El número siete aparece casualmente por todas partes y está presente en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana: siete son los colores del arco iris y las estrellas más brillantes de la Osa Mayor. Siete son las vidas de un gato, que nos servirían quizás para alcanzar a ver las siete maravillas del mundo. Siete eran los enanitos, que cuidaban los siete dias de la semana de Blancanieves y sus delicadas siete vértebras cervicales. Siete hermanos se encontraron para siete hermanas, siete son nuestras islas Canarias y siete los tipos de billetes de euro.
Ya en la Antigüedad se le atribuía un carácter mágico al número siete. Dentro del mundo judeo-cristiano tenemos, por ejemplo, a los siete los jinetes del apocalípsis. Siete eran también los velos de la danza de Salomé, como siete son los brazos del candelabro hebreo. Siete fueron las plagas de Egipto, siete los dolores de María y lo que se demoró Dios en crear el mundo. Los pecados capitales que heredamos son sólo siete y siete los sacramentos de obligado cumplimiento.
En la cultura grecolatina antigua no faltan los simbolismos relacionados con este número. Siete eran las cuerdas de la lira de Apolo. Siete mancebos con sus correspondientes siete vírgenes ofrecía Atenas al rey Minos en sacrificio. Siete eran las Pléyades, siete fueron los sabios de Grecia, los que lucharon contra Tebas, y los que reinaron en Roma. Siete eran los símbolos de los números romanos, siete los mares surcados y otros siete los cielos divisados con sus siete errantes astros. ¿Eran los números la causa de las cosas? se preguntaba Aristóteles en su Metafísica.
En griego moderno hay algunas expresiones que han heredado ese carácter misterioso que parecía poseer el número siete: un coñac de siete estrellas (κονιάκ εφτά αστέρων) es de primerísima calidad. Se puede jurar siete veces que no se ha hecho algo “εφτά όρκούς παίρνω ότι δεν τόκανα” para que te crean. Cuando alguien es extremadamente prudente o sabio se afirma que “ έχει εφτά παπάδων νού”. “ εφτά να’ ναι οι ώρες τους και στον έβδομο ουρανό να πάνε” decimos cuando queda poco para disfrutar por completo de algo.
Este post debiera haberlo publicado el 7 del 7 del 2007. Pero entonces no existía este blog, por suerte! Ni se había rodado el corto que quiero hoy recomendaros. Se trata de la pieza más premiada en el 48 hours project film de Atenas 2010, una curiosa historia sobre el número 7.[kml_flashembed movie="http://www.youtube.com/v/RDrV-B0Z2Ms" width="425" height="350" wmode="transparent" /]