Rafael Altamira y Crevea nació en Alicante el 10 de febrero de 1866 y murió en la ciudad de México el 1 de febrero de 1951. Estudió la carrera de Derecho en la Universidad de Valencia, en Madrid se doctoró con Historia de la propiedad comunal. Vinculado desde muy pronto a la Institución Libre de Enseñanza y al Museo Pedagógico, del que llegó a ser secretario, en 1897 ganó por oposición la cátedra de Historia del Derecho español de la Universidad de Oviedo, donde permaneció hasta 1910, pasando en 1914 a encargarse del curso de doctorado de Historia de las instituciones políticas y civiles de América, en la de Madrid, que ocupó durante veintidós años, hasta su jubilación, con los avatares propios de su vertiginosa actividad en España y en el extranjero.
Su carrera pública, que no política, se coronó en 1911 con la Dirección General de Enseñanza Primaria, con su ingreso en la Real Academia de la Historia en 1922 y con el nombramiento de Juez titular del Tribunal permanente de justicia internacional de la Haya en el año 1920. En 1936, con motivo de la Guerra Civil en España, se exilió definitivamente en México hasta su muerte en 1951.
Hombre polifacético, de curiosidad variada aunque no dispersa, a lo largo de su prolongada vida trabajó en campos muy diversos, como puede comprobarse en su abultada biografía.