representarlo con gestos, movimientos y hasta utilizando máscaras.

La flor, mi corazón, se ha abierto,

él, el señor de la media noche.

Ha venido nuestra madre,

ha venido la diosa Tlazoltéootl.

Ha nacido el dios del maíz

en la casa del descenso (del nacimiento)

en el lugar donde están las flores (paraíso)

el (que se llama) una flor.

Ha nacido el dios del maíz

en el lugar de la lluvia y de la niebla.

donde se hace a los hijos de los hombres,

donde se pescan los peces preciosos.

Al punto se hace de día,

levántase la Aurora,

y (en las flores) chupan los

diversos pájaros quechol

en el lugar donde están las flores.

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Las siete cuevas

Los aztecas debieron dar comienzo a su larga marcha hacia el año 1168. Tardarían más de un siglo en llegar al valle de México. Uno de sus asentamientos ha recibido el nombre de Chicomoztoco <<Las Siete Colinas>>, con lo que se ha pretendido indicar la costumbre de vivir en las montañas. Como no habían dejado de avanzar, se fueron encontrando con distintas tribus, que les obligaron a combatir. Esto comenzó a forjar en los dirigentes de este pueblo trashumante la necesidad de formarse como guerrero.

Los Aztecas vencen a la poderosa ciudad de Tlaltelolco – sus templos gemelos arden y su líder Moquihuix cae del templo portando el atuendo completo de su posición.

Una vez cruzaron la región de Michoacán, entraron en el altiplano por la zona de Tula. Conviene tener en cuenta que estamos mencionado un proceso de cien años, luego el avance resultó lento, con largas paradas en busca de las regiones más propicias. En este tiempo aprendieron a cultivar el maíz; y lo convirtieron en su alimento básico. También comenzaban a ser dirigidos por los sacerdotes, a los que daban el nombre de <<portadores de dios>>.

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Los legendarios mayas

Los mayas establecieron la diferencia entre el exceso y lo divino, debido a que encontrándose en posesión de conocimientos propios de los antiguos egipcios, a los que tanto se parecieron, terminaron por creerse hermanados con los dioses, hasta considerarlos sus iguales. Aparecieron en Mesoamérica hacia el año 200 a.C. y no dejaron de construir grandes ciudades, en cuyos centros se alzaban las pirámides-templos astronómicos, en las que dejaron testimonios de sus calendarios, sus horóscopos, sus conocimientos matemáticos, ya que manejaban el cero en lo que llamaban <<las cuentas largas>>, e influyeron en todas las culturas de México y Yucatán.

Fueron mayas los enormes centros urbanos de Palenque, Yaxchilán, Tikal, Copán, Piedras Negras, Uxmal, Labna, etc. Conjuntos arquitectónicos tan impresionantes, que deslumbraron a infinidad de investigadores occidentales, algunos de los cuales no tuvieron más remedio que atribuirlos a la influencia de civilizaciones perdidas, como las unidas a la Atlántida y a Mu. Sin embargo, cada una de sus piedras había sido tallada por órdenes de unos seres humanos tan soberbios, en su calidad de sacerdotes, que se mantenían distantes del pueblo al considerarse muy superiores al mismo. Un pecado que pagarían al verse abandonados, lo que supuso que la selva terminara por ocultar sus grandes obras al quedarse estos sabios sin servidores. Como todos ellos no habían tenido la precaución de dejar sus nombres en los gilfos, ya que se conformaban con indicar nada más que el año de realización del momumento, ni siquiera podemos identificarlos. Hoy día sólo conocemos sus obras, que fueron excepcionales en casi todos los sentidos.

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Los misteriosos olmecas

Los olmecas comenzaron a dejar testimonios culturales en México alrededor del año 1200a.C. Se les conocía como <<el pueblo que habita siempre frente a la salida del Sol>>. El pueblo Olmecas es considerado en la actualidad como la primera cultura, o civilización de Mesoamérica. Las grandes culturas mayas, llámense Toltecas, Mayas, Aztecas, son descendientes de ésta, la cual nos dejó el misterio de sus esculturas y de su origen.

La aparición de los Olmecas se data en el 4000 a.C., oficialmente, si bien es cierto que se piensa que son muy anteriores a la fecha facilitada. Su origen se ubica en el Golfo de México, pero mucho en torno a ellos son conjeturas, simples conjeturas, pues no quedan documentos, ni escritos, que hablen del pueblo Olmeca. El único vestigio son las enormes cabezas de rasgos amerindios que en la actualidad son el mudo recuerdo de esta gloriosa civilización.

Las cabezas son colosales, de gran tamaño y dureza, de enorme peso, y ubicadas a más 100 kilómetros de donde fue extraída la piedra. En la actualidad, a nuestra tecnología, le costaría trabajo igualar este tipo de tallado.

Los Olmecas eran llamados como el “pueblo del jaguar” ya que era su dios, su divinidad. Inventaron el juego de la pelota que, posteriormente, popularizaron los mayas, y se les otorga ser el origen de las celebraciones, rituales y sacrificios sangriento que popularizaron tanto mayas como aztecas.

Si observamos las cabezas Olmecas talladas en la piedra veremos como se tratan de personas de rasgos desconocidos en aquellas latitudes. Representaban a persona de origen negroide, pero los primeros negros procedentes de África llegaron después del descubrimiento, después del siglo XV…, o al menos eso nos dice la Historia oficial. Sin embargo estas cabezas y los rasgos representados en ella ponen en jaque a nuestra Historia…

Oficialmente las cabezas representan a gigantes, de etnias locales… Sin embargo son más europeas que americanas… Así pues los Olmecas serían una suerte de “raza híbrida” llega a Centroamérica hace miles de años… Pero oficialmente es imposible.

Curiosamente el investigador Graham Hancock comparó las cabezas Olmecas con el rostro de la Esfinge encontrando similitudes faciales más allá de la casualidad… ¿Cruzaron el Atlántico en una época remota los pobladores de la vieja Europa o África? Todo parece indicar que si, pero la Historia vuelve la espalda a esta hipótesis, no comprendiendo que la curiosidad del hombre se manifestaba mediante la exploración y que aquellos antepasados nuestros pudieron alcanzar las costas americanas en estos viajes de exploración.

Aquella civilización olmeca cambiaría el curso de la historia y daría paso a las etapas más brillantes de las culturas que lo sucedieron… Mientras en Europa se vivía en cavernas ellos ya construían ciudades que harían palidecer al mundo… No alcanzaríamos su nivel hasta la Edad Media… Dejaron muestras de su extraña, e indescifrada, escritura, de sus proto-pirámides… Y de sus misteriosa cabezas, entre Tabasco y Veracruz, que siguen mirando al frente con  la mirada perdida y su misterio encerrado entre toneladas de peso como haciendo un guiño sobre su misterioso origen.

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El nacimiento de Tiahuanaco

En el corazón de Sudamérica, donde las selvas se hallaban preñabas de misterios, vivían unos cazadores de hombres y de animales, que se afilaban los dientes como signo de belleza y masculinidad y empleaban flechas envenenadas. Siguiendo el curso inverso de los grandes ríos, como el Amazonas o el Orinoco, se alzaba la monumental columna vertebral del continente: los Andes. En las zonas más elevadas, donde los picos habían permitido el milagro de unos fríos valles, en los que crecían las más exóticas plantas, habitaban unos seres de «poderosos pulmones», los cuales ya hablaban el aymará y, sobre todo, acababan de fundar la gran civilización de Tiahuanaco.

Se encontraban en las orillas del lago Titicaca, era el año 1.000 a.C., y estaban obteniendo hasta tres cosechas en unas fértiles tierras que envidiaría el paraíso. Allí había una piedra en la que los incas situarían el origen del Sol. Mucho más lejos, en paisajes dominados por las piedras, vivían otras tribus menores, pertenecientes a la misma raza y que se entendían con una lengua quechua, pero que pertenecía a una familia similar a la aymará.

