Un ejemplo característico de conflicto entre la esfera pública y la esfera privada, que he hallado en esta obra de Aristóteles (“La Política”), se encuentra en el libro primero, cap. I “Origen del Estado y la Sociedad”, que dice así:
“Si el hombre es infinitamente más sociable que las abejas y que todos los demás animales que viven en grey, es evidentemente, como he dicho muchas veces, porque la naturaleza no hace nada en vano. Pues bien, ella concede la palabra al hombre exclusivamente. Es verdad que la voz puede realmente expresar la alegría y el dolor, y así no les falta a los demás animales, porque su organización les permite sentir estas dos afecciones y comunicárselas entre sí; pero la palabra ha sido concedida para expresar el bien y el mal, y, por consiguiente, lo justo y lo injusto, y el hombre tiene esto de especial entre todos los animales: que sólo él percibe el bien y el mal, lo justo y lo injusto y todos los sentimientos del mismo orden cuya asociación constituye precisamente la familia y el Estado.”
De lo que se extrae, que el ser humano, gracias a la palabra, es capaz de transmitir su mundo interior, sus sentimientos, es capaz de distinguir entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto etc; es decir, su esfera privada, la comunica y la transmite a la esfera pública, conocida por todos. Esta virtud únicamente presente en el ser humano, es lo que le hace capaz de asociarse primeramente en la familia, y posteriormente en el Estado.
Antonio David Alemañ Martínez