China fue la potencia marítima más grande de la historia durante los cuatro siglos y medio que van desde la consolidación del imperio de los Song al período de expansión de los Ming.
El periplo comenzó a principios del siglo XV con una serie de expediciones marítimas de largo alcance que hubieran podido significar la unión, por parte del imperio de los Ming, de la intercomunicación planetario y de la construcción de una economía-mundo.
Los navegantes chinos habían desarrollado barcos enormes para la época, de centenares de metros de largo por decenas de ancho, que multiplicaban por diez y por veinte la superficie de las carabelas que medio siglo más tarde permitieron a los portugueses iniciar la exploración y el llamado descubrimiento de Asia y América.
Estas expediciones marítimas estaban integradas además por decenas de miles de hombre compuesto por marineros soldados, comerciantes, científicos y funcionarios. Siendo en una verdadera empresa del estado imperial chino.
Las grandes travesías marítimas chinas fueron varias En el transcurso de las primeras décadas del siglo XV y permitieron al Imperio chino que fueran los primeros en poseer conocimientos a nivel global sobre términos relacionados con el territorio.
De 1405-1433, hubo siete expediciones compuesto de varias decenas de juncos. Dirigidos por el eunuco Zheng-Ha, un musulmán del Yunnan, cuyas miras parecen principalmente políticas y accesoriamente comérciales. Estas expediciones, de las cuales alcanzaron las costas de Sumatra, Malaca, el Malabar o el Cochín, y Ceilán finalmente.
Pero a partir de la cuarta expedición se lanzaron más lejos: hasta Ormuz y el golfo Pérsico, hasta la costa oriental de África en la región de Mogadiscio, hasta Djeddah-el puerto de La Meca- y Aden. Se acompañaban de misiones políticas y de afirmaciones de soberanía materializadas en estelas: en Calicua, Cochin, Cei´lan y Malaca. Al mismo tiempo, según parece, se reforzaron los tráficos y las corrientes de emigración china hacia la Insulindia y la India del Sur: en Malaca y en las Molucas, por ejemplo, los portugueses encontraron colonias chinas.
La última de las siete expediciones era la de regreso a Nankin en 1433. Zheng-Ha parece haber muerto al año siguiente. Después de lo cual, circunstancia extraña que llama la atención a los historiadores, la China renuncia totalmente a sus expediciones, a lo que habría que llamar la expansión, por cuanto a la apolítica marítima de prestigio correspondía una política continental también ambiciosa en dirección a Manchuria, Mongolia y Vietnam.
La detención:
China alcanzó sobre las costas orientales de África los límites naturales de un espacio marítimo, regido por los monzones. Al sur de Zanzíbar la navegación se hace más difícil, no obedeciendo ya a las reglas simples de la alternancia. Al contrario de los portugueses, para quienes todo se volvía sencillo en el mar cuando llegaron a Malindi o Mogadiscio, los chinos sufrieron el terrible hándicap de la facilidad. Habían comenzado por lo fácil y lo difícil provocaba las primeras confusiones.
Pero parte de la respuesta se encuentra en la misma China. Después de 1435, la expansión china en Mongolia fue detenida. Es más, son los mongoles los que toman la ofensiva, lanzando terribles ataques sobre China del Norte de 1438 a 1449, y el traslado de la capital, que se efectúa lentamente, de Nankín a Pekín entre 1421 a 1450. Pudiendo tener el sentido de una respuesta al desafío lanzado por los nómadas.
Sin duda y pese al retorno ofensivo de la piratería, jamás el comercio parece haber sido más activo que en siglo XVI entre las costas, chinas, Japón, Filipinas, Síam y otros países del sudeste asiático.
La detención de las navegaciones fue debido a una decisión del Emperador chino y su burocracia, la que decidió suspender las expediciones y olvidar lo descubierto. Sin esta decisión política, pudo haberse gestado en esos años un Imperio mundial chino, antes que Europa se lanzara a la navegación del Atlántico y los indígenas de América pudieron haber sido súbditos chinos. Es decir que el descubrimiento pudo haber tenido un sentido inverso, de Asia hacia Europa.
Lo que sucedió en China entonces, fue una suerte de “revolución cultural”, al estilo de la que más de cinco siglos después lideró Mao Tse Tung.
Una decisión política que combinó razones políticas, estratégicas, culturales y religiosas, llevaron al inmenso país a reconcentrarse sobre sí mismo -lo que parece una tendencia recurrente en su historia aunque con ciclos que son siglos y no años o décadas como en Occidente- y a dar prioridad a consolidar la unidad nacional, fortalecer las defensas contra los enemigos que acechaban las fronteras terrestres y evitar todo contacto con el exterior, por pensar que podían contaminar
Los grandes astilleros fueron reconvertidos en fábricas de armas para el ejército y hasta el visionario almirante eunuco fue transformado en general del ejército, muriendo años después olvidado en una guarnición de provincia.
En 1624 el padre Adriano de las Cortes estuvo en territorio chino. En estos momentos también se realizaban viajes transoceánicos para poder evangelizar.
Su objetivo era Macao pero la nave en la que viajaba encallo en costas chinas, donde fue prisionero. Durante su cautiverio, convivió con los chinos, conoció su comportamiento, su vida y sus costumbres.