Más al norte, donde los Andes parecían tener fin, se hallaban las regiones de Mesoamérica y México, cuyas montañas no por ser menores dejaban de encolerizarse con tanta fuerza como la hermana grande, ya que contaban con sus grandes volcanes, algunos de los cuales llevaban muchos años humeando. Lugares que debían asustar a todo lo vivo; sin embargo, ya estaban siendo poblados por grandes tribus, a los que se conocería con el nombre de totonacas, toltecas, zapotecas, huastecas, mayas, aztecas, etc.

La organización principal de todos ellos era la familia, se alimentaban preferentemente de los productos agrícolas y habían convertido el maíz en su «planta dios«. Los hombres iban materialmente desnudos, pues nada más que llevaban un taparrabos y sandalias; mientras que las mujeres se cubrían con un ceñidor y enaguas cortas de algodón hilado, pero llevaban los pechos y los pies desnudos, a la vez que soportaban el mayor trabajo dentro de la choza.

Las familias formaban clanes, los cuales se integraban en unas tribus, cuyos miembros se encontraban unidos por unos lazos de consanguinidad. Se distinguían estos indígenas unos de otros por sus nombres totémicos, adoraban a unos dioses muy parecidos y concedían un alma a todo lo que les rodeaba. Labraban la piedra como ninguna otra civilización en el mundo y estaban creando su propio universo, sin ninguna otra influencia. Puede decirse que las grandes migraciones habían concluido.

Desde el año 1.000 a.C. en Mesoamérica y México se iban a producir una intercambio de predominios entre sus civilizaciones; a la vez, irían surgiendo una serie de diferencias en las costumbres, en los ritos y en la cultura que les darían una personalidad individualizada. Serviría para convertirlas en pueblos autónomos en muchos conceptos, lo que resulta muy apasionante para cualquier aficionado a la arqueología y a la historia.

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La concepción del mundo

Los aztecas consideraban que antes habían existido varios soles. Habían sido el sol de la tierra, seguido de aquellos del viento, del fuego y del agua. Todos perecieron en un cataclismo. El quinto sol fue creado en Teotihuacan. Los dioses se reunieron para designar a quien tendría el honor de encarnar al nuevo astro. Este Sol era el del movimiento. Pero, como los precedentes, su destino era desaparecer también en un cataclismo. Es esta perspectiva pesimista el origen de la visión místico-guerrera de los aztecas. Tlacaelel logró persuadir a los sabios de que se podría evitar la muerte del Sol alimentándolo de agua preciosa. Este líquido era la sangre de seres humanos que habría que sacrificar para asegurar la supervivencia del astro solar. Para que no falte jamás el agua preciosa, Tlacaelel instaura el principio de las “guerras floridas” entre las ciudades de la Triple Alianza. El objetivo era de obtener suficientes prisioneros para los sacrificios. Para que el Sol viviera, la guerra se volvía indispensable. Los aztecas justificaban entonces sus conquistas por la misión suprema que debían cumplir.
En todo el valle de México los nuevos códigos ilustraron la potencia de Huitzilopochtli y la grandeza del pueblo mexica.

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El mercado de Tlatelolco

El gran mercado de Tlatelolco fue el centro comercial más grande e importante de los aztecas. Se ubicaba al suroeste del Templo Mayor de Tenochtitlán y congregaba a miles de pochtecas o comerciantes diariamente que intercambiaban sus productos mediante el trueque directo. Para vender objetos de mucho valor aceptaban oro en polvo, hachitas de cobre y cacao, los que funcionaban como “monedas mercancias”.

A Tlatelolco llegaban productos de lugares tan lejanos como Honduras y las Islas del Caribe. Los encargados de su transporte eran los tamemes o cargadores. Cuando llegaron los españoles en 1519 quedaron admirados de la multitud de personas y la infinidad de mercancías que se exhibían en forma muy ordenada.

El cronista Bernal Díaz del Castillo cuenta que habían mercaderes de indios esclavos, oro, plata, piedras preciosas, ropa, zapatos, pieles, sal, maíz, legumbres, yerbas, animales, objetos de cerámica, muebles y muchos productos más. También testificó que todo era vigilado por “alguaciles ejecutores que miraban las mercancías” y “tres jueces” para resolver las disputas que ocasionalmente surgían.

En la época en la que los españoles, capitaneados por Hernán Cortés, comenzaron la conquista, en 1519, el gran mercado de Tlatelolco atraía a unas 60.000 personas diarias. Las mercancías llegaban a manos aztecas gracias a los acuerdos sobre tributos establecidos con los territorios conquistados. Muchas de esas mercancías se exportaban a otras zonas del imperio azteca y a América Central.
“Tiene esta ciudad muchas plazas donde hay continuo mercado y trato de comprar y vender. Tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, todavía cercada de portales alrededor; donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil animas comprando y vendiendo… ” (Hernán Cortés)

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La arquitectura

La arquitectura azteca refleja los valores y la civilización de un imperio, y estudiar la arquitectura azteca es fundamental para entender la historia de los aztecas, incluyendo su migración de un lado a otro de México y su nueva representación de rituales religiosos. La mejor manera de describir a la arquitectura azteca es como monumental. Su propósito era el de manifestar poder, y al mismo tiempo adherirse a fuertes creencias religiosas. Esto se hace evidente en el diseño de sus templos, adoratorios, palacios, y casas para las gentes del pueblo.

Detalle de la Pirámide de Quetzalcoatl en Teotihuacán

Los aztecas estaban bien organizados y contaban con una fuerte infraestructura y sistemas que movilizaban gentes y recursos materiales con el objetivo de construir grandes edificios que satisficieran las necesidades de sus pobladores. Tenochtitlán, la ciudad capital, simbolizaba el poder azteca. La arquitectura azteca, que era similar a la de otras culturas mesoamericanas, poseía un innato sentido del orden y de la simetría. Los diseños geométricos y las líneas extensas eran representaciones de dogmas religiosos y del poder del Estado. Además, los aztecas usaron bajorrelieves, muros, plazas y plataformas como medios con los cuales representar a sus dioses e ideales. Durante las distintas épocas del imperio, los aztecas agregaron nuevas técnicas y materiales a sus estructuras. Ejemplos de la monumentalidad y grandeza de los aztecas se hacen evidentes en el Templo Mayor, cuya plaza podía dar cabida a 8,000 personas, y en el mercado de Tlatelolco, que podía albergar a 20,000 personas en los días de mercado. La adaptación arquitectónica azteca y su ingenio pueden verse en Malinalco (véase la sección correspondiente más abajo), donde hay un templo que fue esculpido en la roca misma y que quedó integrado a una montaña.

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Una breve vista de la cultura azteca

Aquí tenéis un vídeo sobre la cultura de los aztecas.

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El duro entrenamiento de los jóvenes

Los aztecas contaban con dos grupos de escuelas: el telpuchcalli u hogar de los jóvenes, y el calmécac, en el que se formaba a los futuros sacerdotes. La primera entrenaba en el uso de las armas, adiestraba sobre algún oficio o una de las artes, en el caso de que el chico mostrase buenas aptitudes para desarrollar alguna de ellas, y se enseñaban las reglas sociales, la historia del pueblo azteca, las tradiciones y la religión; mientras que la segunda puede ser considerada una especie de seminario, en el que se preparaban a los futuros sacerdotes y jefes de la comunidad. Este grupo de elegidos tenían sus aulas en los mismos templos, de donde pocas veces saldrían.

Las chicas tanbién contaban con dos tipos de escuelas muy distintas: en una podían convertirse en sacerdotisas; y en la otra, en tejedoras, hilanderas o en hábiles artesanas, capaces de preparar las delicadas plumas y las ricas vestimentas ceremoniales de los jefes y sacerdotes.

Lo que ha podido ser comprobado es que la disciplina que se imponía en cada una de estas escuelas, tanto las correspondientes a los chicos como a las chicas, eran muy duras. No se consentía el menor error, siendo castigadas severamente las faltas por distracción o por no tomarse en serio las enseñanzas. Otra de las normas sagradas era considerar al maestro como un padre, al que se debía un respeto absoluto, una obediencia inmediata y un amor sincero. Cualquier falta se castigaba con golpes, días de ayuno y largos encierros en habitaciones especiales. La reiteración en las faltas, traía consigo la expulsión, lo que la familia del culpable consideraba como una especie de exilio o el repudio total.

