Siguiendo con el apartado de quién gobernaba a los aztecas, también podemos centrarnos en algunos elementos que englobarían este apartado.
Estos elementos son:
– Deberes del gobernante: El gobernante era responsable de su pueblo y defensor de su ciudad, pero cada nuevo reinado se inauguraba con una guerra. El gran portavoz tenía que capturar muchos prisioneros para sacrificarlos a los dioses con motivo de su coronación. Ahuitzotl fue un gran guerrero que extendió los límites del imperio y embelleció el Gran Templo. Durante la consagración de un nuevo templo a los dioses hizo sacrificar más de 4.000 prisioneros.
– Servidores del imperio: Pero todos eran mantenidos por el Estado, por lo que era preciso emprender guerras cada vez más frecuentes para alimentarlos y vestirlos. Se formó así un círculo vicioso. La riqueza servía para honrar a los dioses, que por ello otorgaban nuevas victorias, lo que a su vez significaba ceremonias más fastuosas. No es de extrañar que el símbolo de la victoria fuera un templo derrumbándose envuelto en llamas.
– Las leyes: Cada ciudad estado tenía sus propios tribunales de justicia; los jueces tenían que ser absolutamente honrados y no aceptar nunca sobornos. Mentir a un tribunal era como mentir a los dioses. El castigo era la muerte. Cualquiera podía comparecer ante un tribunal, pero los nobles solían recibir penas más duras porque se suponía que debían tener más conocimiento y dar buen ejemplo. Había pena de muerte para los recaudadores de tributos que exigían más de lo debido y para los que desobedecían en el combate.