Con este proceder se perseguía formar guerreros disciplinados, obreros hábiles a los que sólo preocupara el trabajo bien sacerdotes capaces de ver en las estrellas o en la interpretación de los sucesos naturales lo que nunca pudieron descubrir sus maestros.

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El matrimonio

A las mujeres aztecas se les alentaba a ser discretas y recatadas tanto en sus modales como en el vestir, y aprendían, como no, todos los quehaceres domésticos. Su principal labor era criar a sus hijos hasta que éstos dejaban la vivienda familiar. A los varones se les inculcaba la vocación guerrera y así se les educaba desde niños.

Un joven era apto para el matrimonio a los 20 años, mientras una joven se consideraba madura aproximadamente a los 16 años. Antes del matrimonio, se consultaba a un sacerdote para que decidiera si los destinos de la pareja eran armoniosos. De ser así, el padre del novio enviaba dos ancianas de la tribu con obsequios para los padres de la muchacha, quienes de acuerdo con la costumbre, desechaban la petición. Las ancianas regresaban otra vez, por la respuesta definitiva. Si se aceptaba el matrimonio, una de las casamenteras llevaba a la novia en sus espaldas hasta pasar por la puerta de la casa del futuro marido y después se ataban los mantos de los novios para simbolizar su unión. Se celebraba una fiesta y los desposados hacían penitencia durante cuatro días, pasados los cuales consumaban su matrimonio.
Existía la poligamia, sin embargo, la primera mujer tenía prioridad sobre las otras. El divorcio era considerado: un hombre podía repudiar a su mujer en caso de esterilidad o si descuidaba sus deberes. La mujer podía hacerlo de su marido cuando éste no podía sostener la familia o cuando la maltratara físicamente. Una divorciada podía casarse con cualquiera, pero una viuda tenía que hacerlo con un hermano de su difunto marido.


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La mujer azteca

Las mujeres aztecas más humildes nunca superaban la altura de 1,45, lo que les daba una falsa apariencia de frailidad.En la sociedad azteca la mujer se tenía que mover dentro de un ámbito machista y militarizado. Su destino siempre estuvo signado por el cumplimiento de preceptos morales y obligaciones cotidianas.Las mujeres se encontraban sustraídas de todas las actividades que tuvieran relación con el poder y el prestigio. Tenían que atender a sus esposos y a sus hijos más todas las labores hogareñas.

Culturalmente se encontraban descalificadas, debían guardar silencio ante la presencia del hombre y obedecer sumisamente cada uno de los deseos y ordenes.
Por otro lado fueron un pilar para la unidad familiar, el trabajo y el culto.

Jornada laboral
Las mujeres cumplían con diferentes tareas que incluían ocupaciones hogareñas, deberes conyugales, participaron las celebraciones religiosas y en la agricultura. Las tareas domesticas incluían los aspectos de la higiene del hogar.
Cuidaban a sus hijos y les daba el pecho durante los dos primeros años de vida. Luego la educación pasaba a manos de su padre o la madre según se tratase de niños o niñas.
Las mujeres también se encargaban de la confección de los vestidos que usarían toda la familia y de enseñarles esas labores a sus hijas.
En los templos, las mujeres aztecas realizaban los mismos trabajos que en su casa. Por ejemplo, barrían y cocinaban.
Las mujeres aztecas participaban en la agricultura, tenían a su cargo el cuidado del huerto familiar y recolectaban leña.

Rutina hogareña
Entre las tareas reservadas a las mujeres estaba la prepararon de comidas y bebidas para la familia, lo cual eran preparados desde niñas en la educación formal.
Parte de este aprendizaje lo recibían en los templos, lugar donde cocinaban para los dioses y para los sacerdotes.

Modelo de virtudes
Sea cual fuere su origen social, la mujer debía guardar normas de conducta que estaban estrictamente reglamentadas. No podía reírse delante de un hombre que no fuera su esposo. Se esperaba de ella una actitud servicial continuamente. Además debía tener una actitud recatada. Debía ser honesta y hábil en las diversas labores hogareñas.

El peinado que lucia debía ser funcional a las actividades que debía cumplir. Estaba difundido el uso de dos o tres trenzas.

Vestimenta. Por lo general, la mujer azteca vestía enagua y huipil, una falda larga y larga blusa sin mangas.

La sexualidad
Los aztecas tenían como correctas a dos tipos de relaciones: las matrimoniales y las que mantenían sus guerreros antes de las batallas, si eran solteros con sacerdotisas especialmente elegidas bajo la protección de la diosa Xochiquetzal.

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Los españoles llegaron el momento crucial

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Según George C. Vaillant,un examen de la estructura social mexicana en relación con el estado psicológico de los aztecas, pone de manifiesto que los españoles llegaron en un momento muy favorable para la conquista. La comparación de la técnica militar azteca con la disciplina y los armamentos europeos de la época, revela una oportunidad excepcional para el triunfo de las tácticas de la infantería española, que ya en esos tiempos era la mejor del mundo. Una hegemonía que comenzó con el Gran Capitán, durante sus campañas en Italia, y que se prolongaría por espacio de dos siglos. El relato familiar de la Conquista, desde el punto de vista indígena, puede mostrar en destacados relieves este conflicto entre dos civilizaciones.

La guerra azteca era en gran medida ritual y se llevaba a cabo con un espíritu muy diferente de los realistas cáculos bélicos europeos. El equipo técnico de los indígenas no respondía a las exigencias de un conflicto sostenido de acuerdo con prácticas militares españoles. Además, Cortés llegó hacia finales del verano, cuando los nativos estaban demasiado ocupados levantando las cosechas básicas para su subsistencia, y no era una época propicia para pensar seriamente en empresas militares. Un factor definitivo que condenó a los aztecas a una derrota inevitable, fue  la estructura política del México indígena, que no permitía servirse del éxito militar para el establecimiento de un Estado poderosamente consolidado.

Y los aztecas no <<colonizaban>> a los pueblos o tribus que derrotaban, pues sólo se limitaban a someterlos al pago de unos tributos, luego de haberles <<robado>> a sus mejores jóvenes para someterlos a la muerte más cruenta. Con lo que alimentaban una sed de venganza, que se puso de manifiesto en la cantidad de rebeliones, traiciones y huidas que se produjeron durante el <<reinado>> de Moctezuma. Todas ellas pudieron ser reprimidas casi de inmediato, pero no dejaban de poner en evidencia que existía un gran odio latente.

Odio que Cortés supo aprovechar, al mismo tiempo que intrigaba como nadie. Otro de los grandes enigmas ha de verse en la persona de Marina, la joven indígena que se puso al servicio de los españoles en el mismo instante que desembarcaron. Luego se convertiría en la amante del futuro de virrey de la Nueva España(nombre que se dio a México), porque hizo de intérprete a los pocos días.¿Cómo pudo aprender el castellano en tan escaso periodo de tiempo?¿Hemos de suponer que existió una tribu en esas tierras que lo conocía al habérselo enseñado los Templarios u otro grupo de españoles llegados a América mucho antes que Colón?

No sé conoce un prodigio semejante. Ella sirvió como la <<embajadora>> perfecta entre Cortés y los primeros jefes que se aliaron con los <<hombres blancos>>, a los que habían recibido con regalos. En muchas tribus costeras se creyó que Quetzalcóatl, el esperado, había vuelto dentro del cuerpo de aquellos extranjeros, entre los cuales había algunos que tenían los cabellos <<como rayos de sol>>.

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Las causas de una aniquilación

Las inmensas tragedias de los pueblos generan una gran literatura, que termina por despertar el interés del mundo entero. Especialmente cuando se conoce que casi cinco millones de seres humanos, que habían formado el imperio más poderoso de la América de principios del siglo XVI, fueron derrotados por un ejército de españoles que en ningún momento superó los mil hombres.

Desde el plano militar, hemos de verlo como la inútil gesta de los cosacos polacos, pretendiendo luchar contra una división de tanques de la Alemania del III Reich, cuando sólo iban a caballo y disparaban con rifles, cuyas balas rebotaban sobre las duras chapas de acero. Luego, una veitena de cañonazos vomitados por los modernos carros de combate, sirvió para acabar con el sueño de unos ilusos, a los que sus generales, mientras les llenaban el vientre de alcohol, les habían dicho que los tanques eran cartón…

Los españoles contaban con cañones, mosquetes de un solo tiro, caballos y armaduras; además, iban dirigidos por el extremeño Hernán Cortés, un estratega militar comparable con los grandes generales romanos que vencieron a Aníbal o con el propio Alejandro Magno. Mientras que los aztecas disponían de unas armas de madera, que se partían al chocar contra las aceradas espadas de los conquistores y, lo peor, nunca se habían enfrentado a un enemigo tan hábil.

Sin embargo, sobre todos los inconvenientes que acabamos de apuntar, dormió otro más contundente: la enorme cantidad de indígenas que se pusieron al lado de Cortés, al comprender que se les presentaba la oportunidad de enfrentarse al tirano que había venido haciendo prisioneros a sus gentes para someterlos a los sacrificios humanos. También lo hicieron otros para dejar de pagar tributos.

Si a lo anterior unimos la serie de acontecimientos sobrenaturales que se habían producido en los últimos años, podemos contar con las causas del aniquilamiento de un imperio. No obstante, ¿cómo pudieron los grandes magos indígenas predecir la destrucción? ¿Hemos de creer que sus poderes eran tan extraordinarios que les permitían ver, como les sucede a algunos lamas del Tíbet, el futuro con una clarividencia asombrosa?

Anticiparon lo que iba a suceder; pero, al sertan enorme, se creyó que obedecía a la voluntad de los dioses. Luego si se encargaban de complacerlos con muchas ofrendas de corazones humanos y otros obsequios, los más valiosos que hubieran existido, acaso podrían alejar la amenaza. A esta empresa se entregaron de una forma demencial…¡Sin conseguir sus propósitos!

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Una numeración muy sencilla

La numeración azteca era vigesimal, lo mismo que la nuestra es decimal. Utilizaban cantidades hasta 20 sirviéndose del número preciso de puntos, a pesar de que en las matemáticas mixtecas se simplificaba el proceso recurriendo a las barras para representar series de cinco. Los aztecas se servían de una bandera para indicar 20, que iban repetiendo hasta llegar al 400. También utilizaban la figura de un abeto(puede entenderse como <<tan numerosos como los cabellos>>)para representar 400(20 x 20). Cuando pretendían indicar 8.000(20 x 20 x 20) recurrían a un costal, que venía  a significar <<resulta tan incalculable como los granos de cacao que caben en el mismo>>.

En un manuscrito encontrado después de la llegada de los conquistadores españoles, se puede ver cómo resolvían los aztecas el tema de las fracciones. Para ello se limitaban a oscurecer segmentos de la cuarta parte, la mitad o las tres cuartas partes de un disco. De una forma similar se representaba el cinco(también los múltiplos del mismo), pero coloreando unos espacios definidos de la bandera del signo veinte, y los centenares añadiendo líneas uniformes al símbolo de cuartrocientos.

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El sendero que le convirtió en semidiós

Moctezuma se comportó como los demás gobernantes, hasta que consideró que su poder era tan inmenso que debía ser considerado un semidiós. Entonces sobre su persona confluían los cargos de sumo sacerdote, comandante supremo de los ejércitos y jefe de Estado. Consultaba al concilio, pero la última decisión era suya.

Nos encontramos con el primer soberano de los aztecas que fue el noveno en los derechos de sucesión, lo que nunca había sucedido. Algo que no le impidió seguir a Ahuítzotl, el nieto de Moctezuma I, al que llamaban <<el Colérico>>. Cuando accedió al <<trono>> se hallaba preparado, debido a que su pueblo era tan previsor que desde muy niños todos los posobles sucesores eran adiestrados meticulosamente. En este caso le llevaron los religiosos encargados del calmecac(<<casa de los grandes corredores>>).

Precisamente, en una de las <<aulas>> que más visitó se encontraba pintada la imagen de Quetzalcóatl. Se le adiestró mediante cartas de glifos en la historia de los tenochcas. Aprendió a interpretar la escritura jeroglífica, a memorizar las fechas en las que gobernaron sus antecesores y la historia de su pueblo, que era muy breve, como nos cuenta von Hagen:

Comienzo de la historia de los aztecas:1168.

Establecimiento de Tenochtitlán:1325.

Lista de los caudillos aztecas posteriores a 1375.

Acamapichtli:gobernó de 1375 a 1395.

Huitzilhuitl:gobernó de 1395 a 1414.

Chimalpopoca:gobernó de 1414 a 1428.

Itzcóatl:gobernó de 1428 a 1440.

Moctezuma I:gobernó de 1440 a 1469.

Axcayácatl:gobernó de 1469 a 1481.

Tizoc:gobernó de 1481 a 1486.

Ahuítzotl:gobernó de 1486 a 1503.

Moctezuma II:gobernó de 1503 a 1520.

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El que habla

El máximo gobernante de los aztecas recibía el nombre de <<El que habla>>(proviene del verbo tlatoa:hablar). Su cargo era por elección, aunque los candidatos siempre eran muy pocos. Esto no quita para que el sistema pueda llamarse, como hizo Prescott,monarquía selectiva. El poder de este personaje nunca resultaba absoluto. Jamás se le hubiera ocurrido reclamar la posesión de las tierras, del pueblo o del mundo, porque esto pertenecía a los dioses en exclusiva.

El máximo gobernante salía del consejo de los cuatro principales, los tlatoani, que acostumbraban a ser los hermanos del que acababa de fallecer o los sobrinos del mismo, en el caso de que sólo hubiera tenido hermanas. El elegido se distinguía por su valor en la guerra y por sus grandes conocimientos en todas las parcelas de la existencia. Con estos atributos fue elegido Moctezuma en 1503. Se cuenta con una descripción de él, que lo refleja con bastante precisión.


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La sangre era la bebida de los dioses

Para los aztecas la religión se hallaba unida a la guerra,sobre todo por la necesidad de hacer sacrificios humanos a los dioses. Las dos actividades superiores se mezclaban de tanto como dependían la una de la otra. Porque los sacerdotes-astrólogos estaban obligados a formar guerreros desde la cuna, al no conocer otro medio de aplacar a los dioses. Se necesitaba la fertilidad de las mujeres, lo que conducía, singularmente, a que un parto fallido diese categoría de heroína a la madre(acaso queriendo animarla a seguir buscando un nuevo embarazado), para que fueran más los guerreros futuros; además, resultaba imprescindible contar muchos varones fuertes, sanos y hábiles en el manejo de las armas.

Como la sangre era bebida de los dioses, al menos así lo venía creyendo este pueblo desde sus orígenes, se debía contar con una buena provisión de prisioneros, mejor si eran famosos por su bravura. Ya sabemos que en casos muy excepcionales, los mismos guerreros aztecas se ofrecían como víctimas de los sacrificios.

Lo que perseguía esta religión era que las energías divinas más positivas se movieran a su favor, al mismo tiempo que impedían la influencia de las negativas. Habían dividido la Naturaleza en unos ciclos bastante exactos, de acuerdo con el moviemiento de los astros y los anales registrados en sus libros, y andaban listos para amansar a todos aquellos que rotundo en esta cuestión:La magia y la ciencia son similares:ambas constituyen unas técnicas que persiguen el control del mundo, y las dos consideran que lo mágico o la natural representan eslabones necesario para encadenar los fenómenos.

El comentario anterior pertenece a un esotérico, el cual acepta lo misterioso y lo tangible como unos poderes manejables por el hombre, sin que importe si para conseguirlo se recurre a la religión o al poder de la mente para transformar las cosas, como la piedra que podía ser convertido en una espada al incorporarle los cuchillos de obsidiana.

Vídeo: Los sacrificios humanos aztecas

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La clase social baja

En este grupo se contaba la mayor parte de la población. Fuera de las grandes ciudades su ocupación principal era el cultivo de la tierra, pero en aquellas el espectro profesional era diverso, agrupando artesanos, oficiales, servidores públicos, etc. La riqueza constituía un factor diferenciador, pero el más característico era la condición de la persona a la que debían pagar el tributo: un tlatoani, un noble, otro macehualli, etc.

Los renteros cultivaban la tierra de los nobles y estaban ligados a ellas. Si la tierra cambiada de manos, el nuevo señor lo era también de renteros. Transmitían sus parcelas por herencia y estaban obligados a dar al señor una parte de la cosecha y servicios como el de aprovisionar la casa señorial de agua y leña. Entre los renteros podían figurar comerciantes, artesanos, etc., que tributaban al señor parte de lo que producían.

Originalmente, la clase social baja estaba organizada en grupos de parentesco, llamados calpulli. La tierra era posesión común, y se adjudicaban parcelas a los componentes para que las cultivaran. Quien dejaba de hacerlo dos años, las perdía. Cuando un hombre creía que el lote que le había correspondido no era bueno, o se sentía con fuerzas para realizar más trabajo, podía rentar tierras de otro calpulli o de un señor. Al frente del calpulli estaba el calpullec, asesorado por los ancianos. El calpullec llevaba el registro de las parcelas y se preocupaba de que el grupo tomara a su cuidado el cultivo de las parcelas de las viudas, de las de los impedidos y las destinadas al beneficio de la comunidad.

El calpulli actuaba de forma corporativa para dar tributos o servicios, incluidos los guerreros, y tenía dioses y templos particulares. En cada uno había una escuela o telpochcalli (“casa de jóvenes”) en la que se impartía la instrucción obligatoria que permitía a los jóvenes integrarse en la comunidad. De allí salían para casarse y convertirse en miembros plenos de su grupo, hasta que a los 52 años quedaban relevados de sus obligaciones tributarias y recibían prerrogativas como la de poder consumir bebidas alcohólicas.

Al frente de los telpochcalli había un telpochtlato (“el que habla a los jóvenes) que inculcaba a sus discípulos el rígido y austero sentido de vida mexica y los instruía en las artes de la guerra. Los niños aprendían de sus padres diversos oficios, ya que lo más frecuente era que siguieran la profesión familiar. Las niñas aprendían de sus madres las labores de la casa, cocina y tejido.

Dos tipos diferentes de personas han recibido el nombre de esclavos en la sociedad azteca, aunque ninguna de estas personas pertenecía propiamente a dicha clase social.

Por un lado estaban los que efectuaban algún trabajo para otro, como pago por bienes recibidos con anticipación, para solventar una deuda o como condena por un delito, principalmente el robo. Estas personas no perdían su condición social ni sus bienes, eran libres para casarse o para tener servidores y se liberaban de la obligación contraída pagando la cantidad que habían recibido. Por ello su situación se asemejaba más a un contrato de venta de fuerza de trabajo. Quien no cumplía sus compromisos y era amonestado públicamente tres veces, podía ser transferido a otro amo. Si esta situación se repetía tres veces, pasaba al segundo grupo de “esclavos” y podía ser vendido para el sacrificio. A este segundo grupo pertenecían, sobre todo, los prisioneros de guerra destinados a saciar la sed de sangre del dios mexica, Huitzilopochtli.

Había contratos en los que una familia se comprometía a servir a determinado señor, turnándose en la tarea diversos miembros. Si el servidor moría en casa del señor, el contrato se daba por terminado.

Los servicios de estos “esclavos” eran utilizados preferentemente en el trabajo agrícola, el transporte, el comercio y el servicio doméstico.

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La clase social alta

La sociedad azteca evolucionó en el transcurso de la construcción del imperio, siguiendo las ciudades un proceso más acelerado. En líneas generales, los mexica pueden ser divididos en dos grandes grupos: poseedores y desposeídos. El factor diferenciador es la posesión de la tierra, teóricamente reservada a los señores, guerreros y comerciantes. Otros factores, como la riqueza y el prestigio, fueron ganando importancia, sobre todo en Tenochtitlán, ayudando al surgimiento de clases intermedias que suavizaban las diferencias. Así, hubo artesanos que llegaron a poseer tierras y macehualtín (gente común) exentos del pago de tributos. Dentro de cada grupo había divisiones que escalonaban la pirámide social.

Teóricamente había movilidad en la sociedad azteca, pero la práctica era complicada. Un individuo podía progresar destacando en la guerra, el sacerdocio o el comercio. La guerra era considerada la actividad por excelencia del azteca y en ella refrendaban los hijos de los nobles el prestigio que habían heredado. La gente común podía encumbrarse a la nobleza capturando enemigos en el combate, principalmente guerreros de Huexotzinco, Tlaxcala o Atlixco. La captura de cuatro de ellos daba rango, pero los hijos de los nobles, con una superior preparación para el combate y ocupando los puestos claves en el campo de batalla, gozaban de mayores posibilidades.

Los comerciantes labraban su ascenso ofreciendo costosas fiestas en las que intercambiaban riquezas por prestigio. El ascenso en la escala social les permitía hacer negocios cada vez más pingües. El grado más alto lo obtenían sacrificando esclavos comprados. Cualquiera que pudiera costear el sacrificio ritual de un esclavo elevaba su estatus, pero los altos costos restringían mucho las posibilidades de conseguir ese honor.

En lo alto de la pirámide social se encontraba el tlatoani (“orador”). Había uno en cada ciudad principal, con poder militar, civil y religioso. Un tlatoani podía estar sujeto a otro más importante, como ocurrió antes de la conquista con el tlatoani de Tenochtitlán, llamado Huey tlatoani (“Gran orador”), que era la más alta autoridad del imperio. Siempre recibía tributo y sumisión de sus dominios. Eran frecuentes los vínculos familiares entre los señores de diferentes ciudades, sobre todo después de la activa política matrimonial desplegada por Tenochtitlán. El título se heredaba dentro de un linaje, con ligeras variaciones de una localidad a otra: de padres a hijos, de hermano a hermano, etc. En Tenochtitlán había preferencia por un hermano, pero había un consejo de electores que decidía quien era el más idóneo. En el caso de las ciudades sometidas, el huey tlatoani debía sancionar la elección, lo que le permitía ejercer un fuerte control político.

Por debajo de los tlatoque (plural de tlatoani) se situaban los tetecuhtin (singular: tecuhtli) o señores. Este título se otorgaba como recompensa a acciones sobresalientes y estaba dotado de tierras y servidores. Muchos tetecuhtin ejercían cargos administrativos o eran jueces. Aparte de estos cargos, tenían como misión administrar sus dominios y la gente que residía en ellos, sirviendo a su tlatoani cuando estos lo demandaron. No era un título hereditario, aunque en la sucesión se prefiriera a un hijo del fallecido, si reunía suficientes méritos.

Los hijos de los tlatoque y tetecuhtin recibían la categoría de pipiltin (singular: pilli), que literalmente significa “hijos”. Tenían tierras en el interior de las propiedades de su tecuhtli y actuaban como embajadores, administradores de justicia y recaudadores de tributo. Mientras que el número de tetecuhtin y tlatoque estaba limitado por el número de plazas disponibles, podía ser pilli todo el que nacía dentro de una familia noble.

La posesión de tierras cultivadas por renteros daba a los nobles independencia para dedicarse a la guerra y ocupar cargos públicos. Tenían tribunales particulares, escuelas exclusivas y prerrogativas como la de poder ser polígamos o lucir ciertos distintivos del estatus en sus atuendos.

Los recién llegados a la nobleza, o gente común que lograba el ascenso, tenían un lugar de reunión separado del resto de los nobles. Eran llamados nobles -águila- o nobles- tigre y estaban exentos del pago del tributo. Siempre se les recordaba su origen humilde, pero sus hijos eran pipiltin desde el nacimiento. Tenían otras limitaciones, como no poder usar en sus trajes guerreros ciertas plumas e insignias, reservadas a los nobles de cuna, o no poder tener renteros.

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El calpulli, base de la estructura social azteca

El término calpulli significa “grandes casas” y se utilizaba para designar unidades de la sociedad azteca constituidas por parientes ficticios, es decir, personas que creían descender de un mismo antepasado, quien generalmente, era un ser mitológico. Todos vivían en un mismo sector de la ciudad, ejerciendo, en común, la propiedad de las tierras que les habían sido asignadas. En Tenochtitlán existían 20 calpullis integrados tanto por mexicas originarios como por extraños que se habían fundido con la nación azteca. Por su función se asemeja a un clan; sin embargo, entre sus miembros había diferencias de riqueza, posición social y poder. De ahí que se les halla denominado clan conico, cuya cúspide era ocupada por quienes estaban más cercanamente relacionados con el ancestro fundador; en la base se hallaba la gran mayoría de sus componentes.

El calpulli era, además, una unidad religiosa y militar. Sus integrantes adoraban un mismo dios en templos erigidos dentro de sus tierras, y combatían en los mismos destacamentos. Para tal efecto recibían instrucción militar en el telpochcalli, o escuela de guerreros, que cada calpulli mantenía.

Jefe de ellos era el calpullec, designado vitaliciamente, dentro de la misma familia, por los demás miembros del calpulli. Actuaba como juez en litigios menores, representaba al calpulli en el consejo azteca, dirigía la educación de los niños y, por sobre todo, repartía las tierras entre las familias de acuerdo al número de componentes.

Las evidencias señalan que la mayoría de los 20 calpullis habitaban uno de los sectores de Tenochtitlán: el correspondiente a los campesinos, lo cual indica que su importancia estaba directamente relacionada con las funciones que ejercían sus más destacados integrantes.

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Los mercaderes a larga distancia

Paralelamente al mercado local se desarrolló un tráfico de importación y exportación que englobaba, generalmente, mercancías de lujo. A su cargo estaban los pochtecas, clase social hereditaria que mantenía notable posición dentro de la sociedad azteca: residían en Tlatelolco; sus miembros desempeñaban, paralelamente, funciones económicas, administrativas, judiciales y religiosas; se regían por sus propias leyes; se comunicaban directamente con el emperador y poseían autorización para sacrificar esclavos en honor a sus deidades. Conformaban, pues, una clase que gozaba de derechos especiales en relación al resto de la sociedad mexica. Físicamente también diferían de éstos, ya que se rapaban y deformaban la cabeza.

Los privilegios usufructuados para aquellos mercaderes probablemente derivan de la especial misión que desarrollaban en forma anexa. Ellos mantenían al emperador permanentemente informado de lo que acontecía en sus dominios, alertándolo sobre posibles insurrecciones y proporcionándoles datos militares cuando emprendía la conquista de un pueblo. De ahí que se les consideró como verdaderos espías imperiales, papel que cumplían a satisfacción dado que hablaban muchas lenguas y podían mimetizarse fácilmente con las poblaciones locales.

Los pochtecas, sin duda, no eran mexicas. Llegaron al valle de México mucho antes de la fundación de Tenochtitlán, dedicándose al comercio. Durante el ejercicio de su profesión celebraron pactos de alianza con otros pueblos y grupos de mercaderes, pudiendo de tal modo trasladarse, sin ser molestados, por territorios enemigos de los aztecas, llevando a los puertos de intercambio objetos elaborados en oro, cobre, jade y obsidiana; vestimentas de plumas; tinturas; pieles de conejo y, por sobre todo, esclavos. Importaban plumas de aves tropicales y de quetzal; turquesas y jades; pieles de jaguar; vestimentas y cacao.

Las caravanas mercantiles solían ser asaltadas por bandoleros. Para enfrentarlos llevaban armas, aunque les estaba prohibido integrar el ejército oficial.

La posición privilegiada de los pochtecas, unida a la riqueza que poseían despertó la envidia de la nobleza azteca. Por esa razón se les obligó a entrar de noche en la ciudad a no hacer ostentación de sus bienes, y a aparentar una pobreza y humildad que estaban muy lejos de ser verdaderas.

Usaban como emblema un abanico. Residían en un mismo barrio y se casaban entre ellos, enseñando a los hijos las artes comerciales y los idiomas de sus clientes dispersos por todo el imperio.

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Estructura económica

Los mexicas recibían productos que, en calidad de tributos, le enviaban desde todas las regiones conquistadas por sus ejércitos. Ello, en gran parte, permitía al emperador mantener su corte, la burocracia estatal y premiar los sevicios de los guerreros o más cercanos colaboradores. El resto se distribuía al pueblo por intermedio de los mercados localizados en recintos claramente delimitados. Allí se ofrecían los bienes destinados a satisfacer todas las necesidades cotidianas. Las mercaderías, agrupadas por rubros, se apilaban sobre petates, a cuyo frente, sentado en el suelo, el vendedor, premunido de balanzas o medidas, voceaba su mercancía. Las transacciones eran monetarias, empleándose como dinero semillas de cacao o plaquitas de oro.

Severas leyes regulaban el diario comercio. Estaba prohibido comprar o vender fuera del mercado debido a que los artículos pagaban un impuesto al momento de ingresar en él. Jueces vigilaban el estricto cumplimento de precios, pesos y medidas. Los infractores eran duramente castigados.

El mercado de Tenochtitlán se encontraba frente al templo de Huitzilopochtli; sin embargo era más importante el de Tlatelolco, al cual concurrían diariamente, entre vendedores y compradores, unas 60.000 personas.

En los pueblos cercanos se efectuaban ferias cada cinco o veinte días, acudiendo una enorme multitud que aprovechaba la ocasión para celebrar sus ceremonias religiosas.

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El papel era un objeto de tributo

Pocas cosas resultan tan contundentes para demostrar la importancia cultura de una civilización como el uso del papel. Los aztecas dispusieron del suyo, al que llamaron amatl. Dado que lo consideraban un objeto muy preciado, formaba parte de los tributos que se entregaba a los reyes y a los personajes más importantes, como lo demuestra la lista de tributos que se le debían entregar a Moctezuma:veinticuatro mil resmas de papel deben ser traídas a México-Tenochtitlán.

El amatl en nada se parecía al papel inventado por los chinos en el año 105 de nuestra era y que, luego, llegaría a la España medieval a través de la ruta seguida por los árabes, los cuales aprendieron a fabricarlo de unos artesanos apresados luego del saqueo de Samarkanda. Porque los aztecas lo obtenían de la corteza del ficus, que es un árbol de la familia de las moreras. Luego la comprimían, golpeándola con una especie de pequeños martillos provistos de unas astillas, para formar unas hojas muy delgadas, que eran papel de corteza.

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El calendario

Los aztecas, al igual que los mayas, tenían un sistema matemático vigesimal. Las cifras de 1 a 19 las escribían con un dedo, puntos o circulitos coloreados; el número 20 se expresaba por medio de una bandera; el 400 por una pluma y el 8.000 por un saco.

Desconocían el cero, por lo que no podían realizar cálculos complejos como los efectuados por los mayas.

Tenían un calendario ritual, el tonalpohualli, y un calendario solar, el xíhuitl. El primero estaba compuesto por 260 días, dividido en 20 unidades, o “meses”, de 13 días. Cada una resultaba por la combinación de los 20 nombres de los días con el número 13. Al terminar una serie de días, volvían a repetirse; con los números no sucedía lo mismo, puesto que después del 13 comenzaban, nuevamente, con el 1. Éste indicaba, además, el inicio de otro período, dentro del mismo calendario, constituido por 20 “semanas” de 13 días cada una.

Los dos períodos del calendario tenían sus propios dioses representando los días y su correspondiente ubicación entre los “meses” y las “semanas”. Ellos regían las actividades de los hombres. Sacerdotes especializados confeccionaban, basándose en un libro de referencia llamado tonalámatl, los horóscopos y resolvían consultas sobre hechos particulares.

El calendario solar de 365 días estaba dividido en 18 meses de 20 días y un período de 5 días considerados nefastos. Entonces los aztecas ayunaban y se lamentaban por la catástrofe que podía ocurrir durante ese lapso. Este calendario regulaba las grandes ceremonias de la religión estatal.

Los 19 meses tenían nombres relacionados con la agricultura. Los días se denominaban igual que en el tonalhualli, anteponiédoles numerales del 1 al 20. Sólo cuatro días podían dar comienzo a un nuevo año: Casa, Conejo, Caña y Cuchillo de pedernal.

Cada año era identificado por el número y el nombre del día en que comenzó. Éste se repetía luego de transcurridos 52 años, tiempo que cerraba un ciclo, el xiuhmolpilli. Tras él los acontecimientos se duplicaban debido a que los días estaban presididos por las mismas. Se apagaba, entonces, el fuego en el altar antiguo y se celebraba la ceremonia del Fuego Nuevo, símbolo de la nueva vida que se iniciaba.

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Los dioses(II)

TLALOC, DIOS DE LA LLUVIA

Tlaloc quiere decir ” nectar de la tierra ” ; fomentaba la agricultura. Dentro de la religion azteca era uno de los mas importantes. Recibió diversos nombres : en Zapoteco era Cocijo ” rayo “, en Totonaca era Tafin, en Mixteco era Tzahui y en Tarascó, Chupi – Tirípeme ” agua preciosa azul “. A el también se le ofrecían sacrificios humanos ; niños que morían ahogados. Sus representaciones en diversos materiales lo muestran con mascara ; en la cultura Olmeca, en Teotihuacan, es de Tigre – Serpiente y su cabeza esta integrada con la de Quetzalcóatl, prueba de su alta posición entre las deidades. Posteriormente su máscara la formaban dos serpientes.

XOCHIQUETZAL, DIOSA DE LA BELLEZA Y EL AMOR

Xochiquetzal significa ” flor preciosa “. A esta diosa se le representa con flores y con un tocado de quetzal. Se le rendía culto con sacrificios humanos, particularmente de jóvenes doncellas y de niños. Fue una de las principales diosas femeninas y lunares, pues también se le identificaba con la luna joven. Entre las características de los dioses lunares, se mencionan ; ser las esposas o hermanas del sol, los patronos de los trabajadores textiles, presidían la procreación y nacimiento, eran las madres de los dioses y de la tierra, eran licenciosas, se les asociaba con las rosas y eran esposas o compañeras de los poetas o cantantes. También eran las deidades de la adivinación y estaban relacionadas con el agua.

XIUHTECUHTLI, DIOS DEL FUEGO

También se le llamaba Huehuetéotl, el dios viejo del fuego y el señor viejo. En la efigie de Cuatlicue que es la representación de la cosmogónica Azteca, Xiutecuhtli esta en el centro de la quinta dirección ; de arriba hacia abajo. Era uno de los dioses mas venerados. Las víctimas que se ofrendaban primero eran anestesiadas con yauhtli ( haschich ) y luego arrojadas al fuego. Ya desde hace 2700 años se le adoraba en Cuicuilco y Ticoman, donde se le representaba como un anciano jorobado, en cuya espalda lleva un bracero para el fuego.

CINTEOTL, SEÑOR DEL MAIZ

Cintéotl era venerado por los aztecas como dios del maíz, al que se le atribuía un origen divino. Cintéotl, como otros dioses Aztecas, era hombre y mujer. En su personalidad masculina era marido de Xochiquetzal, diosa del amor y la belleza. Torquemada opinaba que era una diosa de fertilidad y compañera del sol. Su madre fue Tlazoltéotl, diosa de la fecundidad. Al sacerdote dedicado al culto de Cintéotl, se le llamaba Cinteotzin. No es de asombrar que los aztecas divinizaran el maíz ya que en forma silvestre y después, cultivado, constituyo la base de su alimentación.

 

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Los dioses(I)

La religión azteca poseía cientos de deidades. Este exagerado politeísmo se debía a que los dioses tenían muchas manifestaciones distintas, pudiendo, así, aparecer bajo diversas formas.

OMETECUHTLI Y OMECÍHUATI

Los mexicas creían en la existencia de dos divinidades creadoras: OMETECUHTLI Y OMECÍHUATI, el Señor y la Señora, que habían engendrado a cuatro hijos: el Tezcatlipoca rojo o Xipe Tótec, el Tezcatlipoca negro, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, el Tezcatlipoca azul. Ellos crearon a los demás dioses, al mundo y a los hombres.

TEZCATLIPOCA, DIOS DE LOS DIOSES

TEZCATLIPOCA (Espejo humeante), es la deidad mas importante de la religion Nahua. Era el hacedor de todas las cosas, el dios del sol en su aspecto de dominio y poder en las tinieblas. Es llamado ” noche y viento, el arbitro, el que piensa y rige por su propia voluntad “. Se le hace intervenir como rival de Quetzalcóatl y causante de la caída del reino del este. Tezcatlipoca logro con dolo que Quetzalcóatl se embriagara y transgrediera los principios que el se había impuesto. Quetzalcóatl tuvo que abandonar su reino en Tula significando así la primera gran decadencia de esta metrópoli.

HUITZILOPOCHTLI, DIOS DE LA GUERRA

Una bola de plumas en Coatepec ” la montaña de la Serpiente ” fecundo el vientre de Cotlicue. Coyolxauhqui, la luna y los Centzon huitnahua o “Cuatrocientos guerreros del sur ” , que representan a las estrellas, creyendo deshonrada a su madre decidieron matarla. En ese momento, blandiendo la serpiente de fuego nació Huitzilopochtli, quien destruyo a sus hermanos y se convirtió en el sol, senior de la guerra, quien para vivir necesita ser alentado con sangre. Este mito relacionado con la del quinto sol, explica como para los Aztecas, en su peculiar vision religiosa, los sacrificios humanos eran la única forma de preservar el mundo de su extinción.

QUETZALCOATL

Hace mas de 2000 años ya se le rendía culto en la zona tolteca. Se le adoraría en toda Mesoamérica.Quetzalcóatl, dios único, dual y multiple, su doble era Xolotl, el malo y entonces estaba ligado a Venus , estrella de la tarde y al mundo de los muertos. Aveces se le identificaba con Tlaloc, dios de la lluvia y con Ehecatl, dios de el viento.Quetzalcóatl, el creador de las cinco edades cosmicas, de los hombres, dador de vida a costa de su sangre, del maíz, el que junto con Tlaloc arrebato a loas hormigas para que los hombres se alimentaran. Según la leyenda cayo en la trampa de los magos y peco, salió de Tollan, y fue hacia ” el lugar de la quema “, vaticino su regreso y se incinero.

CHALCHIUTLICUE, DIOSA DEL AGUA VIVA

Su nombre quiere decir ” la falda de jade ” se le conocía también como Apozonalotl, que manifiesta la ondulación de las aguas: Atlacamani, se refiere a las tempestades y, Ahuit y Ayauh que alude a su movimiento. Los Tlaxcaltecas le decían Matlacueye o sea ” la vestida con faldellín azul ” y en su honor le pusieron a un monte en el que aun se siguen formando nublados tempestuosos, el llamado Malinche.Chalchiutlicue era la compañera de Tlaloc dios de la lluvia: tenían poder sobre las aguas. Ambos fueron creados por los cuatro Texcaltipocas.” La falda de jade ” era de las diosas mas veneradas. Tenia el don de la purificación.

 

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Leyendas Aztecas

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Leyendas Aztecas

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Desarrollo y creencias religiosas

De acuerdo con la leyenda de los cinco soles, los hombres y las cosas no fueron creados una sola vez. Los dioses experimentaron varias ocasiones a fin de dar vida a diversas humanidades encabezadas por un sol, representante de la propia divinidad creadora, que, por diferentes motivos, fueron destruidas.

El primero en intentar poblar el mundo fue Tezcatlipoca, el sol tigre, quien dio forma a unos gigantes que desconocían la agricultura. Su comportamiento irritó tanto a Tezcatlipoca, que transformado en tigre se los comió.

Quetzalcóatl, el sol viento, decidió repoblar el mundo. Hastiado de la altivez y mal agradecimiento de sus creaturas, envió una gran tormenta que barrió con casi todos ellos. Quienes se salvaron quedaron convertidos en monos.

Tlátoc, el sol de la lluvia, volvió a intentar la fundación, pero nuevamente los hombres se condujeron de mala manera. Una lluvia de fuego los consumió. Hubo sobrevivientes bajo la forma de pájaros y mariposas.

Chalchiuhtlicue, el sol del agua, creó la cuarta humanidad. Un diluvio los tornó en peces. Sólo una pareja, refugiada en lo alto de un enorme ciprés, escapó al castigo, pero Tezcatlipoca los transformó en perros.

Quetzalcóatl fue el último creador. Bajó al mundo de las tinieblas, el mictlán, para robarse los huesos de los antiguos muertos. La mujer serpiente, Cihuacóatl, los molió y las otras deidades aportaron su sangre para confeccionar una masa con la que se moldeó el género humano. Ello ocurrió en Teotihuacán, la inmensa ciudad que en la época azteca se encontraba en ruinas. Allí, también, dos dioses se arrojaron al fuego para dar vida al sol y a la luna. Las demás divinidades tuvieron que darles sangre para que se movieran. Así, de este sacrificio colectivo de las deidades se forjó la humanidad náhuatl, de la cual los aztecas eran sus últimos representantes. A ella Quetzalcóatl le regaló el maíz y le enseñó las artes que les permitieron vivir de un modo completamente distinto al de sus antecesores. Tezcatlipoca, por su parte les entregó el fuego.

Los aztecas supieron ser agradecidos. Permanentemente ofrendaban la sangre de sus víctimas a los dioses con el objeto de revitalizarlos en la permanente lucha entre la luz y las tinieblas. La sangre empleada en la creación volvía, así, hacia los creadores. Los sacrificios cumplían, además, otra importante función: dotar de carne a una población que no disponía de suficientes proteínas animales. Los cronistas afirman que el cadáver del sacrificado era entregado a la familia del guerrero que lo había apresado.

El canibalismo afectaba únicamente a hombres de otros pueblos. Los aztecas no se comían entre sí.

El nacimiento y destrucción de sucesivas humanidades forjó entre los aztecas un sentido cíclico de la historia, creyendo que los acontecimientos volvían a repetirse transcurrido un determinado lapso. Ello se refleja muy bien en las vacilantes actitudes de Moctezuma II, el monarca que vivía aterrado ante la posibilidad de que el sol de la quinta humanidad estuviese llegando a su fin, como parecía anunciarlo la serie de catástrofes recaídas sobre Tenochtitlán poco antes del desembarco hispano en Veracruz.

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La fuerza del náhuatl

Texto en náhuatl, en Teotihuacán.

Texto en náhuatl, en Teotihuacán.

Los aztecas hablaban el náhuatl, lo mismo que los toltecas, los chichimecas y otras tribus de México. Sin embargo, lo cuidaron como si les perteneciera, sobre todo en el momento que se convirtieron en lo habitantes de un gran imperio. Los filólogos nos dicen que esta lengua forma parte de uno de los ocho grupos del tronco utoazteco. Como contiene muchas voces de  los indiosque ocupaban territorios de la zona sudoriental de los actuales Estados Unidos, se creyó que los aztecas tuvieron su origen en estos lugares, lo que ya hemos tratado anteriormente.

En realidad no se puede efectuar una clasificación muy precisa de las lenguas mexicanas, debido a que en este gran país llegaron a reunirse hasta setecientas. No obstante, desde el momento que se estableció la hegemonía de los aztecas, el uso del náhuatl se generalizó,sobre todo al poder contar con una gramática.

La gramática azteca resultaba bastante complicada, debido a que las palabras cambiaban su significado de acuerdo a su pronunciación y a su unión con otras, luego respondían a un contexto general y no a ideas aisladas. Todo esto lo sabemos por la labor gigantesca de un misionero franciscano, al que  los indígenas llamaron<<Motolina>>, o <<el más pobre entre los buenos>>, y al que los españoles conocieron como Fray Toribio de Benavente. Este fiel seguidor de San Francisco de Asís, que en ningún momento participó en la destruccuón inquisitorial de la cultura mexicana, se encargó de rescatarla con la devoción de quien entiende que sólo se puede llegar al corazón de alguien si se le conoce a la perfección. Luego de escuchar a centenares de nativos de todas las edades y posiciones sociales, pudo escribir su <<Vocabulario>> en base a un náhuatl ideográfico muy preciso unido a la ortografía española.

El trabajo de <<Motolina>>resultó tan perfecto, que en los cuatro siglos largos transcurridos desde que lo finalizó nadie ha podido criticarlo. Es cierto que se han introducido algunas correcciones; sin embargo, esto no impide que se le considere el responsable del resurgimiento del náhualt como una lengua escrita y hablada, que en la actualidad es utilizada por millones de personas en México,Estados Unidos y en otras naciones de América Central.

Aquí os dejo un vídeo sobre la escritura náhualt.

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¿Cuándo vinieron de Asia?(II)

Los primeros pobladores seguían encontrando la comida preferentemente de los frutos silvestres, la pesca más elemental y la caza. Se ha podido demostrat que todos los que poblaron las zonas costeras se nutrían de mariscos y de algunos peces, a la vez que seguían cazando; mientras, los del interior utilizaban unos primitivos medios de molienda, que se permitían obtener harina de las nueces y de algunas semillas, lo que les aseguraba una alimentación más perdurable que la caza, sobre todo a las tribus que ocupaban los desiertos o las grandes llanuras.

Ahora se sabe que las gentes que poblaron Norteamérica se alimentaban con más de cuatrocientas especies distintas de plantas, al mismo tiempo que no dejaban de cazar. Los esquimales sólo podían subsistir con este último medio, debido a que en los hielos y las nieves no creía ningún tipo de plantas. Ya nadie duda que una de las regiones más pobladas de aquellos tiempos remotos era la actual Califonia, debido a la abundancia de mariscos, frutos silvestres y caza. También a que estas tribus, acaso porque contaban con los suficientes medios de subsistencia, no entraron en guerra y, hasta cierto punto, crearon una sociedad de intercambios comerciales. Se supone que el abandono de tan <<idílicos parajes>>se debió a una serie de terremotos.

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¿Cuándo vinieron de Asia?(I)

Si nos atenemos a la teoría clásica, no hay ninguna duda de que los primeros pobladores de América provienen de Asia, ya que en las excavaciones realizadas en el lugar ocupado por la Universidad de Alaska se encontraron restos neolíticos del desierto de Gobi. Otra gran cantidad de hallazgos de huesos de mamut, que había sido cazado con armas de pedernal y obsidiana, permitieron elevar la existencia de los seres humanos en América hacia el año 14.000 a.C. Sin embargo, las recientes apariciones de unas hogueras sepultadas han llevado la fecha hasta 35.000 a.C., aunque este dato es muy discutido.

Fueron grandes tribus de cazadores las que atravesaron el estrecho de Bering,en una época de glacialización que mantenía esa zona helada, luego unía los dos grandes continentes. Se supone que todas huían de fabulosos cataclismos. Se supone que todas huían de fabulosos cataclismos producidos en el centro y en el sur de Asia. Como estaban obligados a seguir a las grandes manadas de animales, al vivir preferentemente de la caza y de la cosecha de los alimentos que daban los árboles o las plantas, ya que todavía no conocían la agricultura, se veían forzados a realizar las mismas migraciones que las bestias.

En el momento que se asentaron en Alaska y en el norte de Canadá, como pertenecían a diferentes tribus,no hablaban la misma lengua y tenían costumbres muy diferentes, se produjeron enfrentamientos que fueron la causa de que, al menos los vencidos, siguieran los desplazamiento, pero en esta ocasión por el interior del nuevo continente. Como esto fue sucediendo en un largo proceso de décadas y hasta de siglos, terminó por conseguir que se ocupara toda América. Algo que debió suponer un lento proceso al no disponer estas tribus de animales domesticados de tiro o de viaje,como el buey, el caballo, la mula, etc. Sólo contaban con el perro, que ya estaba ayudando en sus transportes al esquimal,mientras que a los habitantes de la América Central terminaría por servirles de alimento.

 

 

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